Vivimos en un mundo con economías profundamente interconectadas que hacen que eso del efecto mariposa sea mucho más que una teoría, o un concepto abstracto, sino una realidad que nos demuestra cómo los acontecimientos que están produciéndose y encadenándose en el mundo pueden afectarnos en nuestro día a día.
Trump gana unas elecciones… y provoca que tu coche nuevo se retrase meses
Durante la crisis de los semiconductores ya asistimos a un problema importante y muchos compradores vieron cómo los plazos de entrega que proponían los fabricantes se alargaban dramáticamente, o que el coche que ya habían comprado podría tardar mucho más en llegar de lo que inicialmente se había previsto. Muchos meses, o incluso más de un año de espera para recibir tu coche nuevo.
Desde Alemania ya han lanzado la voz de alarma. Algunas fábricas europeas podrían tener que echar el cierre temporalmente, e inevitablemente se retrasarían las entregas de coches nuevos. Y los culpables no serían otros que las cuitas entre la administración de Donald Trump y China.
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Las cuitas entre Trump y China
Un problema enorme. Alertaba de ello la Verband der Automobilindustrie, la asociación de la industria del automóvil alemana. El suministro de tierras raras a las fábricas europeas se está interrumpiendo. Sin tierras raras no se podrán fabricar componentes esenciales en un automóvil – especialmente pero no solo en automóviles eléctricos – como son los motores eléctricos. Si el suministro no se reanuda para regresar a la situación anterior será inevitable el parón en numerosas fábricas de marcas de automóviles y sus proveedores (Automotive News).
El origen del problema. Como todo el mundo conoce, la administración de Donald Trump se ha propuesto renegociar las condiciones en que comercia con el resto del mundo, proponiendo aranceles, como los que se estarían negociando estos días con la Unión Europea. China ha sido una de las economías más presionadas por las medidas que han tomado en Estados Unidos y no ha tardado en iniciar movimientos que perjudicarían a los fabricantes establecidos en Estados Unidos, pero colateralmente también a otras economías cuya relación con China no está tan tensionada, entre ellas la de la Unión Europea (Reuters).
Estrangulando el suministro de tierras raras. China es uno de los principales proveedores de tierras raras del mundo, como os decíamos esenciales para producir muchos componentes necesarios, no solo en coches, sino también en otros dispositivos tecnológicos. China no ha interrumpido por completo la exportación de tierras raras, pero sí ha endurecido el requisito de licencias de exportación a sus empresas locales. Se desconoce si se debe a una intención manifiesta, o un simple retraso en los procedimientos, pero muchas empresas chinas dedicadas a las tierras raras están viendo cómo sus licencias de exportación se retrasan y, por lo tanto, sus exportaciones al resto del mundo, y no solo a Estados Unidos, se han suspendido.
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Cierres de fábricas en Europa y más problemas a largo plazo
Posibles cierres de fábricas. La consecuencia directa – independientemente de las causas que lo hayan provocado – de una interrupción en el suministro de tierras raras sería que los fabricantes de coches europeos y sus proveedores se vean obligados a interrumpir su producción, lo que conllevaría, a su vez, retrasos en la producción y en la entrega de coches nuevos.
¿Soluciones ingeniosas? Desde Estados Unidos los fabricantes ya están pensando en el largo plazo y en cómo sortearán la dependencia de su industria con respecto a China en el suministro de tierras raras, un problema verdaderamente coyuntural. Algunos fabricantes estadounidenses, irónicamente, ya están planteándose trasladar la producción de algunos de sus componentes, como los motores eléctricos, de Estados Unidos a China. O incluso producir parte del motor eléctrico en Estados Unidos, enviarlo a China para instalar los sistemas de imanes – que son los que requieren las tierras raras – y enviarlos de nuevo a Estados Unidos, para proporcionárselo a un cliente, o para instalarlo en un coche (Wall Street Journal).





