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Dicen que 6.000 personas mueren cada año en Alemania por las emisiones de los diésel, ¿es eso cierto?

El titular que encabeza este artículo es angustioso y vergonzoso. Pero no es muy diferente al que estos días vas a leer en muchos medios de prestigio de toda Europa, incluyendo la agencia Reuters, o este aún más catastrofista de France 24. Mi opinión personal, que ni mucho menos es la que cuenta, es que estos titulares no son tan catastrofistas, ni alarmistas, como la realidad de las consecuencias que tiene la contaminación en los habitantes de muchas ciudades europeas. Ahora bien, el objetivo de este artículo no es ese, sino entender qué significa que 6.000 personas mueran cada año en Alemania por las emisiones de los diésel y, sobre todo, si eso es cierto.

Las consecuencias de los diésel en Alemania

Este titular surge a raíz de un comunicado de prensa de la agencia federal del medio ambiente en Alemania, la Umwelt Bundesamt (UBA), que se publicó estos días. El comunicado de prensa surge a raíz de las noticias que hemos visto en los medios en los últimos años, y sobre todo en los últimos días. La presión sobre los diésel en Alemania se ha intensificado notablemente, hasta el punto en que, datos como el reflejado por este comunicado de prensa, podrían autorizar que los ayuntamientos de algunas de sus ciudades decidan prohibir los diésel o, como mínimo, establecer duras restricciones sobre los diésel más antiguos.

Ver artículo: Alemania abre la puerta a prohibir los coches diésel en sus ciudades.

Entre 1990 y 2011 las emisiones de NOx en la Unión Europea disminuyeron un 44%

El estudio sobre NOx y los diésel

El comunicado de prensa hace referencia a un estudio antiguo, elaborado por la propia UBA, de 2014. La razón por la cual se recurre a un estudio tan antiguo es, primero, que este sería el último y más fiable de cuantos ha realizado la agencia y, segundo, a la ausencia de datos completos y más recientes para elaborar un estudio con las cifras de los últimos años, por ejemplo de 2017.

El estudio, por lo tanto, tendría su validez en 2014. Actualmente es difícil determinar si la situación ha mejorado, o ha empeorado. Por un lado, sabemos que las emisiones globales de NOx han disminuido en la Unión Europea en las últimas décadas, concretamente un 44% entre 1990 y 2011. Ver la tendencia de disminución de los NOx en esta gráfica de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA).

Pero no disponemos de los datos más recientes, para saber si la tendencia se ha mantenido hasta la fecha, ni tampoco podemos determinar cómo se han distribuido esas emisiones de NOx y si se han concentrado, por ejemplo, en las grandes urbes, causando picos por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud y por lo tanto poniendo en riesgo la salud de las personas.

La mejora de la tecnología de los diésel es la que más ha contribuido a la reducción de emisiones de NOx en la Unión Europea

Por otro lado, los NOx no son generados únicamente por los diésel, ni por el tráfico rodado en general. En esas mismas gráficas de la EEA vemos cómo en 2011 se culpabilizaba al tráfico rodado de generar un 40,5% de las emisiones de NOx.

Los diésel, ciertamente, son los que más emisiones de NOx generan si los comparamos con sus homólogos de gasolina. Pero también los que más han contribuido, según reconoce la propia Unión Europea, a que las emisiones de NOx generadas hayan disminuido un 44% entre 1990 y 2011. Según los estudios de la EEA, el responsable de la mitad (el 47,3%) de ese descenso de las emisiones de NOx en dos décadas ha sido el tráfico rodado, por la mejora de las tecnologías de reducción de emisiones, y por la imposición de normativas de emisiones más estrictas, y el rejuvenecimiento del parque automovilístico.

Con lo cual, de nuevo vemos que, como mínimo, podría decirse que el tráfico rodado, y en concreto los diésel, podrían considerarse como mucho culpables parcialmente de los fallecimientos que considera el estudio.

La producción energética, la industria, los hogares, e incluso la agricultura, también generan NOx

¿Cómo se determina que alguien ha fallecido por culpa de los NOx?

No existe una relación entre causa y efecto que nos pueda llevar a asegurar que una persona ha fallecido por culpa de los NOx. Pero por suerte tenemos instrumentos experimentales y estadísticos que nos pueden llevar a encontrar una correlación entre una enfermedad, con consecuencias mortales, y su causa, en este caso las emisiones de NOx.

El estudio epidemiológico elaborado por la UBA tuvo en cuenta los brotes de enfermedades que se ha demostrado se acentúan por la exposición a altas concentraciones de NOx, el incremento de esas enfermedades y los ingresos hospitalarios en función de los picos de concentraciones de NOx, y para evitar que el estudio pudiera quedar desvirtuado, y tuviera en cuenta brotes epidémicos que no tuvieran que ver con esas concentraciones, se descartaron áreas rurales en los que no existe un problema de emisiones de NOx, y zonas en las que la exposición a los NOx fuera demasiado baja. De manera que la cifra proporcionada por la UBA podría ser incluso superior, pero no existen evidencias estadísticas de que eso sea así.

En otras palabras. Un estudio como este busca una correlación que, por ejemplo, evidencie que los picos de NOx en una ciudad, aumenten los ingresos hospitalarios por afecciones relacionadas con una exposición al contaminante, e incluso fallecimientos.

Los estudios epidemiológicos tratan de buscar una relación entre causa y efecto, que relacione una enfermedad, con las altas concentraciones de NOx

Por desgracia, estas evidencias científicas son tan complejas que no se pueden simplificar en un titular. Y lo que es aún más importante, las soluciones no son nada sencillas, y las decisiones que tendremos que tomar como ciudadanos, y nuestros gobernantes, nos llevan a dilemas aún más complejos. Estos estudios, como mínimo, deberían concienciarnos de que existe un problema, conminar a nuestros gobernantes para que lo resuelvan y, sobre todo, como ciudadanos, ser parte de la solución, y no del problema.

Nuestros gobernantes tendrán que decidir, por ejemplo, si es más preocupante el problema de la contaminación de NOx en las ciudades, y las enfermedades relacionadas con esta, o las emisiones de CO2 que en un futuro podrían incluso generar graves problemas para toda la humanidad. Tendrán que decidir si les importa más que 439.000 alemanes sufran asma, según el estudio, por las concentraciones de NOx, o que decenas de miles se queden en el paro si el fin de los diésel pone en riesgo a su industria del automóvil. Tendrán que decidir si millones de conductores han de enviar su coche a achatarrar, por obligación, e invertir decenas de miles de euros en un coche nuevo, o comprar un abono de transporte, y jugarse muchos votos.

Ojalá todo fuera tan sencillo como decidir que los diésel son el problema, se pueden eliminar, todos quedamos contentos, y el problema se ha resuelto. Pero, por desgracia, no es así.

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