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Peugeot iOn: el eléctrico del león a prueba (II)

Arrancar y oír simplemente un pitido semejante al que suena en nuestro móvil al recibir un nuevo mensaje. No hay ningún otro ruido, ningún sonido de motor a relenti, ninguna vibración. Sólo la palabra «Ready» en el panel nos indica que el coche en el que estamos está arrancando. Sorprende, sorprende mucho y lo primero que piensas es ¿ya? Y lo primero que escucharás del acompañante será también un conciso pero explícito ¿ya? Rozas ligeramente el acelerador y sí…. Ya.

En el cuadro, además del Ready iluminado en verde se encenderá un velocímetro digital y sobre él, el verdadero protagonista del cuadro, una línea curva que nos indica si nuestra conducción es ECO o Power o si las baterías se están recargando al soltar el acelerador. A la izquierda el indicador del estado de carga de las baterías, a la derecha los kilómetros que podemos recorrer hasta quedarnos sin carga con la conducción y el nivel de las baterías con las que contamos en ese momento y donde también podemos visualizar el cuentakilómetros parcial y total.

Es la hora de engranar la D en su cambio automático

Lo primero que extrañaremos, por muy bien acostumbrados que estemos a un coche de suspensiones cómodas y de escasas vibraciones, es la ausencia de cualquier ruido, vibración, brusquedad… todo es suave, fluido, como si fuéramos flotando. Únicamente el leve sonido de rodadura nos indicará que no estamos flotando y que las ruedas siguen pegadas al asfalto.

Un igual de suave tacto en la dirección nos acompañará en las primeras maniobras, unido a un buen radio de giro, un buen arma a su favor para la ciudad. La sensación en los primeros metros y en los siguientes kilómetros, será de total ligereza, parece que lejos de sus cerca de 1200 kg con nosotros montados estemos en un vehículo de 400 kg.

El ruido de rodadura es lo único que nos recuerda que estamos pegados al asfalto

Pero hasta el momento, su suavidad, silencio y sensación de ligereza no debería ser ninguna sorpresa. Las primeras por tratarse de cualidades naturales en el coche eléctrico y que en mayor o menor medida ya están arraigadas, la sensación de conducir un coche ligero la podríamos entender por el peso contenido, acostumbrados a los actuales pesos y por los materiales y sensación de amplitud de su interior. La sorpresa llega en su comportamiento dinámico.

Si la comodidad de uso es una cualidad ya fuertemente ligada en la conciencia de muchos referente al vehículo eléctrico la respuesta instantánea del acelerador con la entrega de par constante nos sorprende. Su comportamiento dinámico no tiene nada que desmerecer, obviamente hablando de un utilitario de la misma potencia, incluso apostaría por un comportamiento superior, salvando la velocidad máxima, por la inmediata respuesta. En cualquier momento, si estamos circulando o si salimos desde parado, los 66 cv responden instantáneamente empujando desde las ruedas traseras.

Moviéndonos por ciudad descubriremos todas las bondades de este coche. Suave, silencioso, tranquilo, cómodo… sólo me salen adjetivos buenos para este tipo de conducción y sin duda el iÓn es donde más saca a relucir sus buenas cualidades.

Las aceleraciones y paradas continuas por los semáforos, los atascos, circular por vías de poca velocidad… benefician enormemente al estado de las baterías, permitiéndonos incluso en muchas ocasiones no recurrir al freno para muchas maniobras. La frenada regenerativa es uno de los aspectos que más notamos al cambiar de un vehículo tradicional al eléctrico, ya que soltando el acelerador inmediatamente notamos «un freno motor» que comienza a aminorar la velocidad mientras en el cuadro la aguja marca la palabra Charge.

Si llega el momento de pisar el freno porque nos hace falta reducir aún más la velocidad el iÓn se muestra de nuevo efectivo con una buena frenada favorecida por el peso. De nuevo la aguja marcará la palabra charge recordándonos que las baterías se están cargando desde el momento que hemos soltado el acelerador.

Es curioso, pero si los actuales precios de la gasolina nos han obligado a concienciarnos de una conducción económica, con el coche eléctrico se convierte en una conducción desafiando a la autonomía de las baterías, buscando en cada momento la forma de ganarle al indicador más kilómetros de autonomía, soltando el acelerador para recargar las baterías, procurando dejar la aguja quieta en ECO en lugar de en Power, es más, entre semáforo y semáforo nos entretendremos viendo como aprovechándonos de la frenada regenerativa conseguimos algún kilómetro extra.

Las suspensiones se muestran algo duras teniendo en cuenta que se trata de un vehículo urbano y las limitaciones laterales llegan más por las dimensiones de su neumático y la geometría de su carrocería que por un balanceo excesivo de las suspensiones. Teniendo en cuenta esto, pasar por un badén se convertirá en la única incomodidad en nuestro recorrido por la ciudad cumpliendo ampliamente en este terreno con la autonomía declarada por Peugeot, circulando sin aire acondicionado.

Pero si en ciudad todo eran bondades, al salir a carretera y autovía comenzamos a ver las limitaciones. Cumple de sobra con las velocidades legales, recordemos que la velocidad máxima declarada es de 130 km/h y que en nuestra prueba registramos una máxima de 137 km/h, pero se hace notar que no es el terreno donde se siente más a gusto.

Llega el momento de ponerlo a prueba en la batalla diaria

Para hacer la prueba ¿qué mejor forma de tesarlo que hacer el recorrido habitual del día a día? En mi caso 90 kilómetros en los que paso por autovía, carretera secundaria y unos pocos kilómetros por población con un tramo de kilómetros y pasando por un buen número de rotondas, es decir lo que podría ser el recorrido diario de cualquiera.

Con el contador de la autonomía en 130 km tras haber dejado cargando el coche por la noche en el garaje me dispongo a salir. Salgo de población comienzo el recorrido por carreteras secundarias y el cambio de estático cargando a la primera pedida de potencia se hace notar y la autonomía se sitúa entorno a los 115 km. Comienzo a abordar la vía más rápida de todo el recorrido, un tramo recto de más de 15 kilómetros circulando a 115 km/h, con un coche de combustión hubiera apurado más el límite legal, pero la conciencia ECO se apodera nada más montarte en el iÓn y esos 5 km/h suponen la diferencia entre que la aguja marque ECO o se acerque al Power.

El calor acusa, durante los días de la prueba la lluvia todavía no había llegado y en Madrid todavía hacían unas temperaturas respetables, así que decido poner el aire acondicionado y aquí llega la primera de las limitaciones en carretera. Drásticamente la autonomía, que en esos momentos era de unos 100 km, baja a unos 80 – 70 km y me empiezo a plantear eso de que a lo mejor tengo que buscar algún enchufe al llegar.

Se desenvuelve a la perfección dentro de las velocidades legales, pero el aire acondicionado le limita mucho

Prosigo con mi marcha y dejar la vía rápida por una carretera que atraviesa una zona industrial me hace sacar un suspiro de alivio, las rotondas, los atascos y el tráfico lento hoy me vienen de maravilla. La autonomía que en estos momentos con el aire ronda los 60 kilómetros se mantiene por las nuevas circunstancias. Salgo a un tramo en el que la velocidad se vuelve a hacer necesaria y circulando a 100 km/h comienzo a ver como desciende la autonomía, por suerte quedan pocos kilómetros para llegar, últimas rotondas y aparco con una cifra de 58 km en el panel.

Tengo suficiente autonomía para hacer el camino de regreso, algo justos vale, pero suficiente. Por si acaso y con el sol ya ocultándose no pongo el aire acondicionado. La autonomía se mantiene y tras recorrer el camino inverso y con un par de kilómetros finales por población para hacer los últimos recados dejo el coche en el garaje, enchufado con una autonomía de 17 km.

He llegado sí, no me he quedado tirado como muchos pronosticaban, ni he tenido que cargar el coche, pero he prescindido del aire acondicionado a la vuelta ¿Podría ser mi coche de diario? Si sólo hiciese ese recorrido sí, llegaría muy justo a casa y los días de verano posiblemente me tocaría prescindir en muchos momentos del aire acondicionado, además me obligaría a recargar el coche nada más llegar sin posibilidad de usarlo para hacer más cosas. Por lo tanto necesitaría un segundo coche también para viajes de largo recorrido.

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