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La recarga rápida, una opción no tan perjudicial para las baterías

La recarga rápida siempre se ha planteado como un mecanismo opcional y poco saludable para aquellos usuarios de vehículos eléctricos que en algún momento puntual necesiten de una fórmula capaz de restaurar la energía de las baterías en un tiempo reducido, no menos de 30 minutos, pero más rápido que la recarga tradicional con sus siete u ocho horas de media.

El principal hándicap que siempre ha acompañado el uso de la recarga rápida ha sido el teórico daño que brinda a las baterías por el estrés al que somete a cada una de las celdas mediante el uso de altos voltajes en el proceso de carga. El aumento de la temperatura en el acumulador, además de un largo periodo de trabajo a potencias en torno a los 50 kW, siempre fue motivo de un aumento drástico en el deterioro de la capacidad de las baterías ¿O no?

La recarga rápida no es tan perjudicial como la pintan

Un estudio con cuatro Nissan Leaf donde se ha perseguido que las variables de estilo de conducción, climatología y trayectos sean casi idénticas para alcanzar un resultado objetivo

Desde el Idaho National Laboratory nos hacemos eco de un interesante estudio que ha tenido como objetivo evaluar el impacto real del uso de la recarga rápida sobre la capacidad de la batería en condiciones reales de funcionamiento y en comparación directa con el uso de recarga lenta. Para realizar este estudio se han empleado cuatro unidades del Nissan Leaf, además de dos baterías sujetas a similares condiciones de uso en un entorno controlado en laboratorio.

El aspecto que ha de quedar claro desde el primer instante no es otro que el de que la merma en capacidad existe y ésta puede alcanzar el 25% de la capacidad total en apenas 64.360 kilómetros en climatologías donde la temperatura de trabajo sea alta. Este hecho es el que se muestra realmente revelador, pues sobrepasando la barrera de los 64.000 Km durante el estudio, el Nissan Leaf reduce su autonomía desde los 160 kilómetros hasta apenas 120 kilómetros.

Para el estudio, los protocolos de recarga empleados han sido el uso del conector SAE J1772 a 3,3 kW (recarga lenta) y CHAdeMO a 50 kW (recarga rápida). El análisis se ha dividido en cuatro etapas en lo que se refiere a kilometraje: 16.090 Km, 32.180 Km, 48.270 Km y 64.360 Km.

La evolución de la pérdida de capacidad en cada modelo ha sido la siguiente:

* Nissan Leaf 1 (Recarga lenta): 23,31 kWh (0 Km), 18,10 kWh tras sobrepasar los 64.000 Km. Pérdida del 22,35%.
* Nissan Leaf 2 (Recarga lenta): 23,59 kWh (0 Km), 18,34 kWh tras sobrepasar los 64.000 Km. Pérdida del 22,26%.
* Nissan Leaf 3 (Recarga rápida): 23,38 kWh (0 Km), 17,53 kWh tras sobrepasar los 64.000 Km. Pérdida del 25,02%.
* Nissan Leaf 4 (Recarga rápida): 23,24 kWh (0 Km), 17,37 kWh tras sobrepasar los 64.000 Km. Pérdida del 25,26%.

La pérdida de capacidad existe y no es evitable

La lectura rápida que podemos hacer es que efectivamente, la recarga rápida está asociada a una mayor pérdida de capacidad en las baterías, pero esta pérdida está muy lejos de ser tan alarmante como se suponía frente a la recarga lenta. Hablar de márgenes de entre el 2 y el 3% en pérdida de capacidad puede considerarse como un empate teniendo en cuenta la mejoría que ofrece el uso de recarga rápida en lo que ahorro de tiempo se refiere.

La temperatura según la estación del año es una variable a tener muy en cuenta, demostrándose que el rango óptimo de funcionamiento está en temperaturas por encima de 0ºC y nunca superiores a los 30 ºC. Fuera de este margen, la autonomía sufre una merma importante que se añade al deterioro paulatino de la capacidad de la batería.

Fuente: SAE
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