Una fuerte tensada del freno de mano y un giro «en J», seguido de ese gesto obsceno, precedieron a una de las escenas más míticas de todas cuantas se recuerdan de las primeras películas de la saga de A Todo Gas, o Fast & Furious, su título original.
El actor Paul Walker, muy querido por los aficionados al motor, era quien encarnaba a Brian O’Connor, protagonista de la saga, y se encontraba a los mandos de un modelo que en esa configuración en especial ha pasado a ser un verdadero coche de culto. Se trata de un Mitsubishi Evolution VII modificado para la escena y que ahora, esa misma unidad, con motivo de una subasta, ha vuelto a primera línea de la actualidad, ya que forma parte de la Movie Cars Collection de Bonhams y se espera que tenga una última puja que se estima entre 250.000 y 500.000 €.

A la icónica silueta del Lancer Evolution se sumí una poco discreta decoración que ha trascendido como icónica.
La configuración corrió a cargo de Craig Lieberman y la fabricación la realizó Eddie Paul Industries en California. Las cuatro unidades fueron donadas por Mitsubishi Japón, aprovechando que el Evo VII ya encaraba el final de su ciclo comercial y que, además, nunca se vendió oficialmente en EE.UU. Aun así, la marca impuso una condición clara: por motivos comerciales, los coches debían parecerse al futuro Evo VIII, lo que obligó al equipo a improvisar con simples fotografías ante la falta de piezas reales de pre-producción.
El curioso destino de estos cuatro Evo añade todavía más interés a su historia, ya que originalmente estaban destinados a un equipo de rally europeo en Austria, tal y como cuenta Autoevolution, antes de ser redirigidos a Hollywood. Para reforzar la estética marcada y fácilmente reconocible, el coche pasó de su color azul original al llamativo Kosmic Kolor Candy Lime Gold, un tono que oscila entre amarillo intenso y verde neón. Ese acabado era tan delicado que cualquier arañazo obligaba a reparaciones constantes entre tomas, algo habitual en los rodajes de acción.
A nivel de carrocería, esta unidad luce un kit DAMD y una inspiración clara en el Mitsubishi Eclipse que Paul Walker condujo en la primera película, reforzando la continuidad estética del personaje. Entre las solicitudes del propio actor destacan el alerón trasero y los pilotos Genera TYC, estos últimos tan específicos que obligaron a cortar y reconstruir los paneles traseros. Unas llantas Motegi FF5 de 18 pulgadas van envueltas en unos siempre acertados neumáticos Toyo, mientras que el resto del exterior mantuvo adhesivos y detalles propios.
Por dentro, el Evo conserva su personalidad de la época, con asientos Recaro de fábrica (aunque más adelante llegó a montar los del Evo VIII) y una instrumentación adicional formada por un cuentavueltas Apexi, un medidor de presión del turbo y un medidor de temperatura.

Interior de la unidad que va a subasta por Bonhams.
Desde el punto de vista mecánico, el motor base del Evo VII era el conocido 4G63 2.0 turbo de cuatro cilindros, con unos 280 CV de fábrica Sin embargo, esta unidad recibió un aumento de potencia hasta los 330 CV gracias a un turbo mejorado, además de también ajustes en la suspensión y otros cambios que no han sido detallados. A ello se sumaba una transmisión manual de 5 velocidades y una modificación clave para el rodaje: la conversión a tracción trasera, necesaria para ejecutar las maniobras que el guion exigía.
El historial del coche añade todavía más valor. Esta unidad conserva los equipos de seguridad empleados en las escenas de riesgo, los puntos de montaje para cámaras, el livery original y restos del color azul original en el maletero y el vano motor. Además, cuenta con documentación firmada por Craig Lieberman que certifica su papel como coche principal en las escenas de acción, así como papeles de propiedad noruegos y un kilometraje muy bajo: apenas 7.721 millas, que equivalen a unos 12.400 km. Además, no fue destruido ni total ni parcialmente durante el rodaje, algo inusual en este tipo de producciones.
Tras completar su participación en la película, la unidad terminó usándose en eventos promocionales de la misma, más tarde recibió paragolpes y asientos de Evo VIII durante su etapa estadounidense y, en 2007, fue exportado a Noruega. Años más tarde, se reencontró el paragolpes original de la película y se reinstaló, devolviéndole así su autenticidad.





