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Los biocombustibles podrían ser una bomba medioambiental: la gasolina y los combustibles fósiles podrían ser más limpios de lo que parecen

Aunque todavía no existe una forma de movilidad que sea limpia y sostenible de forma evidente, muchos conductores y usuarios en España, Europa y el resto del mundo se sienten presionados a aceptar alternativas a la gasolina y los combustibles fósiles, como los biocombustibles. Estas alternativas, supuestamente más ecológicas, incluyen los coches eléctricos y los biocombustibles, que se proponen como opciones más limpias. Sin embargo, la pura verdad detrás de todo esto es que, en comparación con esos sistemas, tecnologías, combustibles y motores, la gasolina y los combustibles fósiles podrían ser más respetuosos con el medioambiente de lo que se cree, al menos en ciertos aspectos, como las emisiones de CO2.

La verdad incómoda de los biocombustibles

El etanol, principalmente producido a partir del maíz, ha sido presentado como un biocombustible capaz de reducir las emisiones de carbono. Sin embargo, su implementación ha generado controversias. Estaremos de acuerdo en que la gasolina y las cifras de emisiones de carbono son un problema. Pero no toda solución es mejor. A veces, o casi siempre, es preferible lo malo conocido, sobre todo cuando no hay forma de prever cómo afectará lo nuevo. El impacto de los biocombustibles en las emisiones de CO2 sigue siendo una gran incógnita para muchos.

Para los conductores, especialmente aquellos apasionados por los motores de combustión, la discusión no se reduce solo a la ecología, sino también a cuestiones económicas, de rendimiento y, sobre todo, de fiabilidad. Pero lo más relevante en todo esto es que es posible que a nivel ecológico los biocombustibles no solo no sean mejores que la gasolina en términos de emisiones de CO2, sino que incluso resulten peores. A menudo, las soluciones como el bioetanol resultan ser más contaminantes de lo que se cree inicialmente.

Maquinaria agrícola cosechando para la producción de biocombustibles.

El bioetanol: un 24% más de CO2

El bioetanol de maíz ha sido promocionado como un combustible ecológico, pero al examinarlo de cerca, surgen muchas contradicciones. En países como Estados Unidos, este biocombustible se ha impulsado con el objetivo de reducir la dependencia de los combustibles fósiles, pero su efectividad como una verdadera alternativa verde está en entredicho. Los estudios muestran que el etanol de maíz podría ser hasta un 24% más intensivo en emisiones de CO2 que la gasolina¹, lo que significa que, en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, podría incluso ser más dañino.

Pero si eso es tan evidente, ¿por qué se ha dado tanto valor a esto? Porque en los estudios anteriores, o al menos en aquellos que se han utilizado para dar publicidad a los biocombustibles, no se tenían en cuenta algunos factores. Para producir etanol, se requiere una enorme cantidad de maíz, lo que lleva a la práctica del monocultivo intensivo. Esta forma de agricultura degrada los suelos y contamina las fuentes de agua con pesticidas y fertilizantes. Además, la conversión del maíz en combustible requiere más energía de lo que genera, lo que cuestiona su viabilidad como una alternativa sostenible en cuanto a las emisiones de CO2.

Y sí, es cierto que los monocultivos intensivos ya son un mal inherente a la agricultura actual. Pero en la inmensa mayoría de los casos se trata de monocultivo alimentario. Si ya de por sí tiene sus consecuencias negativas, cuanto ni más si sustituimos el monocultivo intensivo de alimentos por monocultivo intensivo para biocombustibles.

Contrapunto ambiental: cosechadora y ciudad al fondo, dilema energético.

La bomba de relojería medioambiental

El ciclo destructivo entre el monocultivo de maíz, la ganadería intensiva y la producción de biocombustibles tiene tres componentes clave:

  1. Monocultivo de maíz: Se utiliza para producir etanol y como alimento para el ganado, lo que requiere fertilizantes y pesticidas que degradan el suelo y contaminan el agua.
  2. Subproductos del etanol: Los granos destilados se utilizan como alimento para el ganado en las granjas industriales (CAFOs), promoviendo la expansión de estas operaciones contaminantes.
  3. Residuos del ganado: Los excrementos generados por el ganado alimentado con maíz se usan precisamente para producir biocombustibles y fertilizantes, lo que perpetúa un ciclo de contaminación. Aunque parece eficiente, este proceso provoca enormes cantidades de residuos orgánicos y emisiones de gases de efecto invernadero, incluyendo CO2. Además, el uso excesivo de fertilizantes y la acumulación de estiércol contribuyen a la eutrofización de los cuerpos de agua, causando daño a los ecosistemas acuáticos y generando zonas muertas.

Comparativa del impacto ambiental entre combustibles fósiles y biocombustibles.

Este ciclo cierra un circuito de dependencia mutua que amplifica los problemas ambientales, como la degradación del suelo, el uso intensivo de químicos y la contaminación del agua. Además, perpetúa la ganadería industrial, una de las principales fuentes de emisiones de metano, óxido nitroso y CO2, gases de efecto invernadero particularmente dañinos.

En países como Estados Unidos, donde se ha dado un gran apoyo a la producción de bioetanol de maíz con importantes beneficios fiscales, las grandes corporaciones han visto mucho interés en desarrollar su industria en base a este ecosistema.

Sin embargo, el resultado no ha sido la reducción esperada de emisiones de CO2, y ese nunca ha sido el objetivo real de los biocombustibles.

Imagen conceptual sobre la transición de combustibles fósiles a biocombustibles

Bio sí. Verde no.

Los biocombustibles que debían ser una alternativa a la gasolina y al diésel debían ser aquellos generados a partir de biomasa. Es decir, aquellos que provienen de desechos de otras industrias ya en funcionamiento. De esta forma, se da un nuevo uso a algo que actualmente era basura y un problema, para generar combustible.

En teoría, esto genera un combustible neutro en emisiones de CO2. Las emisiones de carbono que produce el uso de ese combustible son las mismas que ya hubiera tenido ese desecho.

Eso es biomasa. Pero producir maíz u otro cultivo de forma masiva, en monocultivo, y generar un ciclo completo que realimente a una industria con otra, no es sostenible desde un punto de vista ecológico. Etanol producido con maíz es un biocombustible, desde luego. Pero no es un combustible verde ni un combustible limpio en términos de CO2.

Maquinaria agrícola en campo de cultivo, posible producción de biocombustibles.

Curiosamente, España es uno de los países que menos ha fomentado la producción de bioetanol a partir de maíz. Pero en cualquier caso, esto es solo una muestra más de que los biocombustibles no son la panacea que a veces se nos quiere presentar. Y que combustibles como la gasolina, que hoy por hoy hemos sido capaces de aprovechar de forma más o menos eficiente, tampoco podrían ser tan malos en comparación con las opciones «verdes» en términos de emisiones de CO2.

Como siempre, cuando los intereses económicos aparecen, todo lo demás pasa a segundo plano. Durante muchos años se dijo que las alternativas a los coches con motor de combustión se habían frenado precisamente por intereses económicos. Y ahora parece que el paso a un nuevo tipo de movilidad no se va a producir por motivos ecológicos y medioambientales sino, de nuevo, por motivos económicos.


¹ Lark, T. J., Hendricks, N. P., Smith, A., Pates, N., Spawn-Lee, S. A., Bougie, M., Booth, E. G., Kucharik, C. J., & Gibbs, H. K. (2022). Environmental outcomes of the US Renewable Fuel Standard. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 119(9). https://www.pnas.org/doi/full/10.1073/pnas.2101084119

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Emmanuel Jiménez

Fan desde los 5 años de conducir y pilotar cualquier cosa que tenga ruedas o vuele, con motor o sin él. Seguir leyendo...

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