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Red Pig, el primer AMG que terminó convertido en un banco de pruebas para el Concorde

Pensar en Mercedes-AMG es hacerlo en coches que nos dibujan una sonrisa y hacen que las piernas nos tiemblen ligeramente (o no) al bajarnos de uno de ellos. Fue en 1993 cuando el mercado dio la bienvenida al primer modelo en el que ambas marcas colaboraban (Mercedes C 36 AMG), pero lo cierto es que su camino no fue siempre el mismo: comenzó siendo paralelo y el primer AMG fue una berlina bautizada como ‘Red Pig’ o ‘Rote Sau’ que acabó convirtiéndose en un banco de pruebas para el Concorde.

Viajamos en el tiempo hasta 1955: la marca alemana competía en Las 24 Horas de Le Mans con el Mercedes W198 300 SLR conducido por Pierre Eugène Alfred Boullin (Pierre Levegh). El Austin-Healey de Lance Macklin chocó con él y en el accidente falleció tanto el piloto francés como 82 espectadores. La tragedia vivida en el circuito de La Sarthe provocó que los de Stuttgart se redujeran progresivamente su presencia en el mundo de la competición hasta que se retiraron definitivamente en 1964.

Red Pig Mercedes Amg 03

Nace AMG

Esta decisión supuso un jarro de agua fría, pero hubo dos ingenieros que no se dieron por vencidos: Hans-Werner Aufrecht y Erhard Melcher empezaron a modificar unidades de Mercedes para poder competir. Improvisaron un taller en el garaje del primero, que vivía en Grossaspach, y bautizaron a su proyecto como AMG: A de Aufrecht, M de Melcher y G de Grossaspach. Su primer coche no tardaría en llegar.

Tomaron como base un Mercedes-Benz W109 300 SEL 6.3 de 1969. Sí, pretendía transformar una lujosa berlina, que no era precisamente ligera ni pequeña, en un coche de competición. Y así fue cómo nació Red Pig o Mercedes 300 SEL 6.8 AMG. Hay quien dice que la marca alemana colaboró de alguna manera con Aufrecht y Melcher a pesar de lo ocurrido en Le Mans. Sea como sea, estaríamos hablando del primer AMG de la historia.

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Mercedes 300 SEL 6.8 AMG, el primer AMG

Los dos ingenieros transformaron el V8 para que pasara de 6.3 litros a 6.8. ¿Cómo? Ajustaron pistones, levas, varillas y cigüeñales. Conectaron, además, cada banco de cilindros a entradas separadas. Y el resultado fue que Red Pig pasó de entregar una potencia de 250 CV y un par máximo de 500 Nm a 420 CV y 607 Nm, que iban directos al eje trasero a través de una transmisión automática de cuatro velocidades modificada para cambiar como una manual secuencial. Este cambio se sustituiría, a posteriori, por uno manual ZF de cinco velocidades.

Con este cambio, Red Pig era capaz de pasar de 0 a 100 km/h en 4,2 segundos alcanzando una velocidad máxima de 165 km/h. Puede que estas cifras os parezca irrisorias si las comparamos con los actuales AMG, pero tened en cuenta que estamos en los años 60 y que en nuestras manos tendríamos una berlina con un peso en vacío de casi 1.630 kilos: no está nada mal.

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Las 24 Horas de Spa de 1971

Aunque la información que existe sobre Red Pig es escasa y no ha podido ser contrastada, se afirma que se construyeron entre tres y cinco unidades. Tampoco se hizo un registro fiel de sus participaciones en el mundo de la competición, pero sí conocemos su resultado más sonado: fue segundo en las 24 Horas de Spa de 1971 por detrás del Ford Capri RS 2600 de Alex Soler-Roig.

Para la ocasión, AMG aligeró a Red Pig con puertas de aluminio, eliminó tanto los paneles como los asientos traseros, que fueron sustituidos por una jaula antivuelco, y aumentaron el ancho de vía para poder montar unos neumáticos más anchos. Por desgracia, la regulación del Campeonato Europeo de Turismos cambió porque la FIA estableció un máximo de cinco litros de cilindrada y esto impidió que el primer AMG siguiera compitiendo. Sin saberlo, había comenzado el principio del fin.

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La venta a Matra

AMG vendió el Mercedes 300 SEL 6.8 AMG a Matra que, además de coches, desarrollaba hardware militar… y tenía una división de aviación. Los franceses vieron en Red Pig el banco de pruebas perfecto para el Concorde debido a su enorme interior y a su velocidad máxima en recta: 290 km/h. Con él hicieron los ensayos de despegue en pista para poner a prueba una de las partes más débiles de los aviones.

Apenas existen imágenes de la transformación de Red Pig en un laboratorio con ruedas, pero parece que lo alargaron para adaptarse a las plataformas de prueba y le hicieron un agujero en el suelo para instalar una rueda central.

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Red Pig desaparece

¿Qué pasó con el primer AMG cuando terminó su labor para el Concorde? Nadie lo sabe, pero todas las apuestas dan por hecho que acabó en algún desguace. Mercedes intentó buscarlo con motivo del aniversario de la incorporación de AMG a la casa de Stuttgart, pero no dio con él y construyó un par de réplicas fieles al original: una de ellas está en el museo y la otra la guardan para eventos especiales.

Aunque el primer AMG ya no esté con nosotros, siempre recordaremos al Red Pig original como el principio de un gran linaje. No en vano, sus descendientes se han convertido en algunos de los mejores modelos de altas prestaciones en el mundo del motor.

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