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Mis baterías duran 10 años; y después ¿qué?

Las baterías que incorporan los vehículos eléctricos, ya sean híbridos o puros, tienen una vida útil esperada de unos 10 años. En los primeros 5 años bajan a un 80% y tras otros 5 se quedan en un 75% de la capacidad original. En ese momento su carga se considera ya insuficiente para un coche pero ¿qué sucederá con las baterías usadas de ahí en adelante?

Existen varias alternativas para las baterías usadas (obviamente el reciclaje es la última) pero vamos a centrarnos aquí en la posibilidad de reutilización, a priori más ventajosa. Al menos Nissan y General Motors analizan actualmente esta posibilidad.

GM firmó a principios de año un acuerdo con el Grupo ABB para explorar la posibilidad de utilizar las baterías de su Chevrolet Volt/ Opel Ampera como acumulador de energía conectado a un sistema de generación intermitente o a la red eléctrica, además de servir como sistema de seguridad anti-apagones.

La idea, también investigada por Nissan a través de un acuerdo similar con Sumitomo (para dar una segunda vida a las baterías de su Nissan Leaf) es que esas baterías, con un 75% de su capacidad de almacenamiento todavía activa, puedan servir como complemento para instalaciones de energía renovable, especialmente solar y eólica, que por su propia naturaleza son intermitentes y no están sincronizadas con las horas de demanda sino con los caprichos de la meteorología.

Conectando baterías usadas a estos sistemas de generación, podría acumularse la radiación solar para su consumo nocturno o la eólica para su consumo en momentos de calma. Conectadas directamente a la red, servirían como sistema de almacenamiento, lo que aliviaría la tensión sobre las plantas de generación en momentos de pico de demanda y alisaría también los momentos de valle, aprovechando para recargarse. Constituirían, también, una red de seguridad frente a eventuales problemas de suministro.

A nivel doméstico, sería el complemento perfecto para unos paneles solares instalados en el tejado de nuestra casa y permitiría el consumo nocturno de la energía generada durante el día; incluso la recarga de un coche eléctrico de noche con esa energía de origen solar almacenada. Este sí sería un sistema de cero emisiones… suponiendo que salga el sol, claro.

Existen diversas dudas con respecto a la viabilidad de este sistema: por un lado existe la incertidumbre acerca de cuánto más pueden durar unas baterías de ion-litio tras 10 años de uso en un automóvil. No existen vehículos eléctricos con esta tecnología y con esa antigüedad para poder afirmarlo con rotundidad, pero se espera que sean unos 15 años más.

Sí pueden hacerse pruebas de envejecimiento acelarado, con cargas y recargas que simulen el uso real durante años en unos pocos meses, pero el mero paso del tiempo también deteriora las propiedades químicas de este tipo de baterías y para observar sus efectos reales no queda más que esperar.

En un segundo frente de interrogantes estaría el coste de la adaptación de esas baterías usadas comparado con el coste que tendrán, dentro de 10 años, las baterías nuevas. Si el coste de éstas baja sustancialmente, tendría poco sentido instalar un elemento usado, con una vida útil mucho más dudosa y en todo caso menor.

Dudas aparte (siempre las hay) casi cada día estamos observando cómo los fabricantes luchan por dar salida a los diferentes problemas planteados por la propulsión eléctrica.

El mero hecho de intentarlo es digno de elogio.

Fuente: M.I.T. Technology Review
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