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El tiempo se agota para el 6.75 V8: el motor eterno de Bentley está en peligro de extinción

Si hay un motor eterno actualmente a la venta, es el V8 de 6,75 litros de Bentley. Es un motor cuyos orígenes directos datan del año 1959, cuando fue estrenado en los Rolls Royce Silver Cloud II y Bentley S2, en una época en la que ambas marcas se habían fusionado. Este sensacional bloque de aluminio ha sobrevivido a los múltiples cambios de propiedad de la empresa, e incluso sobrevivió a BMW, que quiso cambiarlo por uno de sus «vulgares» V8 de 4,4 litros. Pero incluso a los motores eternos se les agota el tiempo.

Durante la época BMW de Bentley, los bávaros lo reemplazaron por un vulgar V8 de 4,4 litros. El 6.75 V8 volvió en muy poco tiempo.

Actualmente, el 6.75 V8 de Bentley disfruta de un sistema de doble turboalimentación, y se ofrece únicamente en el Bentley Mulsanne y Mulsanne Speed. Aunque el motor fuese estrenado en el año 1959, el motor ha estado en constante evolución desde entonces. Sólo las dimensiones básicas del bloque permanecen invariables: el propio bloque fue reforzado, sus culatas son completamente nuevas, dispone actualmente de distribución de variable y la turboalimentación le sobrevino ya en el lejano año 1983.

En sus últimas versiones incluso dispone de un sistema de desactivación parcial de cilindros. Es un motor único. Aún conserva su esquema de dos válvulas por cilindro y siempre ha destacado por ofrecer un enorme par motor. Es el motor europeo con mayor cilindrada a la venta actualmente, y sus cifras nos dejan atónitos. En la versión Speed del Mulsanne, desarrolla una potencia de 537 CV, gracias a un sistema de doble turbo en paralelo. Pero atentos al régimen al que genera dicha potencia: ¡sólo 4.200 rpm!

El 6.75 V8 L-Series es un motor anacrónico, ineficiente, políticamente incorrecto. Pero pocos tienen más personalidad.

Su par máximo es de unos descomunales 1.100 Nm, entregados a sólamente 1.750 rpm. No, no es un motor diésel, pero cada uno de sus cilindros desplaza más de 800 centímetros cúbicos. A sólo 750 rpm – poco por encima del ralentí – ya desarrolla un par motor de 500 Nm. Siempre me sorprendió ver el cuentavueltas del Mulsanne, cuya zona roja comienza en sólo 4.500 rpm. Este 6.75 V8 es el equivalente automovilístico a un caballo percherón. Grande, pesado y pausado, pero extremadamente poderoso si se le exige un esfuerzo.

Vista lateral del Bentley Mulsanne en una carretera costera, mostrando su elegante silueta.

En muchos aspectos, es el motor ideal para una berlina de superlujo como el Mulsanne. No importa que su 0 a 100 km/h demore unos 5 segundos. Por supuesto que hay coches mucho más rápidos. Pero son cinco segundos tirando de un peso en orden de marcha de 2.685 kilogramos. A pesar de que cumple la normativa Euro6, su consumo medio homologado es de 14,6 l/100 km – extremadamente optimista me parece – y sus emisiones de dióxido de carbono son estratosféricas: su media es de unos mareantes 342 g/km. 0,34 kg/km, si lo prefieres.

Wolfgang Dürheimer – actualmente el CEO de Bentley – afirma que el 6.75 V8 morirá con el actual Bentley Mulsanne. El verdadero buque insignia de Bentley ha sido renovado hace apenas unos meses, y sobre el papel, aún le quedan unos 5 años en el mercado. La muerte de este dinosaurio mecánico no será inminente, pero Dürheimer confirma que será demasiado costoso actualizar este motor a futuras normativas anticontaminación. Además, eleva desproporcionadamente la media de emisiones de CO2 de la marca.

Tres Bentley Mulsanne en distintos tonos muestran su elegante línea delantera y lateral.

Disfrutemos de él mientras podamos.

Fuente: C&D
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