Los coches están llenos de botones, o al menos lo estaban. Ahora, con las pantallas, muchos han desaparecido; o casi todos, según el modelo. No obstante, las funciones siguen ahí y nosotros seguimos haciendo las mismas cosas mal.
Sí, llevamos décadas rodeados de automóviles, convivimos con ellos desde que nacemos y aun así, seguimos cometiendo los mismos errores. Quizá sea costumbre, mala información o incluso dejadez. También está el clásico “es que mi padre lo hacía así y no pasaba nada”. Pero pasar, sí pasan cosas.
Pasan cosas, sobre todo, cuando usamos un botón en específico: la recirculación de aire. Por lo general, casi todo el mundo usa mal dicha función o la activa cuando no corresponde. Un pequeño gesto que puede tener más consecuencias de las que imaginamos, como ya vimos en este artículo sobre los errores más comunes al usar el aire acondicionado.
¿Qué es el botón de recirculación?
- Recircula el aire del habitáculo para evitar olores o enfriar más rápido.
- Debe usarse solo en momentos concretos, como atascos o túneles.
Lo primero de todo es saber qué función tiene la recirculación de aire, algo extremadamente sencillo: cierra el paso del aire exterior y hace recircular por todo el sistema y por el filtro el aire que hay en el interior del habitáculo.
Dicha función puede usarse tanto con la calefacción como con el aire acondicionado y resulta muy eficaz para determinadas situaciones, como calentar el coche rápidamente o evitar la entrada de malos olores desde fuera.
Por ejemplo, es recomendable usarla en atascos, donde hay alta concentración de gases, o al circular detrás de un vehículo pesado, como un camión o un autobús. También conviene activarla al atravesar túneles, para mantener el aire limpio dentro del coche. En el fondo, el principio es el mismo que explica cómo aprovechar mejor la calefacción en invierno: usar cada función cuando realmente tiene sentido.
No es recomendable usar la recirculación de forma continuada
- Dejarla activada mucho tiempo ensucia el aire y puede afectar a la salud.
- En invierno provoca humedad, empañamiento y posibles problemas respiratorios.
Un error muy común es dejar activada la recirculación durante demasiado tiempo. Eso provoca que el mismo aire pase constantemente por el filtro, se vicie e incluso llegue a oler mal. Puede ser perjudicial para la salud, especialmente si el filtro del habitáculo no está en buen estado.
En invierno es todavía menos recomendable, ya que el uso prolongado provoca acumulación de humedad. Esto no solo empaña los cristales y empeora la visibilidad, sino que también puede afectar a los pulmones y las vías respiratorias.
La recirculación de aire solo debe usarse en momentos concretos y durante un tiempo limitado. Activarla de forma continua aumenta el consumo energético, ensucia el sistema de ventilación y favorece la aparición de malos olores y bacterias. Al final, puede acabar generando una limpieza innecesaria del circuito, algo que se evitaría simplemente con un uso correcto. Pero además, también contribuye de forma importante a la proliferación de enfermedades si se usa demasiado, pues el aumento de concentración de bacterias y gripes en el aire en el pequeño habitáculo del vehículo genera un caldo de cultivo perfecto para que nuestro organismo se infecte.
¿Recirculación? Sí, pero nunca durante demasiado tiempo, y a ser posible limitarlo a los momentos en los que queremos evitar de forma especial el aire exterior, como al estar en un entorno con alta contaminación.
