Esto ya lo hemos vivido. Economías completamente paralizadas por una crisis sanitaria global, en 2020. Salir de una para meternos en otra. Fábricas paradas, listas de espera enormes, y un encarecimiento acelerado de automóviles, pero también de otros bienes tecnológicos, con la crisis de semiconductores que se inició en 2021.
Sus coches baratos no son la máxima amenaza
La próxima gran crisis ya se ha iniciado. «Toda la industria del automóvil está en pánico», aseguraba Frank Eckard, CEO de un proveedor alemán de las denominadas como tierras raras (Automotive News), que asegura que estos días los fabricantes de automóviles – y sus proveedores – se encuentran desesperados buscando unas preciadas materias primas controladas en su mayoría por China y «están dispuestos a pagar lo que sea» por ellas.
Algunas voces ya están apuntando que el alcance de esta crisis, y sus consecuencias, podrían ser mucho más dramáticas y profundas que las que se desataron con la crisis de semiconductores. No solo estaríamos hablando de fabricas de coches completamente paradas, y el más que previsible incremento en el precio de los coches nuevos y de los retrasos en pedidos a fábrica, sino también una disrupción en las cadenas de suministro que afectarían a otras muchas industrias, como las tecnológicas, o incluso a la defensa de los países occidentales (The New York Times).
La mejor baza de China más allá de sus coches
Desde hace un tiempo os venimos advirtiendo del peligro y de cómo China está comprometiendo la actividad de muchas fábricas en todo el mundo. Bajo su control, y dominio absoluto, el suministro de tierras raras, que son esenciales, por ejemplo, para producir imanes y con ello motores eléctricos.
Veamos algunos datos proporcionados por la consultora AlixPartners (Automotive News):
- China controlaría un 70% de la extracción mundial de tierras raras
- Un 85% del refinado mundial de tierras raras
- Un 90% de la producción de aleaciones metálicas e imanes que emplean tierras raras
- De media, un coche eléctrico requiere alrededor de medio kilogramo de tierras raras (Agencia Internacional de la Energía)
- Un coche con motor de combustión también requiere tierras raras, alrededor de la mitad de la masa que necesita un eléctrico
La mayor amenaza desde la crisis sanitaria y de semiconductores
El control ejercido por China sobre el mercado de las tierras raras, y el movimiento que ha hecho saltar todas las alarmas, se producía en el momento en que el gigante asiático ha reducido significativamente sus exportaciones. No tanto estableciendo un bloqueo, sino imponiendo nuevos requisitos y certificados para la exportación de tierras raras de sus productores que, de facto, están produciendo desabastecimiento global por los importantes retrasos que se están produciendo en la concesión de estos certificados.
Tanto es así que, si la situación no se revierte, muchas fábricas podrían tener que verse obligadas a detener la producción a mediados de julio.
Es lógico sospechar, y pensar que esta podría ser una maniobra para conseguir que China disponga de una baza negociadora, realmente potente, en las conversaciones que están manteniéndose con la administración Trump, y así cerrar un acuerdo favorable en el litigio referente a los aranceles, iniciado por el propio Trump contra China, y contra el resto del mundo. De ser así, la que para muchos sería la mayor crisis de suministro desde 2020 – y la tercera después de la crisis sanitaria y de la crisis de semiconductores – podría ser evitable.
La solución a la crisis en manos de China… y Estados Unidos
Estos días nos encontrábamos con algo que podría ser lo más próximo a un rayo de luz que se haya podido encontrar la industria en la oscuridad en la que se estaban viendo sumidos. El balance de mayo arroja que las exportaciones de tierras raras de China se habían recuperado un 23% (Reuters).
La industria aún así no respira tranquila. El agotamiento de los suministros para los fabricantes es real. Y la cifra macro publicada estos días no arrojan una imagen real de lo que está sucediendo en la producción dependiente de tierras raras, puesto que revela la exportación bruta, sin discernir entre cada uno de los minerales, aleaciones y subproductos de las tierras raras, dato que se debería conocer en diez días.
La resolución de este problema no solo está en China. De momento, todas las esperanzas están puestas en que fructifiquen las negociaciones que están llevando a cabo China y Estados Unidos (Bloomberg), y en las que ya no se están esgrimiendo argumentos como la reciprocidad, o el balance comercial, sino que también han entrado en juego las tierras raras que podrían contribuir a una resolución del conflicto. Un conflicto que, como vemos, podría tener consecuencias más graves de las que hubiéramos imaginado inicialmente.
