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El origen de las Flechas de Plata: un precioso mito acorralado por las dudas

La decoración especial que lucen los Mercedes en el Gran Premio de Alemania de 2019 con motivo del 125º aniversario de la primera carrera automovilística y la presencia en competición de Daimler AG ha hecho inevitable que se repita hasta la saciedad la leyenda alimentada por Alfred Neubauer en sus entretenidísimas memorias «Hombres, mujeres y motores» sobre cómo rascaron la pintura del W25 para que pudiera debutar con triunfo en la Eifelrennen de 1934, naciendo así las Flechas de Plata. Sin embargo si uno decide adentrarse un poco más en la historia del automovilismo y la apasionante década de 1930 se encontrará con que muy probablemente se trate de una historia falsa.

Que Alfred Neubauer es uno de los grandes nombres de la historia de las carreras es innegable. Dirigió la exitosa presencia de Mercedes en competición tanto antes como después de la Segunda Guerra Mundial y sólo por ello merece veneración. Ahora bien, también tenía un ego descomunal y sus memorias están plagadas de inexactitudes que en muchas ocasiones parecen buscar sólo la espectacularidad del relato, cuando no directamente engrandecer su figura. Lo que vienen siendo unas memorias de cualquier personaje histórico, por otra parte. Y el nacimiento de las Flechas de Plata no escapa a ello.

Según su extendido relato, los W25 sobrepasaban el peso máximo estipulado por el reglamento de la Eifelrennen y por ello se decidió lijar la pintura blanca que tradicionalmente se ligaba a los vehículos alemanes, logrando a la heroica pasar las verificaciones, asegurar el debut de los coches que dominarían la escena europea durante los siguientes meses y encaminar a Manfred von Brauchitsch hacia el triunfo en Nürburgring. Un legendario triunfo en esas circunstancias lógicamente ha sido explotado hasta la saciedad por Mercedes, llegando hasta la decoración que lucen sus monoplazas de Fórmula 1 por un fin de semana en este 2019.

Ahora bien, la historia cojea por muchos lados. Sin ir más lejos en 2007 Eberhard Reuss, autor del magnífico libro Hitler’s Motor Racing Battles, encontró en los archivos del ADAC el reglamento técnico de aquella Eifelrennen, en el que no se establecía límite de peso alguno que justificara el lijado de la pintura. Es más, tampoco existía en la cita de AVUS unas semanas antes, donde el debut del W25 se vio postergado debido a problemas mecánicos.

Igualmente otro reputado historiador como Doug Nye publicó en fechas similares en The Telegraph cómo en marzo de 1934, tres meses antes de la Eifelrennen, una nota de prensa de Daimler AG ya describía al neonato W25 como ‘flecha plateada’. Y existen múltiples referencias que indican que Auto Union también empleó el plateado en aquellos compases iniciales del proyecto Grand Prix germano, así como que blanco y plateado se usaron de forma análoga en años anteriores en coches alemanes, como por ejemplo en el coche con el que el propio Manfred von Brauchitsch ganó dos años antes en AVUS y donde al parecer la locución de radio acuñó el ahora archifamoso término.

Así pues, parece poco probable que hubiera cualquier tipo de lijado de pintura, sino más bien un golpe maestro a nivel de marketing al ligar la estética de los Mercedes y Auto Union con la ‘nueva Alemania’ que unido a la fuerte apuesta económica del recién nacido Tercer Reich por los deportes de motor y los resultados deportivos cosechados por Mercedes (apabullante vencedora del duelo frente a Auto Union) crearon la leyenda de las Flechas de Plata. Y las palabras de Neubauer, convenientemente respaldadas por otros miembros del equipo, hicieron el resto. Eso sí, hay que reconocer que como cuento es maravilloso y si sirve de excusa para que los neófitos se interesen por la historia de este deporte, bienvenido es. Seguimos hablando de máquinas adelantadas a su época pilotadas por hombres extraordinarios en circuitos bellísimos, la esencia del automovilismo.

Via | Hitler’s Motor Racing Battles (edición impresa) y The Telegraph

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