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Camino de Santiago en un Chevrolet Volt (día IV). Por fin lo estamos cargando

Para la mayoría de peregrinos, Sarria es el kilómetro 0 de su “camino” a Compostela, ya que ganan la Compostelana quienes recorren, al menos, los últimos 100 kilómetros. Nosotros hemos partido esta mañana desde Sarria hasta Portomarín. Una etapa de 24 kilómetros que nos ha llevado algo más de 20 minutos. El grupo que ha ido andando ha tardado unas cinco horas y media con descansos incluidos. Hemos podido hacer la totalidad del trayecto en modo eléctrico, con la cantidad de energía que ayer recargamos en el puerto de montaña que descendimos camino de Sarria. Dicho de otra forma, no hemos gastado ni una gota de combustible, ni emitido un gramo de CO2. Hemos llegado a Portomarín con una autonomía de 1 kilómetro, a pesar de que inicialmente hubiésemos podido disponer de cinco kilómetros más.

Portomarín es un bonito pueblo situado a orillas del río Miño. Anteriormente, estaba situado a un kilómetro, donde actualmente se encuentra el embalse de Belesar. Tras la construcción del pantano, el pueblo se reconstruyó de nuevo en 1960. Nada más llegar a Portomarín, hemos aprovechado para hacer unas fotos junto a la Iglesia de San Nicolás. Fue construida en el siglo XII por los caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén y, posteriormente se desmontó piedra a piedra para ser redificada en la nueva ubicación de Portomarín.

Peregrinos analizando el Chevrolet Volt

Mientras hacía las fotos junto a la basilíca un grupo de peregrinos se han acercado a ver el Volt y nos han pedido sentarse en su interior. Ya nos habíamos dado cuenta los días anteriores pero, no deja de sorprenderme que, todo el mundo que ve el Volt le ha gustado gratamente su diseño.

El salpicadero del Chevrolet Volt, pros y contras

El salpicadero luce impoluto un plástico blanco con multitud de botones retroiluminados en color azul que le confiere un toque muy futurista. Sorprende la cantidad de controles que hay y al principio parece un poco farragoso cuando desconoces la ubicación de todos los pulsadores. Una de las principales ventajas es la limpieza. El plástico blanco que recubre el salpicadero no da la percepción de estar sucio, aun teniendo mucho polvo encima o haberlo usado con manos sucias.

Chevrolet Volt

Sin embargo, los botones multimedia presentan un inconveniente. Son térmicos, como los de los ascensores, y cuando vamos a introducir una dirección en la pantalla táctil o, simplemente, cambiar de emisora de radio acabamos pulsando inintencionadamente todos los botones del sistema de climatización al rozarlos con la muñeca.

Nuestro Volt y la Iglesia de San Nicolás (siglo XII), en Portomarín

Nos hemos alojado en la Pensión de Portomarín, un bonito hotel, sencillo y con unas instalaciones de fábula. Después de comer y acompañar al grupo en su descanso decidimos hablar con la recepcionista del Hotel. Le decimos que traemos un vehículo eléctrico y que nos gustaría que nos dejasen cargarlo. Nos dicen que no hay inconveniente y que nos pueden dejar una plaza de garaje, donde hay un enchufe. Nos abren la puerta del garaje y metemos el Volt.

Chevrolet VoltEl plástico que sobresale del faldón delantero es tan largo que roza en cualquier desnivel

Al meterlo, me llama la atención una vez más que el faldón delantero roza con cualquier desnivel, por pequeño que sea. No es la primera vez que pasa. También me ocurrió al sacarlo del garaje de la sede de Chevrolet España, así como en los otros dos garajes donde hemos aparcado el vehículo. Tiene un faldón delantero excesivamente largo. El personal de Chevrolet me dijo que es para que los conductores aminoren la marcha: cuando éste roce (por ejemplo, en un badén) el conductor decelere, para proteger la batería, que está situada en una posición muy baja.

Tras cuatro días, hoy hemos conseguido cargarlo

Enchufamos el cargador a un enchufe y al vehículo y ¡voila! Un bombilla del salpicadero muestra un color ámbar, ésta cambia a verde y se oye la bocina que indica la carga ha comenzado de forma correcta. ¡Por fin! Me quedo un rato mirándolo incrédulo. Pensando que algo fallaría… pero nada, todo va sobre ruedas. A través del cargador se pueden configurar la intensidad de recarga: 6A o 10A. He seleccionado la máxima intensidad. Se percibe cómo funciona un ventilador que, supongo, actuará refrigerando la batería y la pantalla del cuadro de instrumentos muestra la hora prevista de finalización de la recarga.

Con la carga viento en popa, salimos a pasear y ver Portomarín. Después de la cena, a las 11 de la noche, decido visitar el Volt para ver si la carga ha finalizado (según el sistema, tendría que haber terminado a las 22.30). Sin embargo, los LEDs del cargador indican que se ha producido un error: parpadean de color rojo. La carga se ha interrumpido y sólo se ha recargado la mitad de la capacidad de la batería.

Vuelvo a desconectar el cargador y nuevamente a conectarlo. La carga vuelve a comenzar, aparentemente, sin problemas. ¿Quizás el cargador esté roto? Después de tres intentos es raro que el proceso de carga no haya funcionado en su totalidad ni una sola vez. Mañana llamaré a Chevrolet e intentaré buscar una solución.

En Diariomotor: Chevrolet Volt | Camino de Santiago en un Chevrolet Volt

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