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Volvo logra paridad de precios entre coches térmicos y eléctricos

Volvo, con uve de vanguardia, siempre se ha caracterizado por una visión adelantada de la industria automovilística que le ha llevado a ser una empresa pionera en muchos aspectos. Se trata de un fabricante pequeño que nunca ha pretendido competir, al menos en cuanto a volumen, con los grandes alemanes. Considerada durante décadas la referencia en seguridad, esta compañía de origen sueco (pese a su integración en un grupo chino) sigue representando el concepto de firma al que aspiran la mayoría de marcas de un sector donde, en 2023, reina el caos mercadotécnico, el aumento de los costes de adquisición y, en definitiva, la inseguridad ante un futuro muy incierto.

Tanto es así que los nórdicos han conseguido, antes que cualquier marca tradicional de origen europeo, un hito ansiado por todas: la paridad de precios entre los vehículos con motor de combustión y los 100% eléctricos. Esto ha sido posible gracias al EX30, su último producto, por el que piden un mínimo de 36.770 euros (PVP oficial). Por esa cantidad de dinero se recibe un SUV compacto bien equipado con 272 CV de potencia y 344 km de autonomía según ciclo WLTP. Cualquier equivalente térmico del segmento “premium” cuesta más dinero aunque, por supuesto, pueda recorrer más distancia con un depósito de carburante.

Conocida por inventar el cinturón de seguridad de tres puntos, el sistema pasivo de protección contra impactos laterales, el airbag de cortina, la monitorización de puntos ciegos durante la conducción o la frenada de emergencia automática con detección de peatones, normalmente a Volvo le ha resultado muy fácil entender a los clientes con una intención de compra familiar. En esencia, trata de interpretar sus necesidades presentes para anticiparse al futuro con distintas tecnologías y estrategias corporativas como las cinco que explicamos a continuación.

Volvo Ex30 Exterior

Una alianza precoz (y necesaria) con los chinos

No nos engañemos. La industria automovilística sabía perfectamente, desde hace más de una década, lo que China estaba tramando en Oriente y cómo sus fabricantes nacionales se estaban aprovechando del “know-how” (conocimiento y operativa) de los occidentales, que buscaban producir allí al menor coste posible al tiempo que penetraban en un mercado gigantesco. Volvo vio una oportunidad en su cambio de propiedad, de Ford a Geely, para establecer un vínculo sólido con los asiáticos e iniciar la implementación de desarrollos que continuasen liderando el sector como había ocurrido en más de una materia hasta el año 2010, momento en el que se lleva a cabo la integración con los de Hangzhou. Hoy, Volvo es algo así como la división europea de Geely, aunque no es la única marca sobre la que tiene control en nuestras latitudes.

“Downsizing” y optimización de plataformas

Volvo fue la primera en eliminar de su gama todos los motores de combustión interna con más de cuatro cilindros para lograr un buen promedio de emisiones sin recurrir necesariamente a una electrificación incipiente y todavía verde (cosa que también hizo finalmente). Redujo su amplio elenco de propulsores a un bloque de 2 litros diésel y de gasolina, diferenciándose de Audi, BMW o Mercedes incluso en sus modelos más prestigiosos (categorías grandes). De igual modo, optimizó el uso de sus plataformas para contar con el número más pequeño posible. Actualmente, todas sus novedades y las que se esperan parten únicamente de dos.

Volvo V60 Polestar Engineered 2020 06

Electrificación y cambio en el concepto de coche

Los escandinavos se volcaron en la electrificación de la mano de sus socios chinos con tecnología punta en materia de baterías y unos costes de fabricación contenidos. Para ello, crearon una marca completamente nueva, de nombre Polestar, bien diferenciada de la Volvo original. Más allá de un nuevo modelo de venta y distribución, su filosofía redefine la movilidad con el acento en el lujo minimalista y la sostenibilidad (materiales reciclados). Por otro lado, Lynk&Co, otra subfirma, estrenó una forma de uso, pues sus coches no pueden adquirirse en propiedad partiendo de la idea de que el automóvil es un servicio y no tanto un producto, al contrario de lo que se pensaba hasta hace unos años.

Mantenimiento de su esencia pese a la transición

Diseño, simplicidad, calidad, seguridad y practicidad siguen siendo máximas en Volvo, que no renuncia a sus valores pese a la transición energética que sufre la industria y a la que los suecos también se han visto obligados. No todos los fabricantes pueden decir lo mismo: algunos de sus competidores han modificado su posicionamiento comercial o han reducido sus esfuerzos por crear coches que demuestren una construcción sólida y no sólo una apariencia. Los vehículos de esta marca siguen apostando fielmente por la funcionalidad y la versatilidad sin perder un aspecto elegante y original. Tampoco dejan atrás la innovación en aspectos que trascienden los sistemas de propulsión, por ejemplo la conducción autónoma (que abarca todos los asistentes a la conducción) o el infoentretenimiento. De hecho, Volvo apostó por Google Auto antes que nadie, con las ventajas que supone. Qué bueno es tener principios inamovibles en la era de lo banal.

Volvo Ex30 Interior

Diferenciación: adiós berlinas, hola monovolúmenes

El último aspecto en el que Volvo se adelanta a su competencia es en el abandono de las berlinas y los familiares en pro de los SUV. Así lo confirmaba AutoNews hace unas semanas, avisando de que esto ocurriría primero en mercados muy concretos como el británico. Esto va en la línea, ya comentada, de la optimización de costes y de centrarse en los productos que añaden valor, no sólo al cliente moderno, sino a las arcas de la empresa. A cambio, los de Gotemburgo recuperarán un tipo de carrocería abandonado por casi todos los fabricantes, entrando en una categoría minoritaria, pero de la que podrían hacerse dueños: tendrán un monovolumen de lujo, denominado EM90 y basado en el Zeekr 009, muy pronto.

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