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Dubai: Lujo, tecnología y ¿movilidad sostenible?

Desde época de Alejandro Magno, allá por el siglo IV a.C., próximo oriente ha sido para el mundo occidental sinónimo de exotismo y fantasía. Hoy, casi dos milenios y medio después, el Golfo Pérsico, agitado por constantes guerras, sigue exportando una rara fascinación al mundo, al igual que en la antigüedad en forma de riqueza exuberante, de maravillas arquitectónicas, o de las más feroces y fantasiosas bestias… de cuatro ruedas. Nuestro compañero Daniel Seijo se desplaza esta semana hasta Dubai, la ciudad más poblada de los siete Emiratos Arabes Unidos. Una ciudad que en los últimos 20 años se ha convertido en una galería de proyectos urbanísticos de magnitud inimaginable, desde islas artificiales hasta un edificio de más de 800 metros de alto. Echemos un vistazo a una megápolis construída sobre el petróleo y la especulación financiera.

Dubai: historia de un gigante del lujo

Dubai es una urbe con asociada a lo superlativo. Los enormes rascacielos de su distrito financiero y sus inmensas avenidas representan una expresión máxima del lujo. Para los aficionados al automóvil la ciudad es sinónimo de supercoches tan exclusivos que a menudo son carísimas piezas únicas. De hecho las inmensas fortunas acumuladas por nativos o inversores extranjeros en las ciudades del golfo han influido en la industria del automóvil de forma evidente desde hace décadas, pero de forma especial en los últimos 20 años. Las ediciones limitadas de apenas unas decenas de ejemplares a precios astronómicos de los coches más deseados del mundo (llámense Ferrari, Porsche, Maserati, Pagani, Bugatti, McLaren…) tienen como objetivo prioritario a millonarios del Golfo Pérsico ávidos de caballos y exclusividad.

De los escasos 100 000 habitantes de 1970 pasó a casi 700 000 en 1993, multiplicando su superficie por 8, justo en las dos décadas en las que el petróleo se convirtió en el principal recurso estratégico del mundo.

Un negocio muy lucrativo para todo el mundo que se entiende con un sencillo dato: Ferrari ha creado un parque temático de la marca y no lo ha hecho en Italia sino en el vecino Abu Dhabi.
Hasta la creación de Emiratos Arabes Unidos en 1971 Dubai había sido una especie de puerto franco dedicado al comercio y exportación de perlas bajo protectorado británico, y también un refugio tranquilo para quienes huían de los agitados países del entorno, como Iran o India.
El hallazgo de importantes reservas de petróleo en su territorio en 1966 puso a Dubai en el mapa de las grandes fortunas del mundo. A mediados del siglo XX la población extranjera en Dubai ya rondaba el 50%, mientras que hoy supera el 70%. Con la llegada del petróleo y la independencia la ciudad conoció un periodo de prosperidad que la transformó. De los escasos 100 000 habitantes de 1970 pasó a casi 700 000 en 1993, multiplicando su superficie por 8, justo en las dos décadas en las que el petróleo se convirtió en el principal recurso estratégico del mundo.

Desarrollo, riqueza y… ¿sostenibilidad?

Pero ¿qué clase de ciudad es Dubai en términos de movilidad sostenible? Sencillamente es un carísimo desastre urbano causado por un desarrollo rapidísimo y con escaso control, promovido por una élite y con escasa participación social. Una ciudad extendida, inconexa y entregada casi al 100% al automóvil aunque, paradójicamente, no todo ese desorden urbanístico se debe a la riqueza del petróleo. En los últimos 20 años, espoleado por la especulación financiera e inmobiliaria y los inversores internacionales en busca de paraísos fiscales, el emirato ha multiplicado su población por 3 y la expansión de la ciudad avanza a tal velocidad que los mapas quedan desactualizados tan pronto como se acaban.
Por un lado, Dubai es un maravilloso e impactante parque arquitectónico. Recorrer su distrito financiero es como pasear por una revista de arquitectura, con las últimas novedades técnicas y las más asombrosas formas constructivas.
Esto también incluye edificios de alta tecnología y con una gran implantación de energías renovables, como el asombroso proyecto de la torre 10 MW de Studied Impact. El proyecto consiste en un rascacielos destinado a oficinas que incorporaría en su estructura placas y aerogeneradores capaces de obtener 10MW de energía de fuentes limpias.

Sólo el 6% de los habitantes de Dubai usa el autobús como medio de transporte, mientras el número de coches crece al 12% anual

Los proyectos de Zaha Hadid, Jean Nouvel o Rem Koolhaas para la ciudad tienen como objetivo la creación de edificios sostenibles, e incluso mastodontes como el Burj Khalifa, incorporan sistemas de eficiencia energética de última generación.
Pero esos rascacielos están anclados al suelo, y es ahí, cientos de metros más abajo de sus miradores, donde se plasma el problema diario. La inmensa avenida de Sheid Zayek separa una enorme y anodina zona residencial de un distrito financiero y de negocios sembrado de rascacielos de última generación.
Muchos de estos rascacielos se alzan en complejos de lujo crecidos de forma desordenada entre secciones de desierto sin urbanizar, o grandes centros de comercio y negocios cuyos planes son totalmente independientes y ajenos al desarrollo de la ciudad. Esta forma urbana, consagrada a la especulación inmobiliaria, ha creado una ciudad inconexa totalmente hostil para el peatón. En la ciudad de los petrodólares sólo el 6% de sus habitantes usa el autobús para desplazarse, mientras que la cifra de coches crece a ritmo del 12% anual. Los trabajadores que sirven a la exigua élite dubaití viven en ciudades anexas cuyas condiciones urbanas y viviendas tienen una escasa calidad y su única alternativa para el transporte es el vehículo privado.

Futuro impreciso

La ciudad de Dubai es un pulso al Medio Ambiente. Tras la deslumbrante serie de edificios singulares y de alta tecnología, las cifras de polución ambiental son aterradoras. Dubai es la ciudad con mayor huella ecológica del mundo según WWF, 6 veces mayor que la media de planeta, y la implantación de energías renovables en sus rascacielos apenas llega a compensar la hipoteca de una forma urbana descontrolada. En este sentido el emirato va por detrás del vecino Abu Dhabi, apenas a 130 km, que al menos ha puesto en funcionamiento el megalómano proyecto de Masdar destinado en exclusiva a estudiar la implantación de renovables en un clima tan extremo como el del Golfo Pérsico.
El futuro de Dubai es, por tanto, una incógnita, pero se ve amenazado por el mismo fulgor en el auge y caída que otras ciudades relacionadas con el petróleo y el automóvil en la historia reciente. Tanto como la desconocida Bakú, o la icónica y desarticulada Detroit.

Fuente: Studied Impact 10MW Tower  |Khaled Alawadi «Rethinking Dubai Urbanism»

Fotos: Peter Palander – Creative Commons |Ferrari | Studied Impact | Rolls Royce
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