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Tecmovia

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Schaeffler nos recuerda la importancia de la gestión térmica en los motores convencionales

Schaeffler nos presenta a través de su vehículo experimental como la regulación electrónica del sistema de refrigeración puede arrojar mejoras en eficiencia por encima del 4%. No se trata de un rediseño del sistema en sí mismo, sino de un mejor aprovechamiento del concepto y una mayor capacidad de regulación que permita obtener una temperatura óptima de servicio sin necesidad de llevar a cabo derroches energéticos en procesos de calentamiento y refrigeración.

Hasta la irrupción masiva del propulsor eléctrico, el uso de mecánicas convencionales parece haberse convertido en ese mal menor que todavía atesora un enorme potencial de mejora. La temperatura, como no, sigue siendo uno de los aspectos que más influyen en la eficiencia global de nuestro vehículo, de ahí que la gestión de la misma cada vez cobre un mayor valor.

La importancia de la temperatura

Conseguir la temperatura de servicio implica un elevado gasto de combustible, alto nivel de contaminación y amplios esfuerzos de la mecánica

La temperatura, o mejor dicho su control, es uno de los eternos hándicaps de los propulsores convencionales, ya empleen gasolina, gasóleo, GLP… Conseguir el determinado intervalo térmico de funcionamiento requiere un alto derroche energético que además se ve acentuado en cuanto las variables exteriores marquen temperaturas máximas o mínimas extremas.

Que la aguja de la temperatura ronde los 90º requiere emplear porcentajes superiores al 50% de la energía química de nuestro combustible, y eso solamente para calentar todos sus componentes que más tarde necesitarán de aún más energía para ser refrigerados.

Derrochando energía para calentar, y aún más para enfriar

Un sistema de refrigeración convertido en diferentes módulos independientes

De esto modo Schaeffler intenta poner algo de orden en este despilfarro energético a través de un punto común a todos los sistemas y subsistemas que componen un circuito de refrigeración convencional. La clave no es otra que aprovechar esta generación de calor para calentar el vehículo en el menor tiempo posible impidiendo que el refrigerante fluya libremente, para más tarde, a medida que la temperatura comience a sumar grados, ampliar la extensión del circuito mediante diferentes estadios para que sólo con el bombeo del refrigerante hacia las zonas de disipación térmica se consiga mantener una temperatura óptima sin necesidad de emplear refrigeración forzada.

Un único módulo que a través de trampillas comandadas eléctricamente es capaz de dividir el sistema de refrigeración en diferentes circuitos independientes. De su correcto funcionamiento no sólo se consigue aprovechar la generación de calor, sino que se reduce el tiempo de calentamiento, se mejora la correcta lubricación de los componentes, se disminuye el gasto energético en refrigeración y se consigue aumentar la eficiencia de la mecánica en un 4%.

Fuente: Schaeffler
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