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El 4x4 más exótico y excesivo del planeta se llama Coggiola T-Rex, es único y esconde un curioso secreto

Corría el año 2000, y el Salón de Ginebra vivía su máximo apogeo, en la era dorada de los salones del automóvil. En la muestra suiza no solo se presentan prototipos de futuros coches o se lanzan nuevos vehículos, también es el lugar elegido por preparadores y carroceros para presentar sus proyectos. Hace ya 24 años, el carrocero italiano Coggiola presentaba en el Palexpo de Ginebra un 4×4 llamado T-Rex. Un todoterreno de lujo, dimensiones desproporcionadas, diseño muy cuestionable… y un oscuro secreto americano.

Para quien no conozca a Coggiola, es un carrocero italiano afincado en Turín, fundado en el año 1966. Esta empresa ha colaborado en el desarrollo y fabricación de coches como el Saab Sonett de los años sesenta, el Alfa Romeo 4C, o recientemente, el Maserati MC20. En el Salón de Ginebra presentó su visión de un todoterreno, quizá con la idea de sondear la producción de hasta 50 unidades, destinadas a bolsillos adinerados. Spoiler: el proyecto no salió bien y siquiera se menciona en la web del carrocero italiano a día de hoy.

Curiosamente, el punto más alto del coche es su parte trasera, cuajada de claraboyas

Fotos del Coggiola T-Rex

El Coggiola T-Rex era un todoterreno de lujo, y su gran secreto era que estaba construido sobre la base de un Hummer H-1 civil. El H-1 no dejaba de tener el mismo chasis que el Humvee militar, con unas proporciones y dimensiones propias de un vehículo diseñado para el ejército. Sobre esta base, Coggiola creó un todoterreno de 5,35 metros de longitud, 2,27 metros de ancho – sin contar sus retrovisores, dicho sea – y nada menos que 2,22 metros de alto. Esta bestial máquina tenía 3,30 metros de distancia entre ejes y pesaba la friolera de 3.200 kilos.

Aun así, su velocidad punta era de solo 134 km/h. La nefasta aerodinámica no ayudaba, al igual que tampoco lo hacía su anémico motor. Un V8 turbodiésel de origen Detroit Diesel, con 6,5 litros de cubicaje. Un motor que presumía de un par motor de 583 Nm a solo 1.800 rpm, pero que adolecía de una potencia de solo 195 CV a 3.400 rpm. Un motor rudo y poco refinado, diseñado para soportar abusos y maltrato, pero no para desarrollar buenas prestaciones. Su cambio automático tenía cuatro velocidades y contaba con tracción total conectable.

Al ser un Hummer, cuenta con un sistema de a bordo para inflar y desinflar los neumáticos a voluntad

Sin embargo, el punto más conflictivo del coche no eran sus prestaciones o su consumo desorbitado, si no su estrambótico diseño. Su frontal parecía tener elementos procedentes de un Jeep Grand Cherokee, mientras que su perfil lateral mostraba proporciones similares a las de una pecera. El descenso a la locura se incrementa a partir del pilar C, con una superficie acristalada desproporcionada y pilotos traseros dignos de un autobús urbano. El ancho del portón trasero es superior al de muchos vehículos contemporáneos.

Si su diseño exterior es difícil de digerir, el interior no lo es menos. Al estar derivado de un Hummer, sus plazas delanteras y traseras están muy separadas entre sí, a causa de un gigantesco túnel central. No obstante, tiene dos pequeñas plazas – muy juntas, en este caso – en una tercera fila auxiliar. El diseño es muy bulboso, y combina tonalidades turquesas con cuero y Alcantara en color marrón claro. Como elementos de época, tiene navegador GPS Alpine, un teléfono Nokia 6150 con manos libres y una pantalla con TV y lector de DVD.

Un PC Acer 51 2T permitía la conexión a internet del coche mediante un teléfono móvil GSM. Tecnología punta en el año 2000

De este coche tan peculiar solo se fabricó una unidad, y la noticia es que está actualmente a la venta. Está ubicada en Roma, a un precio no comunicado. No obstante, cuando en 2008 esta misma unidad también se puso en venta, tenía un precio de 499.000 euros.

Fotos del Coggiola T-Rex

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