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Eficiencia y eficacia, descubriendo que la energía también se mide en euros

 

Quién dude hoy en día que la energía es la más rentable moneda de cambio es que, o bien su economía le permite vivir al margen de lo que supone hablar de kWh, o bien aún pagando a regañadientes, el interés en conocer donde se van esos euros que cada vez valen menos es muy muy bajo. No nos engañemos, la energía y la gestión de la misma se está convirtiendo en el motivo de la actual necesidad de reconversión industrial pero… ¿Qué hay detrás de todo esto?

¿Realmente cambiaremos a otros sistemas de movilidad y pagaremos menos?

El concepto de que la energía como tal no se crea ni se destruye es de sobre conocido, sin embargo hablar de eficiencia y eficacia es un punto donde el usuario final tiene mucho que decir en estos momentos. La problemática en la actualidad no es otra que el conocimiento real del coste, no de la energía que empleamos, sino de aquella que desperdiciamos para extraer un rendimiento válido. Así, el factor crucial en estos momentos es pasar de la máxima eficacia a la máxima eficiencia, y no, nada tiene que ver la una con la otra.

Aquí el fin no justifica los medios

Irremediablemente, el cambio de movilidad y mentalidad al hablar de los sistemas de transporte es un mecanismo que se ha puesto en marcha para mejorar, pero en esa mejora estamos conociendo demasiados aspectos cruciales para olvidar un arraigado modelo de uso y consumo. Así encontramos la base de todo este nuevo cambio, la eficiencia.

Eficiencia, apostando por extraer el máximo rendimiento de la mínima inversión

La eficiencia se define como la relación que existe entre la energía invertida y la energía útil. En resumidas cuentas hablamos del aprovechamiento real en una inversión dada y como en tantas cosas, si trasladamos estos conceptos a la economía, la madre patria de todos los razonamientos lógicos, encontramos que eficiencia tiende a expresar la relación existente entre una mínima inversión realizada y el rendimiento máximo obtenido.

Este es el actual modelo que se pretende instaurar, y por tanto es el modelo que persigue suplantar al hasta ahora concepto más arraigado en el seno de los servicios de transporte, eficacia. La eficacia también habla de una estrecha e íntima relación, pero en este caso el objetivo es tan solo la consecución de un resultado sin importar los medios o la inversión a realizar.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el transporte?

Son unos pocos años los que llevo repostando gasóleo y gasolina, y desde el primer depósito pagado de mi bolsillo, busqué mi propia definición de eficiencia intentando hacer más kilómetros con menos litros de carburante, y por tanto una menor inversión. Sin embargo existía un factor en mi contra, y es que este servicio de transporte apenas conseguía superar por sí solo una eficiencia del 25%. Mal empezábamos.

No es por ser mal pensado pero… ¿Hablamos de cambio de movilidad, o al final todo responderá a una evolución del modelo de negocio?

Ahora existen mejores alternativas que no nuevas, sin embargo ha sido ahora cuando el concepto de eficiencia ha encontrado su razón de ser por encima de otros números, datos y sensaciones. ¿Es ahora cuándo se ha descubierto el más del 90% de eficiencia en un motor eléctrico? pues mire usted, no es ahora cuando se sabe, pero sí que es ahora cuando conviene que se sepa.

El modelo propuesto por la industria en general es el de la sustitución paulatina de nuestros motores de combustión por soluciones híbridas, eléctricas, pila de combustible, etc. Y en ese mar de alternativas en movilidad se nos pretende vender un cambio que mejorará todo lo conocido y, además, nuestro bolsillo. Pero el negocio es el negocio, y así nuevamente nos vuelve a tocar hablar de nuevo de eficiencia y eficacia en términos económicos.

Sí, sí, hoy recargar es barato pero, ¿Y mañana?

En España el futuro pasará por un enchufe para repostar electrones en casa o donde sea, pero en los términos que sufrimos en la actualidad con encarecimientos constantes y una cada vez mayor dependencia energética, la idea de hablar de eficiencia en nuestra mentalidad será máxima para aprovechar cada kWh, pero la apuesta en infraestructura eléctrica por parte de los suministradores se convertirá en la fórmula de negocio más eficaz nunca jamás concebida.

Que la movilidad alternativa es mejor, sí, que todos los agradeceremos de un modo u otro, también, pero no cabe la menor duda de que, en este nuevo modelo de sociedad y movilidad que se está impulsando, existe un importante y goloso mercado donde existe mucho potencial de explotación, donde la dependencia del usuario seguirá manteniéndose frente a un coste que a la hora de la verdad seguirá creciendo como lo hace en la era de los hidrocarburos.

Hablemos de medioambiente, de cualidades y de beneficios para una sociedad expuesta a multitud de componentes nocivos, pero por favor, no hablemos de un ahorro presente, que en el mañana instaurará el mayor negocio conocido.

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