El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha calificado este miércoles de «error histórico para Europa» la decisión de la Comisión Europea de relajar el veto a los coches de combustión para 2035. Sin embargo, la nueva propuesta de Bruselas, en la práctica, no va a cambiar casi nada respecto a lo que había antes.
Durante el acto Avanzando en el Pacto de Estado frente a la Emergencia Climática, el presidente del Gobierno aseguró que «lo que ayer se aprobó en el Parlamento Europeo es un error histórico de Europa», en alusión la suavización del veto al motor de combustión interna y la posibilidad de seguir vendiéndolo, con condiciones, más allá de 2035.
Lo justificaba Sánchez porque «la competitividad se garantiza por la sostenibilidad y no por debilitar nuestros compromisos climáticos». Hace apenas unos días, antes de que la Comisión Europea anunciase definitivamente los cambios, Pedro Sánchez pidió a Bruselas que no suavizara las medidas y que siguiera adelante con la prohibición de los motores contaminantes.
¿Qué ha hecho Bruselas?
La nueva propuesta de la Comisión Europea consiste en flexibilizar los objetivos de emisiones para los fabricantes, una iniciativa que se enmarca en un amplio paquete de medidas para reforzar la competitividad del sector del automóvil y que la industria ha acogido positivamente. Y es que estas medidas son la respuesta a los llamamientos de la industria para mantener la competitividad frente a China y Estados Unidos, y con un mercado que está demandando menos eléctricos de lo que estaba previsto.
Bruselas permitirá compensar un 10 % del CO2 emitido por los coches nuevos en 2035 mediante otro tipo de reducciones a lo largo de la cadena de valor. Dicho de otro modo: se podrán vender coches que emitan CO2 siempre y cuando sus emisiones se compensen por otro lado, por ejemplo utilizando «acero verde».
De este modo, Bruselas deja una puerta abierta a que puedan seguir vendiéndose algunos coches con motor de combustión, como híbridos enchufables y eléctricos con extensor de autonomía, más allá de 2035. Pero el motor de combustión no va a tener barra libre, ni mucho menos. De hecho, a largo plazo, en la práctica no cambiará casi nada.
En 2035 seguirás teniendo que comprar un eléctrico
- Bruselas sólo ha suavizado un poco el objetivo para 2035
Con los objetivos anteriores, los coches nuevos tenían que reducir todas sus emisiones (100%) respecto a 2021, es decir, todos los coches tendrían que ser cero emisiones. Ahora Bruselas dice que tendrán que reducir sus emisiones en un 90% en el tubo de escape, lo cual viene a ser casi lo mismo, porque, en la práctica, eso sólo se consigue con un coche eléctrico.
- Ese 10% de emisiones no «desaparece»
El 10% que Bruselas deja de margen de tendrá que compensarse con biocombustibles sostenibles, e-fuels y materiales de menor huella de carbono, como el acero verde producido en Europa. Se podrán vender coches nuevos que emiten CO2, pero no saldrá barato.
- Sí hay más respiro para los objetivos de 2030
El objetivo de reducir las emisiones en un 55% para 2030 no se elimina, pero ahora las emisiones se promediarán entre 2030 y 2032, igual que se ha hecho con los objetivos de 2025. (que se extendieron hasta 2027). De este modo, los fabricantes tendrán más margen para evitar multas por exceso de CO2.
- Coches eléctricos pequeños europeos
Se dará un empujón a los eléctricos pequeños con «supercréditos». Bruselas intenta atacar el elefante en la habitación del coche eléctrico asequible y hecho en Europa. Para ello, ofrecerá condiciones ventajosas e incentivos a los eléctricos pequeños y asequibles fabricados en suelo comunitario.
- Furgonetas y flotas
La propuesta incluye también una revisión en la reducción de emisiones para las furgonetas, que en 2030 tendrán que recortar sus emisiones de CO2 en un 40% respecto a 2021, y no del 50% como estaba previsto. Esta reducción refleja una realidad: la electrificación en las furgonetas está siendo muchísimo más lenta que en turismos.
El paquete incluye una directiva dirigida a las flotas profesionales y orientada a impulsar la demanda de vehículos cero emisiones mediante objetivos específicos por países para las flotas de empresa, que suponen el 60% de las compras de automóviles nuevos en la UE.
