En recientes declaraciones de Luca Cordero di Montezemolo, el máximo representante de Ferrari ha exteriorizado su malestar con ciertos condicionantes que a su modo de ver anulan la posibilidad de que el 100% de recursos aplicados a la competición puedan revertir posteriormente en la selecta clientela de sus vehículos de producción.
Como es ampliamente conocido, la actividad deportiva de la de Il Cavallino Rampante, en la actualidad se circunscribe fundamentalmente a la Fórmula 1, ámbito competitivo donde la escudería más laureada de todos los tiempos se ha hecho fuerte para explotar una imagen de exclusividad que sería descabellado poner en duda.
Sin embargo, la máxima expresión del automovilismo deportivo lleva tiempo apostando por un planteamiento cada vez más apartado de lo que vulgarmente se conoce como vehículos de calle, enfatizando el desarrollo de los modernos monoplazas en base a una utilización cada vez más abundante de la llamada simulación, y por tanto, alejandose peligrosamente de la necesaria experiencia en pista.
Sin pretender obviar que Montezemolo manifiesta en sus palabras a Autosport la pretensión legítima de que su equipo necesita volver a los derroteros que mayores beneficios le ha otorgado, incluso insinuando que La Scuderia podría volver a la Resistencia con equipo oficial, su queja al respecto de la importancia actual de los simuladores frente a las pruebas en circuito como método paliativo a la prohibición de los entrenamientos privados: «Es una broma. Nos han obligado a invertir mucho dinero en esas terribles y artificiales máquinas en lugar de hacer pruebas en Fiorano o Mugello», encierra también una seria reclamación como fábrica de automóviles deportivos.
La aerodinámica, auténtico bastión de la Fórmula 1 por su bajo coste relativo y altas prestaciones netas, supone una estimable ventaja frente a la costosa investigación en áreas más tradicionales, como la mecánica o el diseño de plataformas y propulsores. También es más sencilla de replicar en los simuladores, razón por la cual estos gozan en la actualidad de una importancia en algunos casos extrema, pero en todo caso, es difícilmente aplicable fuera de los circuitos amén de poco comprensible para el consumidor final.
Ferrari, por boca de su presidente, propinaba hace unos días un severo aldabonazo a los responsables del deporte: «Los test son menos caros que construir y desarrollar cada mes los simuladores. Esto es algo que en el futuro tenemos que discutir», señalando directamente a que la Fórmula 1 se aleja cada vez más de lo que el destinatario puede disfrutar cuando se sienta al volante de un superdeportivo, y que ese camino está resultando sumamente lesivo para una actividad que en el caso de Ferrari vende imagen, por supuesto, pero también experiencias exclusivas.
Fuente: Autosport
En Diariomotor: Ferrari, Ferrari P4/5, Fórmula 1