Europa acaba de encender una mecha que puede estallar justo donde más duele: en el bolsillo de quien piensa comprar coche en los próximos meses. El nuevo paquete de medidas que prepara la Unión Europea contra el acero barato procedente de China promete proteger la industria continental, sí, pero también podría disparar el precio de los vehículos en los concesionarios españoles a partir de 2026.
¿Por qué? Porque el acero es el esqueleto de todo coche. Y si el acero se encarece, el coche también. Lo preocupante es que esta subida ya tiene fecha, y llega mucho antes de lo que parece.
Un movimiento estratégico: Europa se blinda contra el acero chino
- La UE reducirá a la mitad la cuota de importación de acero y duplicará los aranceles en 2026.
- El objetivo: frenar la competencia desleal de China y proteger los empleos europeos.
La guerra comercial entre China y Europa ha entrado en una nueva fase, y esta vez el campo de batalla no son las baterías ni los coches eléctricos, sino el acero. El vicepresidente de la Comisión Europea, Stéphane Séjourné, lo dejó claro: “Para salvar nuestro acero y nuestros empleos, reduciremos a la mitad la cuota de importación y doblaremos los aranceles del 25% al 50%”.
En números, eso significa que el límite de importación se fijará en 18,3 millones de toneladas al año. Todo lo que supere esa cifra pagará un recargo brutal. Y sí, eso afecta directamente al 10% del acero que Europa sigue comprando fuera. Una medida que busca independencia industrial, pero que puede tener efectos colaterales en sectores tan dependientes del acero como el automovilístico.
Esta estrategia encaja con la línea dura de la Unión Europea frente a las prácticas de dumping de China. De hecho, ya se han anunciado investigaciones sobre los subsidios a los coches eléctricos chinos y las ayudas estatales que los hacen más baratos de lo que deberían ser en el mercado europeo.
Cómo este impuesto puede disparar el precio de los coches en Europa
- El acero chino barato ha sido clave para mantener bajos los costes de fabricación.
- Las nuevas cuotas podrían encarecer la producción y, por tanto, el precio final al cliente.
Hoy, el 90% del acero que se utiliza en la industria automovilística europea se produce dentro del continente. Pero el otro 10%, aunque minoritario, es fundamental: procede en gran parte de China y se vende a precios mucho más bajos. Esa diferencia ha permitido a marcas que ensamblan coches en Europa —incluidas algunas chinas como BYD o Chery— ofrecer vehículos con una relación calidad-precio difícil de igualar.
Con las nuevas reglas, ese acero ya no saldrá tan barato. Y si los fabricantes tienen que pagar más por el mismo material, el resultado es inevitable: el coste se trasladará, tarde o temprano, al consumidor. En otras palabras, los coches baratos podrían empezar a desaparecer.
El impacto será desigual. Las marcas europeas que ya fabrican con acero continental sufrirán menos, pero los grupos que apostaban por el acero importado tendrán que recalcular sus márgenes. Algo parecido ocurrió con la subida de precios de los coches eléctricos cuando aumentó el coste del litio y el níquel, dos materiales básicos para las baterías.
¿Afectará directamente al comprador? Sí, y antes de lo que imaginas
- Comprar coche antes de 2026 podría evitar una posible ola de inflación.
- Los fabricantes ajustarán precios incluso antes de la entrada en vigor de las medidas.
La gran pregunta es obvia: ¿acabará pagando el consumidor esta guerra del acero? La respuesta más probable es sí. Si estás pensando en renovar coche, el mejor momento podría ser antes del verano de 2026, cuando entre en vigor la nueva política europea. A partir de ahí, la inflación en el sector podría repuntar, no solo por los aranceles, sino por la anticipación de los propios fabricantes.
Muchas marcas ajustarán sus precios meses antes para compensar el aumento del coste de los materiales, como ya ocurrió cuando entraron en vigor las normativas de emisiones Euro 7. Por eso, quienes compren en el primer semestre del año podrían esquivar el golpe de precios.
Además, el contexto no ayuda: los costes energéticos, el transporte y la presión regulatoria sobre el CO₂ siguen al alza. Cada variable empuja hacia la misma dirección: coches más caros, menos promociones, y más distancia entre modelos básicos y versiones premium.






Los coches más afectados: el fin de los “chollos” chinos en Europa
- Las marcas chinas pierden una de sus grandes ventajas competitivas: el acero barato.
- Fabricantes como BYD o Chery podrían revisar al alza sus precios en Europa.
El movimiento de Bruselas golpea directamente donde más duele a las nuevas marcas chinas: su estructura de costes. Empresas como BYD, Chery o MG han irrumpido con fuerza gracias a precios ajustados, aprovechando el acceso a materiales mucho más baratos en su país de origen. Pero con los nuevos aranceles, esa ventaja se reduce.
Los coches eléctricos que se ensamblan en Europa con acero chino podrían ver un incremento de precio significativo, afectando sobre todo a los modelos más económicos, justo los que han impulsado el boom de ventas de estas marcas. Y eso, paradójicamente, podría beneficiar a los fabricantes europeos, que llevan meses intentando igualar los precios de los coches eléctricos chinos sin comprometer márgenes.
¿Habrá excepciones? El sector del automóvil pide una salida
- La UE podría introducir excepciones para sectores clave como el automovilístico.
- Bruselas sopesa aliviar la presión sobre la industria mientras impulsa la electrificación.
No todo está cerrado. Desde el propio sector se ha filtrado que Bruselas estudia incluir algunas excepciones en la medida, especialmente para industrias consideradas “estratégicas”. Y sí, el automóvil es una de ellas. Europa no puede permitirse ahogar a un sector que ya soporta exigencias enormes en emisiones y electrificación.
Las marcas piden tiempo, flexibilidad y una aplicación gradual. Si el acero se convierte en un nuevo frente de costes, muchos fabricantes podrían ralentizar su transición eléctrica, retrasando inversiones o priorizando modelos más rentables. En resumen: la medida podría proteger el acero europeo, pero a costa de encarecer los coches y frenar la electrificación.
Sea como sea, el mensaje está claro: el precio del coche nuevo en España podría empezar a subir mucho antes de 2026. Y esta vez no por el motor, ni por las baterías, ni por los impuestos medioambientales, sino por algo tan básico como el acero.