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Oficial: el T.50 de Gordon Murray es el verdadero heredero del McLaren F1 (+vídeo)

En estos momentos, siento una tremenda responsabilidad solo escribiendo este artículo. Porque es el artículo con el que os presento un coche histórico. Posiblemente el coche más importante del siglo XXI para los verdaderos petrolheads. Un coche nacido de la visión de Gordon Murray, diseñador y artífice del McLaren F1, el superdeportivo que revolucionó el mundo allá por el año 1992. El T.50 de Gordon Murray Automotive es la máquina en la que ha invertido todos sus esfuerzos durante los últimos años, y es posiblemente el superdeportivo más puro y purista que veremos en décadas. Un clásico instantáneo. El digno sucesor del icono que fue el McLaren F1.

Bienvenidos a la mente de Gordon Murray

El T.50 es el producto de la peculiar visión de Gordon Murray a la hora de diseñar un superdeportivo. Una visión que combina practicidad diaria, una perfecta conexión entre máquina y piloto, la filosofía de «más simple es mejor» y una obsesión enfermiza por reducir al máximo el peso del coche. Cuando combinamos estos mantras y encontramos una persona capaz de ejecutarlos y llevarlos a las calles, el resultado es el increíble Gordon Murray Automotive T.50. Una obra maestra que marcará un antes y un después en la historia de los coches superdeportivos. Estoy absolutamente convencido de ello. Dejadme que os explique por qué.

Murray pergeñó decenas de coches de competición. Su experiencia, aplicada a las calles, tiene un resultado único.

Un McLaren F1 de segunda generación

El T.50 es el McLaren F1 que Gordon Murray siempre quiso diseñar, sin estar limitada por el presupuesto de la McLaren de finales de los años ochenta, y la tecnología entonces disponible para desarrollar coches. Quizá lo primero que nos sorprende es el packaging del coche, y por ello quiero decir que en un coche de apenas 4,35 metros – tiene el mismo tamaño que un Porsche Boxster, tenlo muy presente – GMA haya podido juntar un motor V12 atmosférico, tres pasajeros con su equipaje y la aerodinámica más avanzada de cualquier coche de calle.

El alma de este superdeportivo es su propulsor. Su corazón es un V12 de 3,9 litros, diseñado y desarrollado por nada más y nada menos que Cosworth. Es un propulsor atmosférico capaz de girar a un máximo de 12.100 rpm, convirtiéndose en el motor de calle de mayor régimen de giro jamás creado. Su potencia máxima es de 663 CV a 11.500 rpm, alcanzando una potencia específica de 166 CV/litro. Sus componentes internos son tan ligeros que es el V12 de calle más ligero de la historia (178 kilos) y el de respuesta más instantánea: si pisas a fondo en vacío llegarás al corte de inyección en menos de 0,5 segundos.

Gordon Murray T50 34

«Driving Perfection». Es a lo que el propio Gordon Murray aspira con el T.50.

Este brillante motor va asociado a una caja de cambios manual – sí, has leído bien – de seis relaciones desarrollada por Xtrac. El T.50 nunca se concibió como un coche automático: es un coche diseñado para ser conducido y para enamorar a los que aman la conducción, no a los que aman ir rápido. La calidad de las sensaciones es más importante para Murray que las prestaciones puras, y ello es posible gracias a varios elementos, parte esencial del T.50. En primer lugar, la posición central de conducción, con un habitáculo de tres plazas idéntico al del McLaren F1. No, no hay mejor sitio para el conductor que en medio del coche.

El segundo lugar, la conexión con la máquina, a través de un motor atmosférico y un cambio manual. En tercer lugar, un peso absolutamente ridículo para un coche de su nivel prestacional: 986 kilos en orden de marcha. Es más ligero que un Mazda MX-5, cuadriplicando su potencia. Su dirección está muy poco asistida, y gracias a su ligerísimo peso, no necesita montar neumáticos ni frenos gigantescos. Se conforma con gomas de 295 mm de sección en su tren trasero y con frenos carbonocerámicos de 370 mm en el eje delantero, firmados por Brembo. Pero sin duda, el elemento más revolucionario del T.50, y que transforma al completo su experiencia de conducción, es su aerodinámica.

Gordon Murray T50 20

Al igual que el McLaren F1, una estructura monocasco de fibra de carbono es su espina dorsal.

La aerodinámica más avanzada jamás equipada en un coche de calle tiene como «pièce de résistance» al ventilador trasero. Una idea pergeñada por el propio Gordon Murray cuando diseño el Brabham BT46B de Fórmula 1, cuyo ventilador trasero de efecto suelo fue tan efectivo, que fue prohibido tras su primera victoria en competición. Este ventilador de 400 mm de diámetro succiona el aire que pasa por debajo del coche, canalizándolo a través del difusor trasero. Pensad en el efecto que hace una aspiradora doméstica, aplicada a un superdeportivo con el objetivo de incrementar su carga aerodinámica.

Seis modos de funcionamiento gestionan el comportamiento del sistema aerodinámico, en el que también se incluyen dos spoilers activos, que permiten incrementar o reducir la carga aerodinámica. Sin necesidad de enormes spoilers, el T.50 es capaz de pegarse al suelo como una lapa. Cuando el ventilador gira a su velocidad tope de 7.000 rpm, el coche incrementa en un 50% su carga aerodinámica. En el modo de velocidad máxima el coche reduce al mínimo la carga aerodinámica – aspirando aire de la parte superior del coche, no de la parte inferior – y el ventilador trasero genera 15 kg de empuje adicional, usados para empujar al coche hasta su velocidad máxima.

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El ventilador está alimentado por el sistema eléctrico de a bordo, de 48 voltios.

De esta manera se crea una «cola» virtual, y el ventilador es accionado directamente por las reservas eléctricas de la batería, permitiendo aumentar brevemente la potencia máxima del coche hasta los 700 CV. Absolutamente genial.

Función sobre forma

Por si todo esto fuera poco, el diseño del coche es elegante, fluido y de líneas suaves. Su aerodinámica activa permitió diseñar una carrocería sencilla, sin artificios, sin «ruido». Sus puertas de apertura vertical son un claro guiño al McLaren F1, e incluso podemos apreciar las formas del V12 por los dos «élitros» en los que se parte el capó trasero – el eje longitudinal del coche es su admisión y el canal del ventilador trasero. No os llevéis a engaño, es un coche precioso, pero su diseño sigue el principio de forma sobre función. El interior del T.50 está orientado simple y llanamente a la conducción, con una instrumentación sencilla y sin florituras. Que el cuentavueltas llegue a las 13.000 rpm nos pone los pelos de punta.

Alcantara, metal y muy poco plástico. Una atención al detalle excelsa, incluso enfermiza. Muchos componentes del interior están mecanizados a partir de metal, todo rezuma calidad. Es el matrimonio perfecto entre forma y función. Como comprenderéis, un servidor se encuentra abrumado, anonadado ante semejante obra maestra de la ingeniería. Solo 100 unidades se producirán de forma artesanal en Reino Unido. Su precio, antes de impuestos, será de 2,36 millones de libras, 2,62 millones de euros al tipo de cambio. No me extrañaría que su producción no estuviera ya completamente vendida mientras escribo estas líneas.

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Lógico. No todos los días un coche hace historia.

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