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Alemania abre la puerta a prohibir los coches diésel en sus ciudades

Malos tiempos para los diésel. Durante las últimas tres décadas, la industria del automóvil en Alemania ha convertido al diésel en su feudo, y en la tecnología que más ha impulsado sus marcas de coches en todo el mundo. Pero en los últimos años todo se ha puesto en contra del diésel. Las ventas de coches diésel remiten y estos se han convertido en el centro de los ataques de organizaciones, partidos políticos y, en general, del grueso de la opinión pública. La última noticia, ciertamente, es preocupante. Alemania acaba de abrir la puerta a la prohibición de los coches diésel en sus ciudades. ¿Qué ha sucedido? ¿Habrá prohibiciones? ¿Qué repercusiones tendrá para las marcas de coches en Alemania?

Más cerca de prohibir los coches diésel en las ciudades

La polémica comenzó con la iniciativa de la administración local de ciudades tan importantes como Stuttgart o Duesseldorf. Los partidos ecologistas, y las asociaciones por la defensa del medio ambiente, juegan un papel cada vez más importante en la política alemana, especialmente en el ámbito local. Y han sido precisamente estos los que más han promovido que algunas urbes alemanas preparen prohibiciones parciales y totales de los coches más antiguos, y sobre todo los diésel.

Ante el temor de que estas prohibiciones se llevaran a cabo, los estados federados han comenzado a presentar sus recursos en la máxima corte federal alemana, entendiendo que los ayuntamientos estaban excediendo sus competencias. Pero la corte ha fallado a favor de estos ayuntamientos, reconociendo su derecho y autoridad para restringir el tráfico, incluso con prohibiciones totales, en las calles de su ciudad.

Los tribunales alemanes autorizan a los ayuntamientos a restringir y prohibir los coches diésel en sus ciudades

Stuttgart es la sede de fabricantes tan importantes como Mercedes-Benz y Porsche.

¿Se prohibirán los coches diésel en las ciudades alemanas?

El fallo de los tribunales alemanes únicamente autoriza a la administración local a llevar a cabo prohibiciones. De manera que estas podrán imponer sus propias restricciones y prohibiciones sobre los coches, que evidentemente tendrán su objetivo puesto en los diésel. En cualquier caso, el gobierno alemán sigue abogando por buscar otras soluciones que no impliquen prohibiciones totales, y que de alguna forma defiendan los intereses de los usuarios de coches diésel, y de su industria.

Mientras tanto, los ayuntamientos alemanes se encuentran con la presión del votante, y de los partidos que han encontrado en la defensa de la calidad del aire en las ciudades uno de sus principales argumentos políticos. También se están encontrando con la presión de asociaciones ecologistas que, como la Deutsche Umwelthilfe (DUH), ya han ganado en los tribunales demandas que abogaban por la prohibición de los diésel.

El verano pasado, por ejemplo, la DUH conseguía que un tribunal fallara a su favor, y reconociera que la salud de los ciudadanos era prioritaria, por encima de los derechos de aquellos que conduzcan coches diésel.

La imposición de restricciones y prohibiciones para los coches dependerá de la iniciativa de los ayuntamientos, ante la oposición del gobierno alemán, que teme que se genere indefensión en propietarios de diésel, y que afecte a su industria

El escándalo de los diésel y el Grupo Volkswagen, sin duda, ha sido uno de los principales catalizadores de la corriente anti-diésel que se está generalizando en Europa.

¿Qué repercusiones tendrá para los fabricantes de coches?

En las carreteras alemanas hay registrados alrededor de 15 millones de coches diésel, de los cuales solo 2,7 millones cumplirían con las últimas normativas de emisiones (Automotive News). De haber restricciones, y prohibiciones, los más afectados serán sobre todo los más antiguos que, por ende, son los más contaminantes.

En Europa ya hemos comenzado a ver cómo la tendencia se invierte, y las ventas de coches diésel se hunden. Los fabricantes de coches, por su parte, se encuentran con otros problemas. Al descenso de la demanda de los diésel, se une el coste cada vez mayor de los tratamientos de emisiones que requieren para el cumplimiento de las nuevas normativas. Insistimos en que el diésel es una de las tecnologías más importantes para las marcas de coches alemanas. Con lo cual, esta situación afecta inexorablemente a su negocio.

Ahora bien, el de la contaminación es un problema que ha de abordarse desde todos los ámbitos. Estaremos de acuerdo en que las soluciones no pasan únicamente por restringir o prohibir el uso de coches privados. Y también en que será necesario buscar soluciones que sean razonables para los usuarios. Pero al respecto de los fabricantes de coches en Alemania, que ven cómo la crisis de los diésel se acentúa, no deberíamos recordar que en gran medida fueron ellos el causante del problema. Y que los errores del pasado, como los que llevaron al famoso escándalo de los diésel de Volkswagen, han sido los que en última instancia han acelerado la persecución a los diésel, la preocupación por la calidad del aire en nuestras ciudades, y que lleguemos hasta esta situación.

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