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¿Estacionar en un punto de recarga? No, si no es para recargar

Las anécdotas con respecto al automóvil eléctrico son muchas, aunque todas ellas guardan en común la característica fundamental de que tienen que ver con la recarga de sus baterías de un modo u otro. La práctica inexistencia de puntos de recarga públicos hace muy difícil embarcarse en la compra de un coche de este tipo, pero si por lo menos contamos contamos con un limitado número de puntos, lo único que se puede pedir es que el acceso y el uso de estos sea siempre el mejor y más recomendado para todos los posibles usuarios.

Así, estos puntos de recarga se rigen por una ley lógica y común que debería llegar a la opinión pública, de igual modo que todos conocemos que los espacios para minusválidos son de uso exclusivo para este colectivo. Aparcar en un punto de recarga sin estar restaurando nuestra batería es un hecho que puede acabar con la retirada del vehículo, ya que la ley establece que estos espacios solo pueden ser empleados bajo ese margen horario donde se efectúa la recarga.

El problema que nos encontramos en este punto, no es otro que la falta de respeto frente a un nuevo sistema de propulsión y la escasez de una infraestructura dedicada. De este modo, se debería aplicar una normativa más dura que de verdad hiciera mella en las intenciones de aquel que tan siquiera se plantee aparcar en un espacio reservado para los eléctricos tan solo unos minutos. Hay que recordar que, el conductor que busca este espacio de recarga no busca encontrar un aparcamiento, sino un lugar donde poder restaurar parte o la totalidad de su autonomía para llegar a su destino.

Este tipo de conductas deberían de penalizarse más duramente ya que no hablamos de un aparcamiento, sino de una zona donde recargar nuestras baterías

El denominado «range anxiety» no es un término acuñado por casualidad, la conducción de un coche eléctrico aboga por un estrés extra cuando ves que tu autonomía se reduce, mientras que la distancia para llegar al destino permanece casi intacta. Si además añadimos que marcar en el GPS el punto de recarga más cercano puede llevarnos hasta una plaza ocupada, el nivel de desesperación puede ser mayor o igual que todo el recorrido que hemos realizado con la autonomía bajo mínimos.

A priori podría parecer que este tipo de hechos solo responden a una falta de costumbre o desconocimiento por parte de la sociedad, pero como usuario de la vía creo entender que esto solo es así en un número muy reducido de los casos, siendo el resto de las conductas un mayor fruto de la picaresca y de la ley del más fuerte. Un espacio libre con ciertas preferencias por proximidad a un determinado lugar se antoja muy interesante, ponga lo ponga en la serigrafia plasmada en el suelo. Lo importante que tiene que entender la sociedad es que no habría que actuar bien por el hecho de ser multado, sino porque tarde o temprano ese punto de recarga puede ser el que nos ayude a nosotros a volver a casa.

Fuente: FCE
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