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El primer coche que pisó la Antártida

La primera vez que un ser humano divisó el Continente Antártico fue en enero de 1820. El Polo Sur geográfico no fue alcanzado hasta 1911, hazaña llevada a cabo por el célebre explorador noruego Roald Amundsen con la ayuda de perros groenlandeses. Robert Falcon Scott lo consiguió 35 días más tarde valiéndose de caballos mongoles, pero pereció en el viaje de regreso.

Unos años antes, Ernest Schakleton intentó alcanzar el Polo Sur en su expedición antártica “Nimrod” efectuada entre 1907 y 1909, y por un instante creyó que podría realizarlo cómodamente al volante de un automóvil. Eran los años pioneros tanto de la exploración antártica como de la industria automovilística, y el coche de Shakleton dejó bien claro, desde el primer momento, que el continente antártico no se iba a dejar dominar fácilmente, y menos aún por un vehículo a motor.

Shakleton recibió para el que era su segundo viaje al continente helado (ya había participado en la expedición “Discovery” de 1900) un Arrol-Johnston fabricado en escocia y dotado de un motor de 4 cilindros refrigerado por aire y con 15 CV de potencia. Era una donación de uno de los mecenas de la aventura, en el convencimiento de que sería una excelente publicidad para la marca.

El primer coche que pisó la antártida

El propio Shakleton daba crédito a la idea al afirmar, según algunos con poco convencimiento, que en condiciones favorables “el coche podría recorrer 150 millas en 24 horas”, e incluso que podía ser la manera de llegar rápidamente hasta el Polo Sur. Unas expectativas que hoy sabemos que eran infundadas, hecho que pudo ser comprobado en cuanto las ruedas del coche tocaron el hielo y, sobre todo, la nieve de la Antártida.

El coche recibió algunas modificaciones específicas como aceite especial que no se congelase, un silenciador que actuaba como un calentador de pies, un recipiente alrededor del tubo de escape para convertir la nieve en agua, o unos esquís para las ruedas delanteras. Pero, como era de esperar, no había sido suficientmente probado en condiciones de extremo frío, y las finas y pesadas ruedas traseras con neumáticos de goma no eran, precisamente, el mejor sistema de tracción para la nieve.

Cuando el coche fue descargado del barco para su primer paseo sobre el hielo antártico, el mecánico Bernard Day le retiró la capa grasa que lo protegía y consiguió arrancar el motor. Al intentar avanzar, las ruedas se hundieron en la nieve y el coche no se movió ni un solo centímetro. Unas pocas horas despuéss, el Arrol-Johnston se encontraba nuevamente en la cubierta del barco. Su primera incursión en el continente antártico había sido un absoluto fracaso, y el Polo Sur tendría que esperar la llegada de Amundsen.

El primer coche que pisó la antártida

El coche se empleó eventualmente para arrastrar trineos con provisiones por superficies llanas, duras y sin nieve, circunstancias poco frecuentes en la Antártida. Arrastraba trineos durante 15 ó 20 kilómetros hasta que las ruedas se atascaban en la nieve. Los hombres se hacían entonces cargo de seguir moviendo los trineos, no sin antes darle la vuelta al coche para que volviera al punto de partida.

Al final de la expedicion, el coche fue izado nuevamente al barco para el viaje de regreso. Su estado de conservacion dejaba claro que había tenido mucho menos uso del previsto, llegando a dar la sensación de que ni siquiera habia sido descargado del barco. Sin embargo, no llegó jamás a Inglaterra. Parece ser que una tormenta lo arrastró por la borda, tal vez con el consentimiento del propio capitán. Lo único que se conserva de este primer coche antartico son un par de ruedas de repuesto que fueron rescatadas en los años 70.

Vía: coolantartica
Fotos: NOAA, coolantartica, Allposters
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