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¿Contamina más un BMW i3 que un modelo convencional equivalente?

La firma alemana TÜV SÜD dedicada a la homologación y certificación de ensayos, reglamentaciones, etc., ha revelado un informe en el que se analiza el impacto en emisiones de efecto invernadero del BMW i3 durante toda su vida útil, comparando estas emisiones con las que ofrece un vehículo de similares características haciendo uso de combustible fósiles.

Los resultados son más que alentadores teniendo en cuenta que el TÜV SÜD concluye que el BMW i3 consigue reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 30-50% durante toda su vida útil frente a un vehículo equivalente. Pero ojo, estos resultados tienen mucha miga por analizar al tener en cuenta que las variables empleadas para los resultados finales dependen, y mucho, de factores tales como la producción de la energía empleada para la fabricación, el gasto energético del vehículo y su posterior reciclado.

El verdadero impacto ambiental: la vida útil

Choca frontalmente descubir como se felicita el reducido impacto ambiental del BMW i3, mientras Europa se niega a imponer el techo de 95 gramos de CO2

Cada vez son más habituales estos estudios donde la industria publica al detalle el impacto medioambiental de sus productos para convencer de que el verdadero impacto medioambiental del vehículo va más allá de su tubo de escape, si es que lo tiene como no es el caso. Así, el BMW i3 parte con la contundente ventaja de haber sido fabricado haciendo uso mayoritario de energías renovables, eólica, hidroeléctrica y solar para ser más exactos y en ese orden por importancia.

Aspectos cruciales del BMW i3 como es su chasis de fibra de carbono, lleva tras de sí una enorme inversión en conseguir abaratar los costes de producción de este material, contemplando procesos de fabricación y uso que permitan el reciclado durante los propios procesos de ensamblado. Toda la energía necesaria para producir los polímeros CFRP proviene de fuentes renovables, energía hidráulica para ser más exactos.

¿El ejemplo a seguir o la excepción?

A su vez, son molinos eólicos los encargados de suministras la energía a la planta de producción del BMW i3 en Leipzig. A partir de este punto, y según el TÜV SÜD, el BMW i3 consigue reducir las emisiones de gases de efecto invernadero durante su vida útil hasta el 50% comparable si la energía usada para las recargas siempre procede de fuentes de origen renovable. Un aspecto que debe ser condición sine qua non en cualquier vehículo eléctrico, todo sea dicho de paso.

Hablar de una reducción de emisiones comparables de hasta el 50% no es baladí en un momento donde la contaminación es cada vez más preocupante en urbes colapsadas como las europeas. Cierto es que el BMW i3 supone un arriesgado y ambicioso proyecto de movilidad, pero no menos cierto que éste debería ser siempre el principal caballo de batalla de todos los fabricantes a la hora de enfrentarse al desarrollo de una nuevo producto, BMW incluida.

Fuente: GreenCarCongress
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