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¿Merece la pena repostar combustible del caro?

He aquí la pregunta del millón. ¿Por qué sí, o no, merece la pena pagar esos céntimos de más por repostar un combustible teóricamente superior? Las compañías petroleras, distribuidores y estaciones de servicio no se mojan en tanto a las garantías de usar un combustible u otro, y decimos que no se mojan porque nadie ha ofrecido un análisis contrastado sobre los beneficios que tanto se venden. Con cada nuevo tanque que llenamos nos enfrentamos al mismo dilema ¿Merece la pena repostar combustible del caro? Hoy en Diariomotor arrojamos algo de luz a esta sombría cuestión.

¿Es diferente un combustible de otro?

La respuestas es categórica en este sentido. No. El carburante que se suministra a las gasolineras españolas tiene un mismo origen en las refinerías que poseen Repsol, BP y Cepsa en terriotorio español y que después es distribuido por CLH (Compañía Logística de Hidrocarburos). Esta entidad es la encargada de distribuir los combustibles que se suministran a todas las operadoras que trabajan en suelo español. Por decirlo de algún modo, CLH es la encargada de que todos reciban la misma materia prima en su estado virgen.

Una vez recepcionada la materia prima, cada distribuidor se encarga de añadir sus propios activos para «mejorar» las propiedades del combustible procedente de las refinerías. En este proceso, el grueso de los agentes que se añaden al combustible tienen que ver con la adición de antiespumantes, correctores de humedad, tintes en el caso de carburantes especiales, etc. Se trata de un proceso que cada firma realiza de forma independiente y sin revelar su fórmula secreta, aunque sí haciendo publicidad de los beneficios de pagar por ese combustible «mejorado».

¿Qué nos venden al pagar por un combustible más caro?

Si los beneficios del combustible caro son tan evidentes, ¿Por qué nadie se anima a demostrar a gran escala esa superioridad?

Con el boom de las gasolineras lowcost e independientes, las grandes firmas como Repsol, BP y Cepsa no tardaron en tirar de sus centros de I+D para bombardearnos en tanto a las ventajas de usar sus combustibles, más aún si echábamos mano de esa manguera que posee un precio superior y que poca gente, o más bien nadie, suele usar. Los argumentos son siempre los mismos, mayor ahorro de combustible y menor desgaste para nuestro motor. ¿Hay verdad tras estas palabras? Difícil saberlo.

La realidad de los carburantes en España, y por tanto en Europa, es que estamos ante un mercado regulado donde la materia prima de la que hablábamos en un principio está sumamente controlada mediante análisis periódicos. Del mismo modo, el combustible que distribuye CLH ya cuenta con modificaciones obligatorias como la adición de un porcentaje de etanol y biodiesel en pos de rebajar el impacto ambiental. Esto nos indica que, a la hora de repostar este combustible original, lo hacemos con plenas garantías de que éste cumple con todas las exigencias en cuanto a formulación, seguridad y calidad. Entendemos por ello que el combustible más barato ya está obligado a ser bueno, por lo menos tan bueno como exige la ley.

Los factores que sí que debes tener en cuenta

Si se trata de ahorrar y alargar la vida de tu motor, cuidar el mantenimiento de tu coche y repostar en un lugar de confianza son aspectos más cruciales

Pero hay una serie de factores que sí se deben tener en cuenta, y estos no tienen que ver con los aditivos «milagro». Si de verdad queremos buscar un combustible de confianza que nos brinde calidad y seguridad para nuestro motor, lo que debemos hacer es ser exigentes con nuestra gasolinera/gasolineras habituales. Analizando cómo y cuándo se realizan tareas de limpieza de los tanques y filtros, regulación de los grupos de presión y cumplimiento de las revisiones periódicas a las que están obligadas.

En el fondo de todo este asunto tan sombrío, y ante la falta de argumentos que de verdad demuestren la supremacía del combustible caro frente al barato más allá de propaganda, el verdadero factor determinante a la hora de decidir repostar está en dónde y cómo ese combustible es tratado y almacenado. De este modo llegamos a una verdad absoluta descubriendo que, donde de verdad nos la jugamos, es en el suministrador final. En ese lugar sea cual sea su bandera es donde existe más riesgo de ser adulterado el combustible, ya sea por descuido, avería o negligencia.

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