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¿Por qué cada vez más fabricantes apuestan por negocios en los que el objetivo no es vender coches (sino todo lo contrario)?

En su primer aniversario en Madrid, celebrado hace unas semanas, car2go nos proporcionaba algunas cifras sumamente interesantes acerca de su servicio de coche compartido. En Madrid existe una flota de 500 smart fortwo eléctricos de car2go, los cuales se alquilan una media de 15 veces al día. De alguna forma, los miles de trayectos en car2go que se realizan a diario en una gran ciudad como Madrid están reduciendo la dependencia del coche privado. La razón de ser del coche compartido no es otra que apostar por una economía lógica y razonable, contraponiéndose a un dato que habla por sí mismo, que un coche privado pase más del 97% de su vida parado. Algunos, incluso, se atreven a asegurar que un coche compartido puede sustituir a 20 coches privados. Si el coche compartido, y servicios de movilidad alternativos, están llamados a hacer que la gente compre menos coches, ¿por qué empresas como Daimler (Mercedes-Benz y smart), PSA Peugeot Citroën y Volkswagen están invirtiendo en el coche compartido?

Si bien es cierto que, al menos a corto plazo, el coche compartido no está acabando por completo con la necesidad de tener un coche privado, es lógico pensar que servicios como car2go, o BlaBlaCar, ofrecen cada vez más alternativas para aquellos que quieren prescindir de tener un coche en propiedad, o incluso para aquellos que antaño podrían haberse planteado un segundo o un tercer coche en el núcleo familiar. Las opciones aumentan, con propuestas más enfocadas en los urbanitas – car2go solo ofrece cobertura en el centro de grandes ciudades como Madrid – y propuestas aptas para los residentes en la ciudad y el pueblo, como BlaBlaCar.

Evidentemente, el coche compartido, y otras soluciones de movilidad, se presentan como un negocio lo suficientemente suculento para un fabricante de coches como para no estar presente en él. Y a priori no parece que el fin del coche privado, como tal, esté cerca, pese al crecimiento de la economía colaborativa, sino todo lo contrario. car2go Europe GmbH es una joint-venture en la que Daimler tiene un 75% de las acciones. PSA Peugeot Citroën presentará en los próximos días emov, otra alianza entre la marca Free2Move de PSA y la empresa EYSA para poner en marcha un servicio muy parecido al de car2go. Volkswagen presentaba estos días su marca MOIA, con la cual quieren ser líderes en movilidad para el año 2025. Otros muchos fabricantes, como Ford, también han presentado sus propias soluciones de movilidad y algunos incluso ya están firmando alianzas con empresas como Uber.

Los beneficios que puede hallar un fabricante de automóviles en la nueva economía y en el avance de modelos de transporte basados en la economía colaborativa y el coche compartido son, con diferencia, muy superiores a sus inconvenientes. Beneficios que serán aún mayores con el avance de tecnologías como el coche conectado o el coche autónomo, así como la tendencia global de la población a concentrarse, cada vez más, en las grandes ciudades.

Y, en cualquier caso, el camino que han abierto empresas como car2go, Uber, o BlaBlaCar, no parece que se vaya a cerrar. Sino todo lo contrario.

En Europa y Estados Unidos car2go ya cuenta con una flota de 14.750 smart fortwo, de los cuales 1.650 son eléctricos. Solo en Madrid, se requirió la matriculación de 500 smart fortwo eléctricos, una cifra que probablemente sea superior a todos los smart eléctricos que se han comercializado en nuestro país desde su lanzamiento.

Centrándonos en el caso de PSA Peugeot Citroën, el Citroën C-Zero que empleará emov en Madrid es un coche eléctrico que hoy en día ya ha quedado a todas luces obsoleto. Recordemos que está basado en el Mitsubishi i-MIEV de 2009 y que por sus características técnicas y autonomía está muy lejos de los coches eléctricos modernos. Sin ir más lejos, desde 2013, inclusive, en España apenas se habían matriculado 13 unidades del Citroën C-Zero. Una cifra ridícula, y muy inferior a los 58 que se matricularon en 2012, o los 85 que se matricularon en 2011. Hasta que PSA Peugeot Citroën avanzó en su plan para introducir emov en Madrid. En noviembre se matricularon 300 unidades del Citroën C-Zero para este servicio y en las próximas semanas se matricularán otras 200 unidades para llegar a una flota en la que habrá 500 vehículos, una cifra muy superior a las unidades que se habían matriculado del Citroën C-Zero en España desde su lanzamiento en 2010.

En otras palabras. Servicios como car2go o emov pueden ser una salida honrosa para coches eléctricos que sí tienen sentido en un proyecto de coche compartido como este, aunque estén obsoletos y difícilmente puedan tener un encaje actualmente en el garaje de un particular.

Y eso no es todo. El negocio de la movilidad puede ser un banco de pruebas excelente para los fabricantes, sobre todo a la hora de amortizar tecnologías que van más allá del coche eléctrico. Pensemos en la conectividad y en plataformas como la nueva MEB de Volkswagen, y sus servicios de movilidad MOIA. En su presentación de MOIA, Volkswagen reconocía, incluso, que su objetivo pasa – incluso – por crear productos, por desarrollar automóviles, que estarán destinados exclusivamente a sus servicios de movilidad, maximizando el aprovechamiento de sus tecnologías y, sobre todo, creando productos a la medida de las necesidades del cliente que recurrirá a estos servicios.

No está mal. ¿No crees?

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