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Tu coche en forma: restauración de faros, esa gran desconocida

La crisis está empujando al cliente español a decidirse por la compra de vehículos de ocasión, de segunda mano, automóviles cada vez más antiguos en los que las tareas de mantenimiento cobran una importancia vital en nuestra seguridad y las tareas básicas a realizar son mayores y cada vez más frecuentes. Todos sabemos que un automóvil requiere de revisiones periódicas, cambios de aceite y filtros o que una bombilla fundida o un faro roto deben sustituirse. Pero, ¿sabías que con el paso del tiempo el faro sufre un desgaste que reduce progresivamente nuestra visibilidad nocturna?

Las ventas de turismos con más de diez años o cien mil kilómetros no paran de aumentar. Precisamente muchos profesionales recomiendan que el momento oportuno de sustituir o restaurar la cúpula transparente del faro llega cuando el odómetro alcanza el sexto dígito, o en otras palabras, cada cien mil kilómetros. Dado que la situación económica no se presta a gastos que muy pocos compradores podrían haber previsto, la solución más económica sigue siendo la de recurrir a tratamientos profesionales capaces de conseguir recuperar la visibilidad de que gozaban los faros el mismo día en que el coche salió del concesionario.

El mantenimiento de la lámina transparente de que consta al faro, y que protege el punto emisor de luz (ya sea bombilla, LEDs, halógenos, xenon…) es una labor de mantenimiento más que deberíamos cubrir para preservar la iluminación y la visibilidad de nuestro coche.

Con el paso del tiempo y los kilómetros el faro se vuelve opaco, se araña y sufre microfracturas, haciendo que el haz de luz se disperse y pierda intensidad.

El deterioro de los faros no tiene por qué deberse a una fractura total o parcial de la lámina transparente. El paso del tiempo, las condiciones meteorológicas, los compuestos químicos de la atmosfera y presentes sobre el asfalto o el impacto de la gravilla proyectada por los vehículos que nos preceden; son los principales causantes de la degradación del material. La opacidad adquirida con el tiempo, los arañazos y las oquedades sobre la superficie reducen y dispersan el haz luminoso, con la consecuente falta de visibilidad en trayectos nocturnos.

La técnica más común es la del lijado y el barnizado. El policarbonato con que se moldea la óptica del faro es lijado con un material poco abrasivo que apenas ataca a la capa superficial del faro. Posteriormente para proteger y obtener brillo se aplica un barniz especial.

Restauración de faros

Nuestro consejo:
Restaurar un faro es barato y económico. Normalmente sólo es necesario aproximadamente cada 100.000 kilómetros.

Dependiendo del taller especializado que se encargue del trabajo, el precio de una restauración para sendos faros puede oscilar entre los 40 y los 100€. Como ven, no es tan complicado ni caro recuperar la luminosidad de los faros de un viejo automóvil, sobre todo si lo comparamos con lo que podría costarnos una sustitución total de los grupos de faros.

Por otro lado por el propio uso las bombillas de filamentos que tradicionalmente emplean los vehículos, cada vez menos comunes según ganan terreno soluciones más avanzadas como los LED o xenon, deberían sustituirse aproximadamente cada 60.000 kilómetros.

La tarea necesaria de sustitución, o mejor aún, de restauración de un faro, como verán no sólo es una de las más desconocidas en el mantenimiento de un vehículo sino de las más económicas y necesarias. ¿No crees que parece ridículo ponerle un precio tan bajo a tu seguridad?

Lee más consejos para cuidar tu coche en la sección Tu coche en forma.

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