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«La ciudad reinventará el automóvil». Entrevistamos a Harald N. Rostvik, el arquitecto tras el éxito eléctrico en Noruega

En 1989 la ONG Bellona convenció al grupo A-HA, a través de su lider Morten Hasket, para que ayudase a dar a conocer los coches eléctricos en Noruega. El país vivía en una fiebre del petróleo y la preocupación medioambiental era mínima. Delante de un Fiat Panda Eléctrico, Hasket posaba con un arquitecto formado en Gran Bretaña, Harald N. Rostvik, engranaje de un amplio grupo de analistas preocupados por algo que entonces sonaba poco: sostenibilidad. Casi 25 años más tarde Noruega es la referencia mundial en implantación de coches eléctricos y Rostvik sostiene con entusiasmo que estamos en una situación mejor que en aquel momento en cuanto a preocupación por el Medio Ambiente. Tecmovia tuvo una larga entrevista con él en Barcelona en la que se habló del coche, las ciudades y el futuro… y que no dejará indiferente a nadie.

El arquitecto y el coche eléctrico

A una cierta distancia, si algo parece Harald N. Rostvik es un arquitecto. Sus gafas al estilo de Le Corbusier y un largo cráneo rapado que recuerda a Norman Foster le dan un aire solemne, más aún cuando comienza a hablar en un impecable inglés de marcado acento británico. Sin embargo tras esa imponente figura Rostvik se muestra cercano, simpático, y apasionado con la sostenibilidad. Por qué un arquitecto tuvo un papel tan importante en el inicio de esta aventura era la primera y obligada pregunta: Rostvik nos explica que estudió arquitectura en Inglaterra en los años 70. «La situación era similar a la de España hoy, había muy poco empleo. Sólo 5 de nosotros se colocaban como arquitectos cada año… el resto nos dispersábamos por otros países buscando trabajo, pero con una consigna: volver a reunirnos cada cinco años». Esta diáspora de arquitectos por el mundo, y esas reuniones quinquenales pronto dieron lugar a una importante red de profesionales que trabajaba en una gran variedad de temas en todo el mundo, y por tanto con una visión muy amplia de los problemas. «Me especialicé en sostenibilidad y acumulé experiencia con proyectos en todo el mundo, así que enseguida ví la relación entre energía, transporte y urbanismo. Sin embargo al volver a Noruega casi nadie estaba interesado en el Medio Ambiente: sólo se hacían ricos exportando petróleo. Entonces comencé a trabajar con la ONG Bellona». Y fruto de esa colaboración surgió en la campaña de Bellona en la que Rostvik posaba con A-Ha delante de un Panda eléctrico, punto de partida de una aventura que desemboca en el éxito actual.

Coches y edificios, ligeros y eficientes

Minutos antes de la entrevista, en la conferencia previa, Rostvik había afirmado que los coches y los edificios están condenados a entenderse ¿Cual será la clave de esa conexion? le preguntamos «Uno de los asuntos principales son los picos de consumo de energía. Sabemos que suceden estos momentos de máxima demanda, y los coches eléctricos conectados a la red ayudarán a corregirlos, sobre todo cuando la capacidad de las baterías aumente. Es muy caro tener un sistema basado en los picos, y un ejemplo es la arquitectura en Noruega: construímos muros de 40 cm de grosor para aislar un mes y medio al año. Sería más inteligente ahorrar todo ese coste de trabajo, materiales y dinero e invertirlo en energías renovables. Tenemos que pensar el modo en el que hacemos las ciudades y hay una gran relación entre edificios y coches». Le Corbusier escribió a principios del siglo XX su famoso «Hacia una arquitectura», en el que ponía al coche como ejemplo a seguir por la arquitectura. Preguntamos a Rostvik si ahora estamos en el punto opuesto. «Absolutamente. Las ciudades más densas rediseñarán el automóvil en 20 ó 25 años. Al llegar a las ciudades habrá coches eléctricos de «car-sharing» que se usarán dentro de la ciudad, con lo cual no necesitan ser «coches acorazados» sino cada vez más ligeros y pequeños.» Y hace un especial énfasis en el asunto del tamaño. «Si se compara un coche eléctrico con un coche de combustión interna de dos o tres plazas, algo como un Toyota IQ, este último resulta menos contaminante en su ciclo de vida con un kilometraje anual de unos 15000 km. La razón es que el CO2 que se emite en la fase de fabricación del eléctrico, sobre todo por las baterías, es un lastre. Al igual que sucede en la arquitectura, la fase de construcción es decisiva en las emisiones del ciclo de vida, por eso hay que pensar en coches más pequeños y con menor demanda de energía y materiales en su fabricación»

Las ciudades y el transporte

El interés de Harald N. Rostvik por la conexión entre coches y edificios está en el centro del debate sobre las «Smart Grid«. Sin embargo las ciudades actuales son producto de otra forma de planificar, y no se cambian en un día. Le preguntamos cómo podrá afectar el boom de la construcción en España a la vida en nuestras urbes en los próximos años: «En España ciertamente ha habido una burbuja de la construcción. Tienen ustedes aquí escuelas de arquitectura con 5000 estudiantes… mientras en Harvard hay 500, y esa enorme cantidad responde a la demanda.» Añade que esto causará mucho desempleo entre los arquitectos, pero el aspecto negativo se puede tornar positivo a la vuelta de unos años, como le sucedió a él mismo.  «La expansión rápida y excesiva de las ciudades (como ha sucedido en España) aumenta la necesidad de transporte, y ahí viene el problema a gran escala. Por eso es importante densificar y que la necesidad de la gente de desplazarse sea menor, algo parecido a lo que sucede en algunas áreas de Londres.» Pero claro, no podemos reconstruir nuestras ciudades, o al menos no de la noche a la mañana. Para el arquitecto, el modo directo de influir en el Medio Ambiente es con las elecciones sobre nuestro estilo de vida «Si eres cuidadoso con tu necesidad de transporte diario, podrás hacer algunos viajes de larga distancia un par de veces al año. En cambio si recorres una gran distancia al trabajo cada día esas posibilidades se reducen»

El fin del petróleo… ¿Y del coche?

«Aunque resulte alarmante, en algunos de mis artículos he comparado Detroit con Stavanger, la capital del petróleo en Noruega», responde Rostvik cuando le preguntamos por los efectos de la planificación equivocada. «En Detroit, el número de habitantes que trabajaban en la industria del motor bajó de 300 000 a 100 000 en apenas 15 años. La razón, entre otras, es que no quisieron aceptar el cambio en la conciencia ambiental, y siguieron fabricando coches enormes y gastadores. Pienso que con la industria del petróleo en Noruega puede pasar igual. Ellos creen que dominarán durante los próximos 50 ó 100 años, pero no tienen en cuenta el cambio tecnológico. ¿Por qué pasamos de los trenes de carbón a los eléctricos? ¿Por qué ya no usamos las máquinas de escribir, o incluso el fax? Las tecnologías nuevas eliminan a las viejas, ya ha pasado antes…»
Rostvik es un convencido del discurso de la eficiencia energética para moldear el futuro próximo, y del protagonismo que tendrá la alianza entre edificios y automóviles. Nos confiesa que es vegetariano y que tenía un Toyota Prius pero lo vendió porque no lo necesitaba en sus desplazamientos diarios, que puede cubrir andando y en transporte público. Habla con apasionamiento del cambio tecnológico, y especialmente cuando menciono el auge y caída de la industria ballenera, muy arraigada en Noruega.
«Hay una relación muy estrecha entre la lógica de la arquitectura y la del transporte», nos dice mientras damos por terminada la entrevista. Una sugerente invitación para seguir hablando sobre coches con un arquitecto que no tiene coche. Cosas de la sostenibilidad…

Fuente:  Sunlab | EV Norway
Fotos: EVNorway | Tecmovia (Gráfico: Francisco Carranza – Nissan España)
En Tecmovia: El éxito de los eléctricos en Noruega en cuatro claves y una incógnita

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