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La lección de peso que nos dieron los Kit Car en los años 90

La competición siempre ha sido un banco de pruebas privilegiado, donde el desarrollo tecnológico avanzaba a pasos de gigante según lo permita la normativa – más con un reglamento más libre como lo fue la Fórmula 1 en tiempos pasados y poco o nada, en otras competiciones. Por eso, además de cuestiones de marketing como inversión y retorno, es por lo que los fabricantes siguen en las carreras. Hubo una normativa, en la década de los noventa, que quizás sea en lo que el mercado actual se podría fijar.

Un vistazo a los Kit Car, bestias de rallyes con apariencia ‘normal’ de los 90

Vista dinámica de potente coche en acción, emblema de la alta ingeniería mecánica.

Allá por los años noventa, en Europa se creó la categoría Kit Car de rallyes – en esencia, coches de Grupo A con más libertad técnica para crear bestias para lidiar contra los coches japoneses, que venían con motores turbo y tracción total arrasando en rallyes nacionales e internacionales. Estos Kit Car eran tracción delantera con motor atmosférico, pero con unas capacidades monstruosas en materia de paso por curva, en gran parte gracias a ser mucho más ligeros. Sin duda, tienen una historia apasionante que merece la pena aprender.

Eran apasionantes (por su aspecto y sonido), eran dinámicos, eran increíbles. Un sueño en mitad del gran sueño que fue el automovilismo en los años noventa. Pero ni la industria es la misma, ni los coches son los mismos, ni la sociedad es la misma ni el mundo es el mismo. Entonces, ¿hay algo que se pueda aprender de unos coches derivados de serie de hace más de un cuarto de siglo?

Agarre, motores ‘libres’… eran prácticamente superturismos desatados en tramos

Vista detallada del motor de un Seat Ibiza Kit Car, símbolo de potencia y fiabilidad.

De entrada, eran coches que maximizaban el agarre mecánico gracias a un mayor ancho de vías. Esa lección la tenemos aprendida en los vehículos modernos, ya sea con otros objetivos en mente (como un habitáculo más amplio para viajar con mayor comodidad). En materia de aerodinámica tampoco eran especialmente avanzados, no teniendo mucho que ver con los Cx que se consiguen en coches actuales para maximizar la autonomía y la eficiencia.

Sus motores eran maravillosos, logrando alcanzar (y, extraoficialmente, superar) los 300 CV con bloques motor derivados de lo que conducíamos en nuestras calles (cuando estos coches, como mucho, costaban como mucho unos dos millones y medio de pesetas. Ahora bien, en un contexto donde el objetivo es reducir al mínimo o a cero las emisiones de CO2, salvo que se desarrolle el combustible sintético (lo cual se está llevando a cabo precisamente en rallyes), unos motores ‘chillones’ sin turbo no son la solución.

Cuestiones de peso

Potente motor de 4 cilindros capaz de alcanzar casi 10.000 rpm en un coche deportivo desafiando la nieve.

Lo que nos lleva a la otra gran clave de estos coches: el peso. Antes de ser lastrados en su fase final, incluso los más grandes, con motores 2.0, homologaban menos de una tonelada de peso en vacío – a modo de comparación, los World Rally Cars originales pesaban unos 1.230 kg en vacío y un coche de calle equivalente se movía entre los 1.000 y 1.300 kg. El tamaño tenía mucho que ver – también en lo visual, haciéndolos más dinámicos, casi atómicos.

El peso, más bien la ausencia de ello, no sólo le viene a un coche como agua de mayo en términos de paso por curva o dinámica, sino también al consumo o a las emisiones, tanto de la combustión del motor como del roce continuo con el asfalto. Un vehículo más pesado hará que se desprenda más cantidad de alquitrán a la atmósfera – y es un dato a tener en cuenta cuando estamos viendo cada vez más a menudo vehículos de 2.000 a 2.500 kg.

Un gran reto a superar para crear coches de eficiencia óptima

El Citroën Xsara Kit Car celebrando una victoria en rallye

Gran parte del motivo de que veamos coches de 1.500 kg para arriba no es tanto por la adopción de baterías y sistemas híbridos o eléctricos (que también), sino por cuestiones de seguridad, ya sea activa o pasiva. Los niveles de seguridad que tenemos en los coches actuales lleva a que, casi sin excepciones, todos los coches que vemos en los concesionarios sean mil veces más seguros que los de entonces.

Un gran reto que existe ahora, además de reducir las emisiones con motores más eficientes, es ser capaces, sin renunciar al nivel de seguridad alcanzado, de reducir ese peso. Menos peso que haga a los coches más eficientes, sí, pero también se recupere esa diversión al volante, esa capacidad de transmitir emociones con el movimiento del vehículo sin irnos a precios prohibitivos (como, irónicamente, ocurrió con los Kit Car). Quizás sea esa sencillez de antaño lo que echa de menos, tanto en competición como en coches de diario…

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¡Muy bueno!

David Durán

Habiéndose criado a pocos kilómetros del Circuito de Jerez y viendo cierto trío de ingleses hablando de coches desde pequeño, para David Durán decantarse por el mundo del motor no le fue difícil. Desde que se cruzó con un Ferrari F40 y un Lamborghini Diablo en plena carretera en un 'simple' viaje familiar, siempre ha querido estar ligado a la automoción. Seguir leyendo...

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