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La factura que sigue pasando el diésel a los fabricantes alemanes

Pronto se celebrará el cuarto aniversario de uno de los mayores escándalos de la historia más reciente de la industria del automóvil, por su coste económico, el volumen de vehículos afectados y la repercusión que ha tenido para todo el sector. Aún así, el escándalo de los diésel y las emisiones contaminantes, que se destapó por una investigación y el posterior reconocimiento por parte de Volkswagen de haber manipulado sus motores para superar los procesos de homologación, sigue acarreando un coste importante para los fabricantes alemanes. Este fin de semana era Daimler (Mercedes-Benz y smart) la que anunciaba un «profit warning» por un nuevo problema con sus diésel.

Llamadas de revisiones a diésel

Daimler anunciaba que rebaja sus previsiones de crecimiento para este año, que se dotaba de una provisión para cubrir algunos procedimientos legales pendientes, que ya aparece reflejada en las previsiones revisadas, y que coincide con una llamada a revisión a 60.000 diésel en Alemania en los que se habría descubierto una manipulación para distorsionar el resultado de las pruebas de homologación de emisiones. Ver noticia en Automotive News.

En total, y desde 2015, Daimler ha llamado a revisión a más de tres millones de coches diésel en todo el mundo, ya fuera por mandato de las autoridades, o voluntariamente.

Daimler ha revisado sus previsiones financieras para este año, por una nueva llamada a revisión, y BMW ha hecho lo propio para el pago de las sanciones que han previsto los reguladores europeos por un supuesto caso de colusión

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Pactos ilegales y la caída de las ventas de diésel

Daimler no es la única que ha tenido que revisar sus previsiones para este año por el asunto de los diésel. BMW también ha tenido que dotarse de una provisión de 1.000 millones de euros, pero no por una llamada a revisión de sus diésel, sino por un segundo escándalo paralelo destapado por los reguladores europeos, por supuesta colusión, que entendieron que BMW, Volkswagen y Daimler habían mantenido un pacto tácito, e ilegal, para retrasar la implantación de sistemas anticontaminación. Daimler habría evitado las sanciones, por haber reconocido su culpabilidad, y haber colaborado en la investigación.

El diésel aún se espera que siga pasando factura a los fabricantes alemanes, y europeos en general, ya no solo por los ecos del escándalo destapado en 2015, sino también por el efecto que la pérdida de cuota de los coches con motores de gasóleo está teniendo en las emisiones medias de sus ventas de coches nuevos. En los próximos años los fabricantes se arriesgan a multas millonarias por superar las emisiones medias comprometidas en los planes de descarbonización de la Unión Europea.

Y aunque marcas como Mercedes-Benz, o las del Grupo Volkswagen, nos han asegurado que confían en superar los umbrales que figuran en sus compromisos, analistas como JATO Dynamics estimaban que el coste para los fabricantes podía llegar a ser de hasta 34.000 millones de euros.

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