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Mientras China se prepara para abandonar la combustión interna, la industria automovilística contiene la respiración

La noticia más importante de estos días pasados no ha sido el lanzamiento del Mercedes-AMG Project One o el lanzamiento de nuevos vehículos eléctricos conceptuales. El anuncio más importante ha tenido lugar en China y ha sido eclipsado por la cobertura del Salón de Frankfurt. El primer mercado automovilístico mundial pronto cambiará radicalmente, ya que China se encuentra construyendo la legislación que les permitirá en un futuro prohibir las ventas de vehículos de combustión interna. Quieren que el futuro sea eléctrico, y quieren que China esté a la cabeza de este nuevo modelo de movilidad libre de emisiones.

La próxima década será decisiva para la industria del automóvil, y la cambiará para siempre. Las marcas de coches, tal y como las conocemos, podrían convertirse en proveedores de movilidad, en vez de «simples» fabricantes y vendedores de vehículos. Esta legislación supondrá un fuerte espaldarazo a los ambiciosos objetivos del gobierno chino, que quieren que uno de cada cinco coches (20%) vendidos en 2025 sean eléctricos o híbridos enchufables. A finales de 2018 dicho porcentaje debe ser de al menos el 8%, y para 2020, tendría que ser del 12%.

Con 23,9 millones de vehículos vendidos en 2016, China es con diferencia el primer mercado automovilístico mundial. Llevan 26 años de crecimiento consecutivo.

Es un objetivo ambicioso, que los fabricantes locales han tildado de excesivo, presionando para lograr rebajas. En vez de acceder a las demandas de su industria, China afirma que pronto se unirá a la ya larga lista de naciones que plantean abandonar al completo la combustión interna en años venideros. En estos momentos, China está decidiendo el marco temporal para prohibir las ventas de vehículos con motor diésel o gasolina. El objetivo final es que las carreteras sólo sean ocupadas por coches eléctricos o propulsados por tecnologías de cero emisiones.

El progreso económico de China ha venido de la mano de un peaje medioambiental que es imposible ignorar. Sus ciudades son las más contaminadas del planeta, y el tráfico rodado es el culpable claro. El abandono de la combustión interna no responde sólo a motivos medioambientales, sino a una aplicación práctica del famoso refrán «si ves las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar»: China está siguiendo el ejemplo de países como Francia o Reino Unido, que han marcado el año 2040 como la fecha de desconexión con los combustibles fósiles.

Pasarse a lo eléctrico sólo es posible con una fuerte infraestructura de recarga y un compromiso institucional pleno.

Alemania, Noruega o los Países Bajos han ratificado acuerdos para hacer lo propio en 2050. Pienso que los políticos han subestimado el reto que esto supone para su industria, pero aún así, piensan seguir adelante con este profundo cambio en la industria automovilística. Queda patente que todos los grandes grupos electrificarán la totalidad de sus vehículos durante la próxima década, y China quiere que su industria sea un participante clave – como fabricante de vehículos, baterías y sistemas de propulsión – de esta masiva electrificación global.

Los últimos rumores apuntan a que China marcaría el año 2030 como el primer año donde sólo se podrán comprar coches eléctricos. Nada mejor que una fecha tope para de verdad ponerse las pilas con una empresa de este calibre, una empresa que podría posicionar a China como uno de los actores más importantes, o el más importante, de una industria automovilística cuya estructura de poder podría cambiar radicalmente. Como decía aquella premonitoria canción de Los Ilegales, «tiempos nuevos, tiempos salvajes».

Fuente: Telegraph
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