El pasado fin de semana se subastó un Ferrari Daytona SP3 por la friolera de 26 millones de dólares. A simple vista parece un disparate (y lo es) propio de un multimillonario muy caprichoso. Nadie en su sano juicio pagaría esa cifra por un coche cuyo valor de mercado ronda los 5 o 6 millones. Pero, en realidad, tiene bastante más sentido del que parece y la explicación está en la ingeniería fiscal.
Un Ferrari único en el mundo
El Daytona SP3 es uno de los Ferrari más exclusivos de la era moderna. Su producción estaba limitada a 599 unidades y todas ellas se vendieron antes de empezar a fabricarlo. Pero Ferrari decidió hacer un coche más, no por avaricia sino todo lo contrario, con fines benéficos.
Ferrari construyó la unidad «599+1» con una configuración espectacular. Una carrocería mitad pintada, mitad en fibra de carbono vista y con el logotipo de Ferrari en medio. Nunca antes Ferrari había hecho algo así en uno de sus coches. El interior también tiene detalles fuera de lo habitual, todo ello realizado por el departamento Tailor Made.
Ferrari donó este ejemplar para conseguir fondos que irán destinados a su fundación, que tiene el enfoque puesto en proyectos educativos para niños y jóvenes.






La clave: una subasta benéfica
El precio de mercado de los Daytona SP3 está en cifras astronómicas, por encima de su precio nuevo. Pero aún así hablamos de un valor en torno a los 5-6 millones de dólares, muy lejos de los 26 que alguien acaba de poner sobre la mesa.
La diferencia es que este coche no se vendía en un concesionario ni entre particulares, sino en una subasta benéfica. Todo el dinero recaudado se destinará a la Ferrari Foundation, reconocida bajo el estatus 501(c)(3) en Estados Unidos. Eso significa que no se trata de una simple compra: es una donación caritativa con ventajas fiscales.
Para entender todavía mejor esta situación, valga otro ejemplo. En la descripción de la subasta del vehículo, el segundo punto destacado por la casa subastas (RM Sotheby’s) era precisamente que el dinero iría destinado a una fundación de tipo 501(c)(3), es decir, estaban diciendo a los potenciales pujadores que la compra tenía beneficios fiscales.
El IRS (la Hacienda norteamericana) establece que, cuando alguien paga por un bien en una subasta benéfica, solo es deducible la parte que excede el valor de mercado. En este caso, el Ferrari vale unos 6 millones, así que los 20 millones restantes se consideran donación pura y dura.






Los números que cambian la perspectiva
Sabiendo lo anterior, hagamos unas cuentas rápidas:
- El comprador ha pagado 26 millones de dólares
- El valor de mercado del coche es de unos 6 millones
- Cantidad deducible: 20 millones de dólares
En Estados Unidos, las donaciones en efectivo a fundaciones reconocidas como 501(c)(3) son deducibles hasta un máximo del 60% de los ingresos brutos del contribuyente en cada ejercicio, pudiendo arrastrarlo durante cinco años. En el caso de este Ferrari, los 20 millones que superan su valor de mercado se consideran donación y, siempre que el comprador tenga un nivel de ingresos lo bastante alto, podrá desgravarlos. Con el tipo marginal federal máximo del 37%, eso equivale a un ahorro potencial de hasta 7,4 millones de dólares en su factura fiscal.
En otras palabras, el Daytona SP3 no le ha costado realmente 26 millones, sino 18,6. Y si tenemos en cuenta que, de esos 18,6 millones, al menos 6 son «recuperables» porque es lo que vale el coche en el mercado, en realidad le ha costado unos 12,6 millones. Sigue siendo mucho, pero ya no son los 26 millones que contábamos al principio. Y teniendo en cuenta la manera en que se revalorizan los Ferrari especiales, es probable que, pasados unos cuantos años, no acabe perdiendo demasiado dinero cuando decida venderlo.
Imágenes del Ferrari Daytona SP3 «599+1»





