No es necesario darle más vueltas. El diésel, la gasolina, e incluso los híbridos, todo automóvil que aún conserve un motor de combustión interna, están acabados. El futuro del automóvil pasa necesariamente por el coche eléctrico. Y la Unión Europea ha puesto sus mecanismos regulatorios en marcha para que eso suceda, con el objetivo puesto en el año 2035, que será cuando se prohiban las ventas de todo coche nuevo que no sea completamente eléctrico.
Europa quiere prohibir a toda costa diésel, gasolina, e híbridos
O al menos ese era el escenario que se había definido. Un escenario en el que ya no se ponía en duda la prohibición de la combustión interna, ni tampoco cómo, ni cuándo se abordaría. Pero en cuestión de meses todo ha cambiado. Las voces disidentes en la Unión Europea, que proponen flexibilizar esos objetivos, o incluso retrasar o eliminar la prohibición de 2035, están creciendo.
Y las próximas semanas podrían ser críticas para definir una nueva hoja de ruta, en la que van ganando peso las posiciones que se oponen al plan actual, y que sin duda podría marcar el futuro de la economía de la Unión Europea.
6 países disidentes pretenden impedirlo
Italia, sin duda, es uno de los fabricantes de automóviles en Europa que más ha visto comprometida su producción en el proceso de transición hacia el vehículo eléctrico y su volumen de producción ha descendido a cifras no vistas desde los años cincuenta del siglo pasado (Reuters). Giorgia Meloni, Primera Ministra de Italia, abogaba por la «neutralidad tecnológica», por un plan de reducción de emisiones que no implique cerrar la puerta a ninguna tecnología, incluyendo el motor de combustión interna.
Meloni sería una de las seis firmantes de una carta que habría sido remitida a Úrsula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, posicionándose a favor de una revisión de los objetivos para 2035 (Bloomberg).
Donald Tusk, Primer Ministro de Polonia, también habría firmado la carta señalando que «la competitividad europea no puede sacrificarse en un modelo único de transición».
Alemania tiene la llave, España y Francia se oponen a alterar los objetivos
Desde Hungría y Eslovaquia, Viktor Orban y Robert Fico también se habrían posicionado en contra de los objetivos actuales para 2035, firmando esta carta, y afianzando el pulso que llevan tiempo librando con la Unión Europea en relación con el encarecimiento de los costes energéticos y laborales al que se ha visto abocada Europa como consecuencia del conflicto bélico que se libra en Ucrania y las sanciones que han generado, si no un bloqueo completo, sí importantes disrupciones, al suministro energético procedente de Rusia.
Petr Fiala y Rosen Zheliazkov, desde República Checa y Bulgaría, serían también firmantes de esta carta que habría sido remitida en un momento en el que se esperaba que la Comisión Europea se pronunciase al respecto de la revisión de los objetivos de 2035.
Pero el actor más importante en estas discusiones, sin duda, y que no se encontraría entre los firmantes de la carta, sería Alemania. Y es que mientras otros grandes productores de automóviles en Europa, como España (el segundo productor por volumen) y Francia (el tercero), desde Alemania (el mayor productor de Europa) se estaría abogando, como mínimo, por una flexibilización de los objetivos. Friedrich Merz habría remitido su propia carta a Von der Leyen, en la que habría declarado «nuestro objetivo debe ser una regulación del CO2 tecnológicamente neutral, flexible y realista que cumpla los objetivos de protección climática de la UE sin poner en peligro la innovación y la creación de valor industrial» (Automotive News).
La industria del automóvil de Europa (y aún más de España) se la juega
Estaremos muy atentos a las informaciones que lleguen desde Bruselas, con un anuncio oficial que inicialmente se esperaba para la primera semana de diciembre y que probablemente se retrase hasta enero. Informaciones muy importantes para el devenir de Europa y aún más para la economía española. Una economía en el que la industria del automóvil genera «85.000 millones de euros de valor bruto», según apuntó Josep Mª Recasens hace tan solo unos días, durante el evento en el que se anunció el nuevo Plan Auto 2030. Con un dato aún más lapidario y esclarecedor, que «más del 95% de este valor agregado bruto está en la cadena de valor del vehículo de combustión».







