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La vida de las baterías después del coche eléctrico

Los coches eléctricos están de camino y vienen pegando fuerte, prueba de ello son el Renault Fluence Z.E. que mi compañero Sergio tuvo la oportunidad de probar, o el Citroën C-Zero al que yo mismo me pude subir. Pero siempre que se habla de este tipo de vehículos surge la gran duda de la vida útil de sus baterías y su reciclaje. Parece que estos componentes serán de alto valor, incluso después de ser descartados en el automóvil en el que originalmente se montaban.

Los fabricantes de automóviles están estudiando los posibles usos que dar a estos sistemas, ante la prevista abundancia en un plazo medio. A pesar de que la integración de este vehículos no desplazará de forma rápida a los coches con motor de combustión interna, para el año 2020 se estima que un 2.6% de los 70.9 millones de coches vendidos sean eléctricos. Así que ya podeis imaginar la cantidad de baterías sin uso cuando llegue el fin de su vida útil.

Se calcula que, excepto problemas, en la mayoría de coches eléctricos la batería tenga una vida útil similar a la del coche, aproximadamente de diez a doce años. Pero aún después de este intervalo de tiempo, estos pequeños almacenes de energía eléctrica podrían retener un 70% de su capacidad inicial de carga. Esto abre las puertas a un sinfín de oportunidades de negocio para los fabricantes.

Desde baterías de emergencia para hospitales, instalaciones militares o cualquier otro recinto que necesite un suministro continuo de electricidad podría ser uno de sus usos. Aunque también podríamos llegar a encontrarlas haciendo de acumuladores, que se cargarían en horarios en los que la electricidad fuese más barata, para posteriormente ser usada en los momentos de mayor demanda, ahorrando así dinero tanto en factorías como en hogares particulares.

Otro de los posibles usos vendría de la mano de las propias compañías eléctricas, que las podrían usar para regular la demanda de electricidad. Sirviendo de almacén temporal en campos de placas solares o parques eólicos, que no tienen una producción continua ni una forma sencilla de almacenar la energía producida que no se vaya a consumir de forma inmediata.

Aunque las baterías que no continúen su vida después de ser extirpadas de un coche también pueden llegar a encontrar nuevos usos mediante su reciclaje. Por ejemplo, los Nissan Leaf vendidos en Japón podrán ser reciclados en un 99%, aunque este sea el peor escenario para los fabricantes, ya que este proceso sale de sus bolsillos.

Vía: Wired
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