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¿Conducción ecológica o conducción eficiente? Lo mejor es usar el sentido común

Desde hace algún tiempo la ecología está de moda. Tenemos todo tipo de productos a los que la palabra ecología les aporta un valor añadido. Últimamente en el mundo de la automoción se está hablando mucho de la conducción ecológica.

La Comunidad de Madrid ofrece cursos gratuitos de conducción ecológica a todas aquellas personas que estén interesadas en mejorar su conducción para conseguir un ahorro de combustible de hasta un 15% y emitir de esa forma menos CO2 a la atmósfera.

Este año se ofertan 3.500 plazas para conductores de automóviles, a las que hay que añadir otras 1.850 para conductores de vehículos industriales y autobuses. En total son 5.350 plazas a las que hay que sumar todas las ya disfrutadas por los madrileños desde que se puso en marcha este programa en el año 2006. El coste total del proyecto hasta el momento asciende a 3,2 millones de euros.

La comunidad también informa que gracias a estos cursos se han dejado de emitir hasta 50.000 toneladas de CO2 cada año. No sé en qué se basan exactamente para hacer estas afirmaciones, pero personalmente no creo que haya una forma cuantitativa de medir el resultado de este proyecto, o por lo menos no me parece que se pueda asegurar directamente una cifra exacta como la que están manejando.

Además pienso que no se está informando correctamente al ciudadano sobre los problemas que puede generar una conducción ecológica como la que se publicita desde los medios generalistas. Sería aconsejable enseñar a la gente a realizar conducción eficiente y no solamente ecológica, que desde mi punto de vista no son exactamente lo mismo.

El problema es más bien una cuestión de concepto. Se da por hecho que el que no conduce de forma ecológica se pasa el día entre aceleraciones y frenazos fuertes (el típico que siempre tiene que llegar el primero al siguiente semáforo). Esto es totalmente incorrecto, se puede realizar una conducción eficiente utilizando el menor combustible posible según la situación en la que nos encontremos y buscando siempre llegar al destino con el menor gasto mecánico posible.

Una conducción ecológica como la que se indica desde muchos medios puede acarrear graves consecuencias sobre la mecánica de los vehículos. La primera premisa sobre la conducción ecológica es circular en la marcha más larga posible, donde efectivamente el coche gasta mucho menos combustible. Sin embargo no se suele comentar que en casos extremos como por ejemplo en pendiente ascendente, el motor acaba realizando un sobreesfuerzo importante que puede suponer un desgaste prematuro de algunas de las piezas: caja de cambios, embrague, catalizador…

Otro de los consejos sobre conducción ecológica es evitar el uso de la primera velocidad en la medida de lo posible. Esto también puede acarrear consecuencias similares a las comentadas anteriormente. Sin embargo hay un consejo que sí es válido y que además entra dentro de la definición de conducción eficiente: mantener la velocidad de circulación lo más uniforme posible, buscando la fluidez y evitando las aceleraciones, los frenazos y los cambios de marcha innecesarios.

Es decir, al final de lo que se trata es de utilizar el sentido común para circular, haciendo uso de una conducción sana para la atmósfera pero también para el vehículo y así evitar poner en riesgo elementos del motor que suponen también un coste ecológico (a parte del económico) en caso de necesitar sustitución.

Imágenes: hsueh888tw | Vectorportal
Fuente: Autobild | Comunidad de Madrid
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