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Un amateur debutando en el Sim Racing dentro de las Finales Mundiales de Gran Turismo

No todos los días se puede decir que has competido en el marco de unas finales mundiales de las World Series de Gran Turismo, especialmente cuando entras prácticamente de rebote en un grupo en el que no tenías previsto competir. La premisa parecía clara. Categoría Pro-Am en la que muchos creíamos que tendríamos que turnarnos con uno de los pilotos que participan en la actualidad dentro de las series internacionales del popular título de Polyphony, pero que en este caso contó con la colaboración como coaches/spotters de algunos de los principales protagonistas de la escena del sim Racing.

De esta forma, me encontré sentado delante del Fanatec para hacer las rondas clasificatorias y con Takuma Miyazono a mi izquierda preparado para tener paciencia conmigo. Primera vuelta, meses sin ponerme delante del simulador y la realidad que no pudo ni tan siquiera evitar el dócil Subaru BRZ del Grupo 3 de Gran Turismo. Un trompo con el neumático frio nada más salir y con el Control de tracción desactivado. De reojo pude ver a Miyazono echarse las manos a la cabeza.

A partir de ahí todo fue a mejor. 20 minutos de clasificación y prácticamente ni una vuelta limpia durante las dos terceras partes iniciales de la sesión. El talón de Aquiles, la entrada a la recta de atrás, donde una vez que te ciñes demasiado al interior, el escalón interior es capaz de escupirte fuera de los límites de pista en el exterior del Circuit de Barcelona-Catalunya. Cuando no era un doblado, era una rueda derecha que superaba la línea blanca y te lastraba no sólo para es vuelta, sino que te obligaba a penalizar la siguiente.

Ni cambio de neumáticos por unos nuevos para intentar un Time Attack final, ni nada por el estilo. Juego usado y a jugársela en los últimos cuatro minutos buscando un giro limpio que me sacara de la novena posición de los 12 participantes que estábamos en nuestra ronda clasificatoria. Y salió, ni tan siquiera sé cómo, pero el 1:43 con el juego de usados apareció en la tabla de tiempos y el pulgar hacia arriba de Miyazono fue altamente reconfortante, aunque evidentemente era un crono muy alejado de los de delante. no me voy a quejar después de haber visto al genio gallego Abel Torres volar hasta el punto de que todo un ganador de las 24 Horas de Le Mans como Albert Costa se había quedado completamente embobado viéndole conducir un GT3 en Montmeló y bajar incluso del 1:39.

Otra vuelta y aunque los parciales no parecían del otro mundo, volví a bajar mi 1:43 para colocarme sexto y volver a recibir el ánimo en forma de lenguaje gestual de todo un Campeón de la Nations Cup 2020 y de la Manufacturers 2023 como Miyazono. Consejos y refuerzos de confianza a la hora de indicarme en el mapa del HUD que estaba haciendo un buen trabajo en esa zona de curvas de velocidad media y lenta que lleva a la Subida de la Moreneta. El trabajo estaba hecho y después de llevar unos meses alejado de GT7, la sensación de verme sexto fue gratificante, he de reconocerlo, por lejos que se quedara el tiempo.

Presente en semifinales, con la espinita clavada:

A partir de ahí, la fase de la categoría Pro-Am pasaba a la carrera, en el mismo escenario en el que minutos más tarde, ese mismo sábado, se iba a disputar la Manufacturers Cup con triunfo para Nissan después de una actuación en Nordschleife excepcional. Me quedé para la ocasión sin Spotter, algo que seguramente me hubiera ayudado, pero en su lugar pude completamente abstraerme en esa atmósfera tan poco habitual para aquellos que nos dedicamos a contaros historias, no a formar parte de ellas. Cámaras, focos, una sensación extraña de estar en ese lugar poco habitual, formando parte de la mitad de parrilla de una de las semifinales a cinco vueltas a disputarse también en el Circuit de Barcelona-Catalunya y teniendo en mente que los cuatro mejores de cada una de las mangas pasaría a la gran final del domingo.

Después de ver las dos primeras semifinales, quedaba claro que iba a ser lo más parecido a una Lobby movidita. Con nivel muy heterogéneo y con evidente peligro de contacto en la primera curva. Tocaba correr, cinco vueltas y la esperanza de que al menos pudiera mantener un puesto en mitad de tabla sabiendo que la falta de ritmo por la inactividad (las últimas sesiones de juego/entrenamiento fueron hace meses y con mando) iba a quedar patente. No era lo mismo sacarse una buena vuelta de clasificación que ser capaz de mantener las distancias en una carrera corta con el resto y sin errores.

Y ese es un escenario en el que creo que no me había visto nunca. No es lo mismo estar en el salón de tu casa compitiendo con un rival de Alemania y otro de Italia y poder dar rienda suelta a los enfados por tus errores o por las maniobras del resto. No es lo mismo sentirte en el centro de las miradas y con cámaras orbitando en torno a los distintos simuladores que horas más tarde iban a acoger a los competidores Pro para pelear por la victoria de la Manufacturers Cup.

Evidentemente no es lo mismo jugarte meses de trabajo en una carrera que el saber que estás compitiendo simplemente por la diversión y por llegar a la gran final donde estaba en juego una de las nuevas PS5 Slim, pero sí que es cierto que una vez te pones delante del volante, lo que quieres es que todo salga bien y, de paso, no liarla mucho. Sin Spotter, y sin los golpes de pulgar de Miyazono animándome, esa tercera semifinal la disfrute como hace tiempo que no lo hacía en una carrera OnLine.

Salida lenta debido a la carencia de velocidad punta del BRZ, lucha en las primeras vueltas para mantenerme dentro del grupo y finalmente una lucha con los coches que llegaban desde atrás que terminó con un desafortunado toque en la parte trasera derecha que me llevó a trompear y a salirme hasta la hierba. Posteriormente, otro trompo en la enlazada izquierda-derecha, cuando trataba de remontar tras la curva de La Caixa fue suficientemente como para despedirme de un lugar entre los 10 primeros en la que fue la semifinal con menos incidentes de las tres.

Incluso me arrebataron la Vuelta Rápida que me había anotado momentáneamente en el penúltimo giro de la carrera por apenas unas milésimas. Era seguramente el consuelo final con el que haber salido con el orgullo ligeramente restañado después del trompo que terminó de enterrar mi carrera, pero esos diez minutos viviendo la experiencia de un sim racer en las grandes ligas fue más que suficiente como para tachar de la lista de experiencias vitales el participar en un evento así.

La gran final de la categoría Pro-Am tuvo muchas estrellas, entre las que destacaban especialmente un Albert Costa que salía muy atrás, Manu ‘Gas’, el streamer británico Super GT y finalmente Abel Torres, miembro del equipo Fordzilla y un chaval capaz de dejarnos sin aliento a todos aquellos que nos movemos habitualmente dentro del mundo de las carreras al combinar esa descarada juventud con su gran rapidez en prácticamente todos los simuladores y la frialdad competitiva de los campeones del motorsport. El gallego se llevaría la victoria junto a uno de los pilotos Pro (es difícil diferenciar a Abel de uno profesional, ya que sólo le separa la edad de poder competir), Álex López.

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