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Chevrolet Impala SS, la última berlina deportiva 100% americana

Corría el año 1992, y Estados Unidos salía lentamente de una era ominosa para su industria automovilística, los años 80. El concepto de coche americano comenzaba a tambalearse ante la competencia japonesa, que producía coches más baratos, más eficientes y más fiables. Ya no estaba de moda poseer un coupé de cinco metros y medio de largo, con mucha cilindrada y confort, pero escaso atractivo real. En cierto modo, podría decirse que el orgullo americano estaba herido y en el plano deportivo, faltaban verdaderas credenciales.

La industria americana del automóvil se recuperba de unos duros años 80, plagados de coches para olvidar.

Por supuesto, estaban los Pontiac Fiero o los Chevrolet Corvette, pero, ¿dónde había quedado el concepto de deportividad asequible, sencilla y sin compromisos? Posiblemente había muerto con los verdaderos muscle car, durante la crisis del petróleo y no había sido suficientemente recuperada durante los años 80, cuyos Mustang y Camaro no destacaban sobre la oleada de deportivos nipones. Chevrolet quiso recuperar la berlina deportiva 100% americana y presentaba el Impala SS, el padre del nuevo Chevrolet SS.

A principios de los 90 el Chevrolet Caprice no disfrutaba de buenas ventas, por lo que el Impala SS también se ideó como manera de dar un revulsivo a sus ventas. Mecánica y estéticamente, el Chevrolet Impala SS se trataba de una versión policial del Caprice adaptada al mercado civil. Sólo se produjo entre los años 1994 y 1996, pero sus 70.000 unidades vendidas demuestran la gran popularidad de la que gozó. El paquete policial 9C1 permitió al público disfrutar de algunos elementos antes solo disponibles para agencias gubernamentales.

Hoy es un clásico que comienza a apreciarse, y es especialmente popular entre la población afroamericana.

La principal golosina era el motor 5.7 V8 LT1 de los Corvette C4 y Chevrolet Camaro, modificado para entregar más par a bajas vueltas y tener una mayor fiabilidad. Desarrollaba 260 CV y 450 Nm de par motor, e iba obligatoriamente acoplado a una caja de cambios automática 4LE60 de cuatro relaciones. Recordemos que el Chevrolet Impala SS pesaba 1.915 kg y su chasis era de largueros y travesaños, pero con todo, podía acelerar hasta los 96 km/h en unos siete segundos. Además, de serie disponía de ejes reforzados y un diferencial autoblocante mecánico.

Su suspensión se había rebajado una pulgada con respecto a los demás Caprice y su tarado era más deportivo. El coche iba sentado sobre llantas de 17 pulgadas fabricadas por ROH en Australia, envueltas en neumáticos de 255 mm de sección. Pero sin duda, el principal argumento de este vehíulo era su aspecto amenazador. Habría sido el coche de Darth Vader si hubiese tenido que moverse por la tierra en 1994, de hecho, era uno de los argumentos de venta. Durante el primer año sólo se ofrecía en color negro, con un interior gris.

El kit de carrocería estaba pintado en el color de la carrocería y era muy discreto. Con todo, la presencia de esta máquina de 5,43 metros de longitud es indiscutible. En su interior se abandonaba el banco corrido por dos poltronas con más sujeción, pero sigue teniendo el aspecto anodino de los coches americanos de los años 90. No tiene sentido comparar al Chevrolet Impala SS con las berlinas deportivas europeas de la época, ya que perdería en todos los aspectos. Pensemos en ella como la ultima berlina deportiva americana a la vieja usanza.

Fuente: Hot Rod
En Diariomotor: Chevrolet Impala, el buque insignia de Chevrolet aún no cruza el Atlántico | Chevrolet SS, la vuelta a los orígenes de la berlina deportiva Made in USA

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