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El mundo al revés: Oregón propone un impuesto especial para vehículos muy eficientes

El estado norteamericano de Oregón se está planteando la implantación de un nuevo impuesto sobre los vehículos que resulten «demasiado eficientes» para las arcas públicas. La razón es que el 60% de la financiación para mejora y mantenimiento de la red viaria proviene de los impuestos sobre combustibles y determinados vehículos cuyo consumo es muy bajo apenas contribuyen a financiar las infraestructuras que están utilizando. Se habla de 1,5 céntimos de dólar por milla recorrida, aplicables a vehículos de consumo inferior a 4,28 l/100km (55mpg).

Este impuesto específico castigaría la eficiencia misma, mientras el mundo entero la premia

Con estas premisas, la situación que se produce es realmente paradójica: mientras el mundo entero beneficia fiscalmente e incluso subvenciona los vehículos eficientes, en algunos estados norteamericanos (Oregón no es el primero que lo plantea) ya se habla de gravarlos con impuestos específicos que castigarían esa misma eficiencia. ¿El mundo al revés?

Veamos. En principio el argumento esgrimido para la implementación de este impuesto parece tener al menos cierto sentido: si las carreteras se financian con el impuesto sobre carburantes, y los coches que consumen menos no las utilizan menos, podría interpretarse que se está produciendo una situación injusta. Incluso podría suceder que la financiación resultase insuficiente para mantener la red de carreteras, suponiendo una abundancia extrema de vehículos eficientes. Vamos por partes.

Si para pagar una cosa (carreteras) gravas fiscalmente otra (gasolinas) corres el riesgo de que alguien consiga utilizar las primeras sin pagar las segundas

Empezando por el planteamiento impositivo, si para pagar una cosa (carreteras) gravas fiscalmente otra (gasolinas) corres el riesgo de que alguien consiga utilizar las primeras sin pagar las segundas, como los coches eléctricos en este caso. Para solucionar este problema de base, habría que gravar el uso de las carreteras, tal cual, para todos los vehículos. En caso de querer introducir cierta progresividad en el impuesto, podría configurarse un escalado por precios, potencias, o cualquier otro criterio corrector, pero gravando el kilómetro recorrido, no el combustible.

Luego está el argumento de la injusticia. El hecho de que los vehículos de bajo consumo reduzcan las emisiones contaminantes y las importaciones de petróleo del país debería ser tenido en cuenta en su favor, con lo que la balanza de la justicia se equilibraría casi con toda seguridad. Los que pagan menos aportan otros efectos positivos para todos.

Para terminar, es cierto que puede llegar un momento en el que la eficiencia de los coches sea tal que la actual fórmula de financiación ya no aporte ingresos suficientes. Puesto que alcanzar ese momento está todavía lejos y en cualquier caso es una situación muy deseable, yo animaría a los responsables correspondientes a tener un poco de paciencia antes de replantearse su modelo de recaudación y dejar respirar un poco a los coches de bajo consumo, al menos hasta que no quede más remedio y empiecen a pagar con nuevos criterios.

Bendito problema, si llega ese día.

Fuente: Autobloggreen
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