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The Guardian dice que este es el lado más oscuro de Tesla: cuando el cliente nunca tiene la razón

En el mundo en el que vivimos la información no solo es importante, sino que es absolutamente todo. Esa es la razón por la que los fabricantes a menudo son tan recelosos de que terceros puedan acceder a las «tripas» de sus productos. También esa es la justificación que empleó Apple para plantar cara al gobierno de los Estados Unidos, nada más y nada menos, cuando este requirió tener una «puerta trasera» para acceder a sus terminales bajo una excusa que a menudo, no solo es convincente, sino que lo justifica todo, como el terrorismo. Puede que Tesla a día de hoy sea el ejemplo más representativo, pero lo que sucede con la marca con Elon Musk lo veremos muy pronto en prácticamente cualquier fabricante, y cualquier coche, por modesto que este sea. ¿Y qué ha sucedido con la información, y con Tesla?

Tesla ha equipado sus automóviles con sistemas que recopilan una información muy extensa acerca de la conducción, especialmente en modo Autopilot, para avanzar en el desarrollo de sus sistemas de seguridad y de conducción autónoma

The Guardian publicaba estos días un artículo reflexionando acerca de la política de Tesla y el manejo de la información. Un artículo cuyo título además era bastante llamativo «El cliente nunca tiene la razón: Tesla solo revela la información de su tecnología autónoma cuando les interesa» (ciertamente es una traducción adaptada para tener sentido en castellano, sin perder el sentido de la frase original). No somos de esos que te recomendarían cubrir tu cabeza con el papel plateado que utilizas para envolver tu merienda. Es más, la capacidad de Tesla para trabajar con la información que recaban sus coches, y que probablemente sea mucho más extensa de lo que cualquiera podría imaginar, nos parece sumamente útil para seguir un camino muy deseable, el de crear coches cada vez más seguros y, en última instancia, autónomos.

¿Pero qué sucede cuando el cliente quiere acceder a esa información?

Algunos clientes, según The Guardian, denuncian que Tesla no ha compartido ellos información recabada por su coche que, en su opinión, sería relevante para desentrañar las causas de un accidente

Tesla dispone de una caja negra (perdón por utilizar un término que ciertamente está muy anticuado para hablar de la tecnología que emplea Tesla) dentro de sus coches que, hasta donde sabemos, puede decir si un cliente tiene las manos en el volante, la velocidad a la que circula, si estaban activados sus sistemas de conducción automatizada, si una puerta está abierta y un largo etcétera. Información que en última instancia podría ayudar a desentrañar las causas de un siniestro.

El problema, tal y como cuenta The Guardian, es que sus clientes no siempre pueden acceder a esa información, o al menos no pueden acceder al grueso de la información acumulada por Tesla. Mencionan casos como el de un usuario que chocó contra una furgoneta que estaba detenida en una autovía en Suiza y el mismo que puedes ver en el vídeo superior. El propietario del Tesla que sufrió esta colisión alega que, tras ponerse en contacto con la marca para recibir toda la información pertinente que registró su coche hasta la colisión, la marca declinó proporcionárselos.

Es cierto que, la obsesión de Tesla por recabar información de sus coches no parece que tenga como fin perseguir a sus clientes, ni hacer negocio con ellos, sino perfeccionar sus sistemas de conducción autónoma. Pero la única forma de cumplir ética y legalmente con sus clientes – puesto que al menos en Europa existen leyes muy claras a este respecto – es compartiendo absolutamente todos los datos registrados con ellos y siendo aún más transparentes a la hora de comunicarles qué parámetros están quedando registrados en la «nube».

Por otro lado, sí hemos visto casos, en los que Tesla no ha tenido ningún problema en informar públicamente, o empleando a los medios, de información registrada por sus coches. Información mediante la cual Tesla podía alegar que sus sistemas no habían fallado. La marca asegura que solo se difunde esa información cuando Tesla ha sido atacada, ya sea por una información errónea en prensa, o por una demanda de un cliente, para defenderse de ello. Y es cierto que el propio desconocimiento lleva a que casos como el del accidente mortal sucedido en Ohio, sean tratados por muchos medios de una forma, no diríamos malintencionada, pero sí poco rigurosa.

En el caso del accidente de Ohio, por cierto, Tesla sí que llegó a reconocer que en base a los registros del vehículo, los sistemas de reconocimiento de imágenes habían tenido dificultades para identificar al tráiler contra el que chocó por la similitud cromática entre este y el cielo. En cualquier caso, la responsabilidad de haber evitado el accidente seguía siendo del conductor. En otros casos, Tesla tampoco ha dudado en justificar por qué su sistema no había sido capaz de evitar un accidente, ya fuera porque su cliente lo había desconectado, o porque había aplicado los frenos.

Es posible que sean casos muy concretos en los que alguien pudiera justificar que Tesla revele estos datos concretos. Pero, de nuevo, ¿no deberían tener sus clientes – absolutamente todos – un acceso completo a la información que registran sus coches? Y la respuesta no debe ser otra que esta: sí, deberían tenerlo.

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