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Tecmovia

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Bentley se debate entre lo feo y lo absurdo con su último concepto híbrido

En un salón repleto de novedades tecnológicas, afinadas mecánicas híbridas y conceptos de movilidad optimizados para un mínimo consumo y una máxima eficiencia, Bentley se descuelga con un engendro mecánico de masa y dimensiones paquidérmicas, un motor W12 de 6.0 litros bajo el capó y abriendo la posibilidad, un tanto cómica, de emplear también una motorización híbrida. Hablamos del Bentley EXP F 8

El problema de mantener una estética cambiando únicamente la escala vertical del coche es que las proporciones saltan por los aires. El resultado es un coche «incómodo de ver»

Se trata de un vehículo conceptual, cuyo objetivo es marcar la dirección a seguir para lanzar un eventual nuevo miembro dentro de su selecta oferta, que estaría dirigido al público que ya tiene un Bentley en su garaje, pero que tiene que adquirir un vulgar Cayenne si quiere conducir un SUV deportivo. El resultado se queda tan fuera de juego en el mundo contemporáneo, que constituye un perfecto contraejemplo de la dirección actual de la industria automovilística.

Desde un punto de vista estilístico, la morfología del vehículo responde al inflado sin complejos de un Bentley Mulsanne, al que se ha añadido altura a base de hacerlo todo más… graaannndeee. El problema de mantener una estética cambiando únicamente la escala vertical del coche es que el elemento más importante que define la coherencia formal de cualquier objeto, las proporciones, salta por los aires. El resultado es un coche «incómodo de ver».

Materiales de absoluto lujo en todas y cada una de las superficies que se pueden ver y tocar visten un habitáculo de impecable factura

Es obvio que este coche jamás pondrá una rueda fuera del asfalto, a no ser sobre el perfecto césped de algún exclusivo club de campo. Por si alguien tenía alguna duda, incorpora unas llantas de 23″, cuyo diámetro empieza a parecerse peligrosamente a la diagonal de mi primer televisor. Estas llantas desmesuradas nunca llegan al modelo de producción, pero suelen marcar la línea a seguir.

A partir de aquí, el único objetivo de la tracción integral es transmitir al asfalto los 600 Cv y 800 Nm de par máximo, tan capaces de catapultar hacia adelante a este mastodonte mecánico como de cambiar la posición del mismísimo eje de rotación de la tierra por la vía de la tercera ley de Newton. Bentley promete prestaciones de primer nivel mundial y parece estar poniendo los medios para lograrlas, al menos en cuanto a propulsor.

Asomándonos al interior, materiales de absoluto lujo en todas y cada una de las superficies que se pueden ver y tocar visten un habitáculo de impecable factura, sin duda a la altura de otros productos de la marca. Es fácil imaginar el total silencio de marcha que se podría percibir en cualquier desplazamiento. En este sentido, el coche sí parece responder a los valores tradicionales de la marca, aunque con más de lo mismo (en este caso, bastante más).

Su público objetivo son los archimillonarios que quieran mostrar al mundo por qué un Audi Q7 no es un coche suficientemente grande, pesado y caro

El sentido de esta propuesta, según se explicó en la presentación de Bentley en Ginebra, es conseguir un coche que se sienta igual de cómodo en las calles de cualquier ciudad americana o china, en las arenas del desierto en Oriente Medio o en el carril izquierdo de una Autobahn alemana. Nadie debería escapar a su atractivo, pues.

Si nos preguntamos seriamente para qué sirve este coche, al margen de la versión oficial, personalmente sólo encuentro una respuesta posible, que viene a ser algo así como alcanzar el cénit de la ostentación, donde quiera que vaya, pues sus dimensiones lo penalizarán gravemente en cualquier apartado dinámico sin que de ellas se derive ventaja práctica alguna más que una ineludible visibilidad.

Confío en que si indescriptible estética y la carencia de cualquier finalidad práctica mantengan el proyecto en el cajón de los fallidos

En cualquier caso, el público objetivo son los archimillonarios que quieran mostrar al mundo por qué un Audi Q7 no es un coche suficientemente grande, pesado y caro. La pregunta del millón (nunca mejor dicho) es si, yendo tan a contracorriente y apostando por el derroche de materiales y combustible, la marca encontrará un público suficientemente numeroso como para atreverse a lanzar algo como esto al mercado. Es obvio que la exclusividad y el elitismo son ingredientes esenciales del coche y de la marca, como también lo es que en los mercados del lujo extremo las tendencias discurren por otros derroteros, pero incluso así me cuesta verlo.

Finalmente, me temo que el público suficiente pare este coche sí exista, pero confío en que su indigesta estética y la carencia de una finalidad práctica creíble mantengan el proyecto en el cajón de los fallidos.

Por cierto, lo de la posible motorización híbrida no es una broma.

En Tecmovia: Bentley piensa en híbridos enchufables a partir de sus motores V8 y W12
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