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La industria del automóvil considera catastrófico el plan de la Unión Europea para 2030

La Unión Europea se ha puesto seria y comienza a dibujar una hoja de ruta en su plan para reducir, hasta prácticamente eliminar, las emisiones de CO2. La industria del automóvil será una de las más afectadas, la que tendrá que acometer más inversiones, y mayores esfuerzos en este proceso de transición. La Unión Europea ha acordado una reducción de emisiones del 37,5% en 2030 que, tal y como analizábamos estos días, implicará que la cuota de vehículos enchufables, y sobre todo completamente eléctricos, deba aumentar considerablemente. La industria del automóvil cree que los objetivos de la Unión Europea para 2030 tendrán un impacto negativo, y no son realistas.

La industria del automóvil se opone a la Unión Europea

ACEA, patronal de fabricantes de automóviles en Europa, no tardó en emitir un comunicado en el que aseguran que «estos objetivos son extremadamente exigentes», que «no son realistas», y que «serán un impacto de proporciones sísmicas para el empleo» en el sector del automóvil.

En este mismo comunicado, ACEA se lamentaba de que «los objetivos para 2030 estén dirigidos únicamente por motivaciones políticas, sin tener en cuenta la realidad tecnológica y socioeconómica».

La industria del automóvil teme las consecuencias de establecer unos compromisos de reducción de emisiones de CO2 que, ciertamente, son más ambiciosos de lo esperado

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Un empujón para los automóviles eléctricos

Recordemos que el acuerdo de la Unión Europea de reducir las emisiones de los coches nuevos vendidos a partir de 2030, implica una reducción del 37,5% en 2030 y del 15% en 2025, con respecto al objetivo de 95 g/km propuesto para 2021. Los objetivos de reducción de emisiones se establecen en base a la media de emisiones de los coches nuevos vendidos, de manera que aquellos coches que no emitan CO2 localmente, o con unas emisiones muy bajas, tendrán que compensar el exceso de aquellos que sí emitan CO2 en cantidades superiores a las estipuladas.

En otras palabras, este objetivo tan ambicioso implica que la cuota de coches eléctricos vendidos a partir de 2030 tendrá que ser realmente alta, así como la cuota de enchufables, que serán los que deban compensar el exceso de emisiones, sobre esta media, que no será alcanzable por coches diésel o gasolina sin alguna suerte de hibridación, e incluso difícilmente alcanzable por coches híbridos.

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