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Viajando fuera del extrarradio con un eléctrico, el miedo a quedarnos sin energía

Mi empresa, situada en València, cierra finalmente hoy. Hace un mes justo, nos comunicaba lo que parecía que nunca sucedería, su traslado a Madrid por temas logísticos y centralización de servicios. Debido a cómo están las cosas no me quedaba más remedio que irme fuera, ya que prefería conservar mi empleo antes que tener que buscar uno nuevo. He conseguido alquilar mi piso y mi mujer ya está instalada allí con los peques. Ahora sólo me queda una gran duda, ¿podré llegar con mi coche eléctrico?

Esta historia, bien podría darse con cualquier persona tal y cómo están sucediendo las cosas en la actualidad. Hemos comprado un coche eléctrico para poder hacer el día a día, pero ahora, por necesidad, nos vemos en la obligación de tener que hacer un viaje largo, algo que con cualquier otro coche convencional sólo duraría una horas, con nuestro eléctrico puede convertirse en una verdadera aventura digna de recordar. ¿Podríamos hacer un viaje largo de unos 350 km con un vehículo eléctrico?

Coches eléctricos y su radio efectivo

Los automóviles eléctricos están gozando de una popularidad cada vez mayor. Silenciosos, prácticos, con una autonomía sobrada para el día a día habitual, ir al trabajo en el extrarradio, de compras al centro, movernos por las periferias, etc. Pero, ¿qué ocurre si por cualquier tipo de razón hemos de movernos fuera de nuestro alcance habitual con este tipo de vehículo? ¿Podríamos hacer un viaje largo, València – Madrid, por ejemplo?

La primera idea que nos viene a la cabeza, de manera instintiva, es la distancia. Con los eléctricos pensamos de una manera casi obsesiva, cuantos km nos separa del resto de lugares. Se deja de pensar en horas de trayecto para convertirlo en km de distancia y de la inevitable consulta por internet de la localización de los pequeños oásis que son para estos coches las zonas de recarga.

Como si de un viaje de aventura que cruza el vacío del desierto, de repente nos entra el pánico. ¿Llegaríamos? Consultamos la web. Desde València, nuestro punto de partida ficticio, sólo existe un punto de recarga a medio camino, está en Cuenca, hasta nuestro lugar de destino, Madrid. Miramos distancias en cualquier página de itinerarios, Cuenca está a 200 km aproximadamente de València, nuestro coche eléctrico, tiene una autonomía de 200 km No podemos correr el riego de quedarnos tirados.

Una manera distinta de pensar

En un eléctrico dejamos de pensar en horas para hacerlo en km de autonomía. El concepto de las prisas desaparece.

No puede ser que tenga un coche eléctrico y tenga que contratar el servicio de una grúa que lo traslade hasta Madrid, no quiero pagar ese dinero por algo que podría deber hacerlo yo mismo. El sentimiento de impotencia y descontento se apodera. Nos convencieron que un coche eléctrico podía ser rentable y de repente, lo que hemos logrado ahorrar en unos meses de uso, se ha convertido en el pago de este imprevisto.No, voy a hacer el viaje, sé que puedo llegar hasta allí

Con un coche térmico pensamos en el camino más corto y más rápido. Saldremos a una hora prudencial, indicaremos en nuestro GPS el destino final y pensaremos cuantas horas vamos a tardar en llegar. Cuando queramos repostar será tan sencillo como parar en la siguiente gasolinera, en un desvío, en un pueblo o en cualquier área de servicio de cualquier tipo de carretera.

Sin embargo, cuando somos los dueños de un automóvil eléctrico, debemos pensar de una manera distinta a la habitual. Los viajes no se miden en horas, si no en km disponibles de autonomía, si disponemos de la suficiente por ejemplo como para ir y volver a nuestro domicilio, en donde podremos cargar las baterías para poder hacer uso al día siguiente.

Si quisiéramos hacer un viaje como el propuesto, València – Madrid, en primer lugar tenemos que ver las zonas de recarga que existen en nuestro país. Hay multitud de ellas, pero éstas se concentran en las grandes ciudades, dejando sin la opción de recarga en grandes zonas más abiertas, como puede ser la zona de Castilla La Mancha o Extremadura, en donde prácticamente no existe ningún punto en donde podamos recargar un vehículo eléctrico.

En nuestro caso particular la única opción viable para poder intentar llegar a Madrid pasaría por desviarnos de la ruta habitual. Para poder llegar a la capital, nos toca hacer un extra de km verdes para poder recargar las baterías en Albacete, única opción en donde deberíamos pasar el tiempo necesario mientras se recarga en el coche, para así luego intentar llegar a la zona de recarga más próxima en nuestro camino dentro del alcance del eléctrico, Cuenca.

La única manera posible para llegar a Madrid era bajar hasta Albacete, a unos 170 km aproximadamente. Mi coche tiene una autonomía de unos 200 km aproximadamente, pero jamás he hecho más de 100 entre el viaje diario a mi trabajo, a unos 35 km de distancia de mi casa. Mi única opción es llegar a Albacete y dejar allí cargando el coche en el punto de recarga, situado en un gran centro comercial, para así poder llegar a Cuenca, donde recargaré de nuevo el coche y pondré rumbo a Madrid

Nos vamos de viaje

Resulta imprescindible planear la ruta, disponer de la ubicación de las zonas de recarga y tomarse el viaje con mucha calma.

El miedo a quedarnos tirados es innevitable. Vamos circulando a una velocidad baja, a 80 km/h aproximadamente, ya que es la velocidad recomendada para poder economizar al máximo nuestras reservas energéticas. Se ha planeado el viaje detalladamente, viendo las rutas con menos km posibles y las que tienen un tipo de desnivel menor, para evitar en la medida de lo posible las pendientes acusadas, que innevitablemente hacen que cosuma de mas esos preciados km de autonomía.

La ruta elegida en la primera etapa de nuestro viaje nos hace dudar, ¿menos km pero con mayor pendiente o mejor la ruta algo mas larga pero mas llana? Elegimos la segunda opción, ya que la diferencia de km es mínima, unos 13 km más respecto a la primera opción pero por una vía mas llana, con lo que podremos ahorrar algo de autonomía. Sobre el papel nuestro vehículo declara una autonomía de 200 km y debemos hacer 184 km para poder llegar al punto de recarga.

El destino es un gran centro comercial, que abre sus puertas de 10h a 22h, tiempo suficiente con el que bien podemos dejar el eléctrico cargando mientras hacemos una visita cultural a la ciudad. La recarga estándar tarda de unas 6 a 9 horas, mientras que podemos hacerlo también de manera acelerada, con una duración de 1 hora o rápida, unos 30 minutos. Los puntos de recarga públicos suelen disponer de recargas aceleradas y rápidas, con lo que mientras dejamos el coche en el parking decidimos almorzar tranquilamente y descansar.

Salimos de nuevo. El coche está cargado completamente y hemos estado descansando un par de horas. Es mediodía y nos dirigimos a nuestro siguiente punto de recarga, situado en Cuenca. La distancia esta vez es menos, en total unos 145 km por carretera secundaria, la nacional N-320. Llegamos sin sobresaltos inesperados un par de horas después, sobre la hora de comer. Dejamos de nuevo el coche mientras comemos tranquilamente.

Después de comer tranquilamente, sin prisas, y de haberse cargado de nuevo nuestro eléctrico, proseguimos con el viaje de manera tranquila. Son las 16h aproximadamente y llevamos desde las 8h viajando, unas 8 horas. Nuestro último punto de recarga será a las afueras de Madrid, para poder asegurarnos que llegaremos sin problema alguno al centro de la capital.

Paramos en el punto de recarga cuando son las 18h pasadas. Está en un centro comercial y podemos darnos una vuelta mientras compramos algo para cenar. Tomamos algo para refrescarnos del sufrido viaje y salimos de nuevo. Otras 2 horas aproximadamente. Las 20h de la tarde, llevamos como 12 horas detrás del volante para poder hacer lo que de normal se tarda 4 horas.

Finalmente he logrado llegar tras más de 12 horas conduciendo y haciendo muchos km extra de los necesarios, poder llegar a mi destino.

Un trayecto habitual hubiera costado unas 4 horas y hubieran sido unos 360 km aproximadamente. Nosotros hemos tenido que desviarnos y hacer un recorrido total de unos 500 km y todo un día entero para poder llegar, no sin miedo de quedarnos tirados por falta de zonas de recarga, a nuestro destino.

Un punto de reflexión

Lo sencillo se convierte en una aventura cuando dependes de localizar la única zona de recarga o has de exprimir los pocos km de autonomía del coche.

Este viaje es fictício, pero bien podría darse por cualquier tipo de necesidad. El disponer de un coche eléctrico no significa renunciar a poder desplazarse mas allá de las periferias de la ciudad o de nuestros puntos de recarga habituales, pero cabe destacar y hacer hincapié en que lo sencillo se convierte en algo más complicado cuando has de depender de las localizaciones de los puntos de recarga, de la climatología, ya que en ciertas condiciones puede disminuir la autonomía del vehículo y de la orografía del terreno, como pendientes o puertos de montaña.

Creo que realizando un detallado plan de viaje, con la información de las zonas de recarga, horarios, distancias, y sobre todo, con un servicio de grúa de asistencia personal de viaje como último recurso, podríamos hacer el viaje con una sensación media de seguridad de que llegaremos a nuestro destino. Eso si, tal y como por experiencia personal he sufrido y disfrutado con algún vehículo mío, en este tipo de viajes debemos dejar de lado la mentalidad del tiempo, para convertirlo en el disfrute del paisaje, del viaje en sí mismo o del placer absoluto de conducir.

Fuente: Electromaps
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