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Tras Indianápolis, la IndyCar se pone manos a la obra para buscar nuevos óvalos en su calendario

Las 500 Millas de Indianápolis son un éxito. Gradas llenas, espectáculo tanto dentro como fuera de la pista e incluso un aumento en la audiencia televisiva tradicional cuando prácticamente todas las competiciones de motor pierden por la sangría del streaming y la nutrida oferta deportiva. Pero esos preciosos árboles siguen sin tapar el bosque amenazado por la desertificación que son hoy los óvalos en las IndyCar Series.

Como ya expusimos aquí la temporada pasada al hilo de la renovación de Texas Motor Speedway cuando parecía hecha su salida del calendario ante la negativa a compartir espacio con la carrera en el Circuito de las Américas, el certamen americano de monoplazas necesita como el comer óvalos para mantener su esencia. Pero entre el riesgo que comporta la configuración de algunos de ellos, más adaptada a la NASCAR que a la IndyCar, la lejanía del centro de las ciudades que impide mayor afluencia de público o que buena parte de ellos son propiedad de la familia France y tampoco tienen excesivo interés en dar alas a un campeonato a fin de cuentas rival de la NASCAR, la búsqueda es complicada.

Uno de los mejor posicionados es Richmond. Es propiedad de ISC, es decir, la familia France. Pero no llega a la milla (velocidades reducidas) y su zona registra algunas de las mejores audiencias de las 500 Millas de Indianápolis a escala nacional. Además entre Pocono y St. Petersburg la IndyCar no cuenta con demasiada presencia en la costa Este, dando por hecho que es territorio NASCAR…

La última vez que las IndyCar Series visitaron Richmond fue en 2009.

Via | Adam Stern – Twitter

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