Con demasiada frecuencia la actualidad nos deja, por desgracia, con noticias de situaciones trágicas, tristes y, en ocasiones, bochornosas, en carretera. Pero aún más descorazonador resulta asistir a la innecesaria polémica que se genera entre conductores y ciclistas, en un momento en el que todos, tanto conductores, como ciclistas, deberíamos contribuir a poner fin a las trágicas cifras de siniestralidad en carretera. Y soy consciente cuando digo que es trabajo de todos. Según las cifras de siniestralidad de la DGT, de víctimas mortales en las 24 horas posteriores al accidente, en 2020 fallecieron 36 ciclistas en vías interurbanas, de los cuales 13, la mitad, no llevaban casco. Pero vayamos al quid de la cuestión y a la eterna polémica que se plantea entre conductores y ciclistas, ¿quién paga las carreteras?
¿Por qué surge esta polémica entre conductores y ciclistas?
Los conductores estamos acostumbrados a pagar muchas tasas e impuestos por disponer de un automóvil y utilizarlo. Mi compañero Sergio Álvarez nos contaba recientemente los impuestos que se pagan por tener un coche que van desde el propio IVA y el impuesto de matriculación al comprarlo, al «numerito», los impuestos especiales de hidrocarburos cada vez que repostamos, las primas de los seguros, e incluso las inspecciones de ITV, por no hablar de multas, y servicios de estacionamiento regulado.
No obstante, si de verdad queremos analizar quién paga las carreteras y de dónde procede la partida que se emplea para su construcción y mantenimiento, tendremos que pensar a lo grande, y dirigirnos a los ingresos tributarios que, a fin de cuentas, pagamos todos los contribuyentes.
Ciclistas, conductores y todos los contribuyentes pagan las carreteras
La partida que financia la construcción y el mantenimiento de las carreteras depende de la administración a la que corresponda su titularidad. Pero, en esencia, los fondos que emplean las diferentes administraciones proceden, en todos los casos, del mismo lugar, de los ingresos tributarios y, por lo tanto, de la recaudación por la vía de los impuestos que soportamos todos los contribuyentes, independientemente de que conduzcamos y tengamos un coche, nos desplacemos en bicicleta por ocio o como medio de transporte, o utilicemos los transportes públicos. La construcción de una carretera convencional tiene un coste medio superior a los 4 millones de euros por kilómetro, mientras que el de una autovía es prácticamente el doble, cercano a los 8 millones de euros por kilómetro (Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana – MITMA).
Centrándonos en la administración estatal, la partida de infraestructuras de los Presupuestos Generales del Estado de 2021 es de 11.527 millones de euros. De ellos, 4.696 millones de euros proceden de la Unión Europea (del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia de la Unión Europea). Es importante destacar este aspecto, puesto que los fondos europeos han sido históricamente una de las fuentes de financiación de construcción y mantenimiento de infraestructuras (y no solo carreteras) más importantes de nuestro país. Desglosando, la conservación viaria requiere 1.033 millones de euros y la construcción de nuevas carreteras 989 millones de euros, una suma que merece la pena comparar con los 4.737 millones de euros que se invertirán en infraestructura ferroviaria (un 41% del total) o los 1.033 millones de euros en puertos y los 1.059 millones de euros en aeropuertos.
Los contribuyentes también sufragamos la inversión en construcción, mantenimiento, y explotación, de otras infraestructuras como la red ferroviaria, aunque no viajemos en tren; la de puertos, aunque no viajemos por vía marítima o fluvial; y la de aeropuertos, aunque no utilicemos el avión.
La fiscalidad «verde» del automóvil
Es cierto que algunas de las partidas más importantes y cuantiosas de la recaudación tributaria en la que se basan los Presupuestos Generales del Estado proceden de la fiscalidad relacionada con el automóvil y el transporte por carretera. Pero, como vemos, en ningún caso se puede establecer una relación entre esa recaudación y la inversión en infraestructura.
De hecho, el objetivo al que nos dirigimos es que esa fiscalidad del automóvil creciente, en el caso de los vehículos con motor de combustión interna, sufrague la inversión en proyectos «verdes», como incentivos a la compra de automóviles eléctricos y a la construcción de una infraestructura adecuada para la movilidad eléctrica.
En ese punto, tendríamos que hablar de una fiscalidad verde que, insistimos, tiene poco que ver con el hecho de que el conductor pague las carreteras. De hecho, todos los contribuyentes, pero sobre todo los conductores de vehículos con motor de combustión interna, pagaremos en menor o mayor medida el desarrollo de la movilidad eléctrica. Y si lo vemos desde otro punto de vista, no menos riguroso, pagaremos un impuesto, o un peaje, por contaminar.
Peajes: cuando el conductor sí paga las carreteras
Y ahora que hemos mencionado otra palabra clave, que nos causa especial enfado a los conductores, hablemos de los peajes. En los últimos años se ha estado considerando la posibilidad, cada vez más real, de que los conductores paguemos realmente por el uso que hacemos de las carreteras. Y ese pago no llegará por la vía de los impuestos, sino por la imposición de peajes. Son muchas las asociaciones, e incluso las administraciones públicas, que han advertido de la necesidad de introducir alguna suerte de pago de uso en las autovías – actualmente de acceso libre – de la red de carreteras españolas. Un debate complejo que, además, genera mucha controversia, por lo impopular de la medida y por sus posibles consecuencias en aspectos como el transporte profesional o la seguridad vial.
Se han estudiado diferentes opciones, aunque actualmente no se ha introducido ninguna, que pasan desde la instalación de peajes en todas las autovías españolas, hasta un sistema de tipo viñeta.
A día de hoy, los conductores no tenemos que pagar por utilizar las carreteras de acceso libre en España – sí las de peaje – porque su construcción y su mantenimiento lo estamos pagando a diario, todos y cada uno de los contribuyentes españoles, con nuestros impuestos. Pero, como os contamos, sí es posible que algún día tengamos que pagar por la utilización de las carreteras que hoy en día son de acceso libre. Y será entonces, y solo entonces, cuando los conductores de verdad podamos decir que somos nosotros los que pagamos las carreteras.