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Toyota Hilux y combustible de avión para la travesía polar más larga de la historia

Cuando te planteas la idea de recorrer más de 70.000 kilómetros en uno de los terrenos más inóspitos y exigentes del planeta, el mero hecho de tener que repostar ya se convierte en toda una hazaña. Y es que no sólo es tarea imposible encontrar una gasolinera en la Antártida, sino que las temperaturas que se pueden alcanzar (por debajo de los -34º) en esta región serían suficientes para que el gasóleo se espesase hasta el punto de resultar inútil su empleo como combustible.

Para enfrentarse a esta aventura, el equipo de especialistas en conversiones nivales de Arctic Trucks prepararon su propia flota de vehículos Toyota Hilux para la mayor expedición polar que se haya realizado hasta el momento. Para empezar y descartado el gasóleo, se tomó la decisión de repostar combustible de Jet A1, empleado habitualmente en la aviación. Lo sorprendente es que para ello no requirieron adaptaciones ni en la mecánica diésel 3.0 D-4D de estos Toyota, ni tampoco en las transmisiones empleadas desde un principio.

Para cumplir con cuatro meses de jornadas maratonianas sobre el hielo, un avión comercial se encargó de distribuir 448 barriles de combustible en ocho puntos estratégicos a los que acudieron para repostar y completar la misión.

Entre las adaptaciones necesarias: sistemas de radar, refuerzos en suspensiones, ruedas para la nieve. La mecánica en cambio no requirió modificaciones para el combustible Jet A1.

Enfrentarse a tan largas jornadas en la inmensidad del desierto helado del Antártida requiere una adaptación de los depósitos de combustible con una capacidad de más de 300 litros, en el caso de los vehículos 4×4, y cerca de 1.000 litros en los 6×6. Evidentemente la travesía y la carga añadida requirió de unas suspensiones reforzadas, sistemas eléctricos de apoyo, calentadores y ruedas de 44″ y baja presión para aumentar en la medida de lo posible su adherencia a la nieve y el hielo. Por no hablar de que a mayor carga también serían mayores las dificultades para circular sobre el hielo.

Otro de los sistemas indispensables para una aventura tan arriesgada es un radar específico para analizar la profundidad de la placa de hielo superficial, y así evitar hundimientos inesperados.

Por suerte completaron su misión y lograron la hazaña de recorrer, de cabo a rabo, la Antártida y alcanzar el Polo Sur.

Fuente: Wired
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