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Huelga de la industria del automóvil en Estados Unidos

La “vuelta al cole” está siendo tensa en el sector automovilístico norteamericano. Los trabajadores de las tres mayores empresas de esta industria en Estados Unidos (a excepción de Tesla) se han organizado bajo un sindicato para iniciar una huelga en caso de que no mejoren sus condiciones laborales. Estas exigencias, que van desde un aumento salarial hasta una reducción de su jornada, han puesto contra las cuerdas a Ford, General Motors (GM) y Stellantis. En caso de producirse un paro generalizado en las fábricas de estas grandes compañías, los mayores problemas se ocasionarían al otro lado del Atlántico, pero Europa no estaría exenta de sufrir ciertos efectos colaterales.

United Auto Workers (UAW) es la asociación de trabajadores que ha reunido a todos sus miembros para votar sobre la realización de una huelga en contra de las citadas multinacionales. El 97% de ellos (unas 150.000 personas), están a favor de llevarla a cabo, amenazando así al “trío de Detroit” si no cumple con sus demandas. Entre las reclamaciones más importantes se encuentra una semana laboral de 32 horas, un incremento medio de los sueldos de un 46%, un sistema salarial “justo” que no pague más a los empleados veteranos que a los nuevos o mayores garantías respecto a las coberturas de salud y a los planes de pensiones.

Sin embargo, Ford, GM y Stellantis, que venden sus coches más caros que nunca, están obteniendo algunos de los mayores beneficios económicos de su historia y no están dispuestos a ganar menos dinero. Serán estas corporaciones las que tengan que valorar cuál es su “mejor” opción, sabiendo que ceder a las imposiciones de la UAW significa renunciar a los rendimientos que pretenden sus accionistas. Contentar a todos es imposible y el tiempo apremia, pues la fecha límite para alcanzar un acuerdo es el próximo jueves, 14 de septiembre de 2023 (las conversaciones empezaron en julio).

La transición eléctrica, principal motivo de convulsión en la industria. ¿Puede replicarse en Europa?

El reciente pulso entre UAW y el “Big Three” de los fabricantes tradicionales de EE.UU. no ha dado frutos por ahora, más allá de algunos avances en materia salarial pero que no llegan siquiera a la mitad de los que exige el sindicato. El motivo no es otro que la incertidumbre que se cierne sobre un sector en plena transición hacia el vehículo 100% eléctrico, lo que se traduce en mayores inversiones y una menor necesidad de personal (los BEV tienen menos componentes y, en general, requieren menos mano de obra). Hoy, el automóvil no garantiza la seguridad laboral.

Mientras el reloj agota las horas para que las negociaciones lleguen a un término que contente a ambas partes, Ford, GM y Stellantis son conscientes de que hacer caso a lo que sus empleados piden tendría importantes repercusiones en el precio final de unos coches nuevos cada vez menos solicitados. Muchos de ellos son modelos que también se comercializan a esta orilla del océano, de modo que, pese a ser pequeñas, sí habría consecuencias relacionadas con el encarecimiento de los productos en nuestras latitudes.

Los “Tres Grandes”, al margen del progreso de Elon Musk, han cerrado o traspasado más de 60 plantas desde el inicio de la decadencia de Detroit, hace ya 15 años, algo que quizá tengan que seguir haciendo para contener sus costes si consienten las exigencias de la UAW. Desde 2022, EE.UU. vive una especie de resurgimiento del movimiento obrero, apoyado sobre determinadas ideologías. Aquí, en Europa, es más complicado de reproducirse, pero no imposible.

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