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La solución definitiva y revolucionaria de Mazda para convertir un futuro RX-8 en el primer coche eléctrico puramente deportivo

Pocas marcas evocan tanto purismo y expectativa como Mazda. La firma japonesa siempre ha sido destacada por su innovación, por sus planteamientos alternativos a lo establecido, como lo es el motor rotativo tan característico de sus vehículos más míticos. Ahora, con rumores y patentes circulando, podrías tener que prepararnos para la que podría ser la revolución de los eléctricos deportivos: un nuevo Mazda RX-8 con un chasis construido en fibra de carbono, ofreciendo un atisbo de lo que podría ser el primer coche eléctrico deportivo verdaderamente puro.

El problema de los coches eléctricos como deportivos

Mientras el mercado avanza con paso seguro hacia la electrificación, los coches deportivos han enfrentado un desafío único. El peso adicional de las baterías ha sido una losa en materia de rendimiento, equilibrio y sensación de conducción. Los puristas han temido que los deportivos eléctricos sacrificasen la emoción que ofrecen no solo el motor de combustión, sino también un reparto de pesos óptimo para el rendimiento.

La justificación técnica tras este paso atrás es comprensible: el peso y distribución de las baterías de litio, claves para un vehículo eléctrico, contradicen los principios que han definido a los iconos deportivos por décadas. El Mazda MX-5, por ejemplo, destacó en su época dorada por no pasar de los 950 kg. Un peso absolutamente imposible para un coche eléctrico.

La solución de Mazda: un chasis de fibra de carbono

La clave de Mazda para compensar ese peso extra de las baterías en un vehículo deportivo pasaría por el uso de un material que ha sido vital en el mundo de las carreras y la conducción deportiva: la fibra de carbono. Mazda ha publicado recientemente una patente que detalla un innovador proceso de fabricación de un chasis 100% de fibra de carbono.

Aunque algunas marcas ya habían apostado por algo similar como es el caso de Lamborghini o Bugatti, estos eran casos más bien aislados y para proyectos específicos. Ya sabemos que aunque la fibra de carbono es un material de alta resistencia, también plantea problemas por su comportamiento en caso de accidente que podrían no hacerlo recomendable para un vehículo de amplío uso.

La fibra de carbono es famosa por su increíble resistencia en comparación con su peso ultraligero. En el contexto deportivo, esto se traduce en mejoras significativas en el rendimiento, como mayor aceleración, distancia de frenado más corta y, lo que es crucial, una agilidad notable en las curvas. Y por supuesto, con su capacidad para compensar ese peso extra que provendría de la batería.

Una resistencia nunca antes vista: un material isotrópico

Pero la apuesta de Mazda no se focalizaría únicamente en usar la fibra de carbono para compensar el peso elevado de las baterías, sino que estaría decidida a cambiar las reglas en cuanto a la estructura de los vehículos deportivos. En su patente, el enfoque de Mazda al tratamiento de dicha fibra con patrones detallados y cruzados apunta a crear un ‘material isotrópico’. Esto se conseguiría uniendo capas de fibra de carbono con distintas direcciones para que el material responda bien antes los esfuerzos en cualquier dirección.

Con esto se conseguiría que el chasis de ese posible nuevo Mazda RX-8 fuera ligero a la vez que rígido, lo que permitiría alcanzar los rendimientos exigidos para un modelo deportivo.

Un clásico indestructible: el Mazda RX-8

La patente de Mazda no hace referencia a un Mazda RX-8, aunque es verdad que este nuevo vehículo no podría ser un MX-5 renovado debido al hecho de que lo poco que sí aparece confirmado en la patente es el hecho de que hablamos de un vehículo de cuatro puertas. Originalmente el RX-7 que precedía al RX-8 tampoco era de cuatro puertas, pero la última versión sí lo fue, aunque las dos posteriores fueran más pequeñas y de apertura suicida.

Aunque el vehículo de la patente podría parecerse también a un Mazda 3, un chasis de carbono no tiene sentido en un vehículo estándar, y lo lógico es que esté pensado para un coche que ocupe un lugar especial entre los vehículos de rendimiento. Difícilmente hay más deportivos ligeros de cuatro puertas que cumplan mejor con todas esas características que un potencial nuevo Mazda RX-8.

Mucho se ha hablado sobre su relevo, pudiendo ser también un RX-9 basado en un diseño prototipo denominado RX-Vision Concept que se presentó en el 2015, y que Mazda confirmó que seguía entre sus planes de lanzamiento, sin hablar de fechas orientativas. Este último tenía dos puertas, 1.300 kg de peso y unos 400 CV, pero no dejaba de ser un prototipo con muchos años a sus espaldas en una industria que ha cambiado muchísimo con la proliferización de los eléctricos.

Mazda no renunciaría a su motor rotativo

La llegada de la era eléctrica no implica necesariamente una renuncia al motor rotativo, sino más bien una adaptación de este. Mazda ya explicado que han valorado la posibilidad de un híbrido eléctrico con motor rotativo. Y no se descarta la posibilidad de utilizar el motor rotativo como generador de autonomía extra. El pequeño tamaño del motor rotativo podría hacerlo ideal para esta tarea.

Habrá que ver si finalmente ese posible Mazda RX-8 se hace realidad, si llegaría como un modelo deportivo con cuatro puertas, con un chasis de carbono y con un motor Wankel, o si finalmente nada de esto se hace realidad. Recordemos que las patentes tardan un tiempo en verse aplicadas en los modelos finales, por lo que este RX-8 o RX-9 podría no llegar aún, o no hacerlo nunca. Eso sí, aunque la patente se ha publicado este año, lo cierto es que se registró inicialmente en enero del 2022.

Por todo esto, no sería nada raro que Mazda acabara siendo la que presentara una solución innovadora para los coches eléctricos en el ámbito deportivo que recupere esa experiencia purista de los deportivos ligeros.

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