Un ingeniero neoyorquino ha recibido casi 2 millones de dólares, aproximadamente 1,64 millones de euros, tras denunciar a BMW después de pillarse el dedo pulgar con la puerta de su coche.
El incidente ocurrió hace casi diez años, en julio de 2016. Godwin Boateng, un ingeniero de software afincado en Nueva York, tenía la mano apoyada en el marco de la puerta de su BMW X5 del año 2013, con la puerta entreabierta unos 30 centímetros. La puerta se cerró y Boateng no pudo retirar el dedo a tiempo ni hacer fuerza contra la puerta porque se activó el mecanismo de cierre suave (soft close).
BMW X5
Boateng perdió la punta de su pulgar derecho y demandó a BMW alegando que eso le supondría también unas pérdidas de hasta 3 millones de dólares en ingresos por su trabajo. Pero BMW inspeccionó el vehículo, aseguró que no había defectos en el mecanismo de cierre suave de la puerta y negó toda responsabilidad por los daños o lesiones.
Pero el bueno de Godwin siguió peleando, convencido de que las puertas con soft close del BMW representaban un grave riesgo para la seguridad, y el caso llegó finalmente a juicio a mediados de 2024. El jurado dio la razón al propietario del X5 y obligó a BMW a indemnizarlo con 1,9 millones de dólares, desglosados de la siguiente manera:
- 800.000 dólares por el dolor y sufrimiento ya padecidos
- 850.000 dólares por el dolor y sufrimiento futuros
- 255.000 dólares por los ingresos que ha dejado de percibir
Tras conocerse el veredicto, BMW solicitó un nuevo juicio, pero el tribunal en cuestión rechazó la solicitud. El fabricante alemán elevó el caso al Tribunal de Apelaciones del Segundo Circuito de Estados Unidos con la esperanza de que se revocara la sentencia, pero ese intento también fracasó.
El tribunal de apelaciones coincidió con el jurado original y se negó a reabrir el caso, dictaminando que BMW había incurrido en «omisión engañosa» al no advertir a los clientes sobre el riesgo de colocar la mano en la trayectoria de la puerta. BMW argumentó, no sin razón, que cualquiera debería saber que no debe colocar la mano en la trayectoria de una puerta que se cierra. Pero así son los americanos, para lo bueno y para lo malo, y el fabricante alemán tendrá que desembolsar el dinero.







